miércoles, 6 de abril de 2016

Descubriendo Asia Menor. Día 5, 2ª parte. Neandria.

Avanzamos hacia el suroeste por el corazón de las sierras y valles de la antigua Tróade, no lejos del mar, allá donde hace muchos siglos se alzaran la práctica totalidad de sus ciudades. Hoy en día, sin embargo, la costa occidental de la Tróade está significativamente menos poblada que el interior, donde, según el mapa del GPS, hay un par de pueblos grandes.

Foto 1.- Panorámica visible desde el emplazamiento de Neandria con el mar Egeo al fondo.

A partir de un cierto punto la carretera abandona el valle y empieza a ascender por las laderas del monte Çığrı (520 mts de altura). Así transcurre un buen rato hasta que llegamos a la diminuta localidad de Kayacik Köyü: situada al pie de los potentes roquedales graníticos que conforman la cumbre del citado monte. En una esquina de la pequeña placita del pueblo hay un cartel indicando la dirección que debemos tomar para enfilar la senda que conduce, monte arriba, hasta el solar de la antigua Neandria. Dado que a partir de ese punto los caminos están en bastante mal estado, decidimos no arriesgar la integridad del auto y continuar a pie. Alrededor de 2 kms llenos de piedras y baches nos separan de nuestro destino. 2 kilómetros que se convierten en 4 dado que en una bifurcación equivocamos el camino y nos vamos por donde no es. Por fortuna advertimos el error antes de haber andado demasiado gracias a que al alcanzar el coronamiento de cierta meseta rocosa se divisan a lo lejos, muy arriba, las ruinas de la muralla de la ciudad antigua, evidenciándose, a la vista de la posición relativa de aquéllas respecto a nosotros, que habíamos confundido el sendero.

Foto 2.- Puerta entre torres de acceso a Neandria.

No es mucho lo que se sabe acerca de la antigua Neandria (Neandreia en griego): lo que dicen las fuentes históricas y lo que se pudo sacar en claro en 1889 durante la única temporada de excavación realizada hasta la fecha. Su fundación ha sido datada arqueológicamente en algún momento de comienzos del siglo VI a.C. por colonos de la vecina Eólida, culturalmente griegos. La elección del emplazamiento debió ser un modelo de unanimidad pues la cumbre del monte Çığrı combinaba una gran eficacia táctica (era muy fácilmente defendible, abundando así mismo el granito con el que tallar buenas fortificaciones) con un elevado valor estratégico: se divisa perfectamente el Egeo desde allí así como los valles anejos (foto 1), pudiéndose controlar también la ruta comercial que de norte a sur recorría la costa occidental de la Tróade.




Fotos 3, 4 y 5.- Paramentos del siglo V a.C. en la muralla de Neandria. Foto 6 (abajo).- Sección longitudinal de la muralla del siglo V a.C. 

La ciudad perteneció a la liga de Delos, encabezada por Atenas, desde el 459 a.C. hasta la derrota ateniense en la última fase de la guerra del Peloponeso (404 a.C.), momento en que pasa a ser controlada por Zenis, monarca de la ciudad de Dardanos, en la costa helespóntica, que se había hecho con el control de la Tróade gracias al apoyo prestado por el sátrapa persa Pharnabazus II desde su cuartel general en tierras de Frigia. Poco después, concretamente en el año 399 a.C., la ciudad es ocupada, con el beneplácito de sus habitantes, por una fuerza espartana comandada por Dercílidas, en el marco de su invasión de las regiones de Eólida, Tróade y Bitinia, que lo llevó a enfrentarse con el sátrapa persa anteriormente mencionado. El resto del siglo IV a.C. fue una época de cierta prosperidad para la ciudad de Neandria tal y como revela la actividad constructiva detectada arqueológicamente y el hecho de que acuñara moneda tanto de bronce como de plata en cantidades lo suficientemente elevadas como para que hoy en día no sean consideradas raras. Estas emisiones muestran mayoritariamente al dios Apolo en el anverso, considerado por este motivo la divinidad tutelar de la ciudad, y elementos de tipo agrícola-ganadero (la base económica de la ciudad) en el reverso tales como granos de cebada, ánforas de aceite o vino, racimos de uvas, carneros y caballos. En la siguiente figura (fig.- 1) podemos ver cuatro de estas piezas.

Figura 1.- Acuñaciones de Neandria. Siglo IV a.C.

Tras la muerte de Alejandro Magno en el 323 a.C., la mitad occidental de Asia Menor quedó bajo el control de Antigonos I Monoftalmos, que había sido uno de los hombres de confianza del mítico caudillo macedónico. Algún tiempo después, en el año 310 a.C., Antigonos fundaría una nueva ciudad llamada Antigoneia, a pocos kilómetros de Neandria, aprovechando un buen puerto natural que había en la zona. Esta ciudad es la que en el futuro sería conocida como Alexandria Troas o Alejandría de Tróade. Para poblarla, Antígonos desplazó a los habitantes de los asentamientos cercanos, obligándolos a habitar la nueva ciudad. Este proceso no era inhabitual en el mundo griego, siendo conocido con el nombre de sinecismo. Dada su proximidad, Neandria fue incluída en este sinecismo, quedando deshabitada prácticamente en su totalidad y, desde luego, desapareciendo como asentamiento independiente. Éste fue el fin de la ciudad como tal aunque es muy posible que perdurara alguna clase de poblamiento residual hasta época altoimperial romana a juzgar por los hallados arqueológicos.

Foto 7.- Interior de Neandria. Al fondo, frente septentronal del recinto amurallado con paramento de época helenística temprana.

Recientemente se ha sugerido (F. E. Winter, de la universidad de Toronto) que si bien la ciudad quedó casi desierta a partir del 310 a.C., fue empleada durante algún tiempo más como fortaleza dado su alto valor estratégico, en el marco del conflicto entre los diadocos por el dominio del imperio de Alejandro. En efecto, el análisis de los paramentos del recinto amurallado de Neandria indica que éste fue significativamente reforzado a finales del siglo IV a.C. o principios del III a.C. Así mismo se ha detectado arqueológicamente la construcción por esa misma época de ciertos edificios que por su factura y disposición en planta (muy regular) han sido identificados como los cuarteles destinados a albergar la guarnición de la fortaleza. Lo que no se puede estar seguro es de si esta fortaleza fue concebida por Antigonos o por Lisímaco: su sucesor en el dominio de la zona tras la derrota y muerte de aquél en la batalla de Ipsus (301 a.C.). Sea como sea, parece cierto que, una vez pacificada la zona, la fortaleza de Neandria fue abandonada por su guarnición en una fecha no posterior al año 280 a.C.




Foto 8, 9 y 10.- Torres cuadradras del frente meridional de la muralla de Neandria. Época helenística temprana. Foto 11 (abajo).- Paramento de muralla de tipo isódomo, de época helenística temprana.

Se accede al interior de Neandria por su frente meridional, hacia el oeste, donde una puerta entre torres en buen estado de conservación permite el franqueo de la muralla de la ciudad (foto 2). Aquí mismo ya se pueden apreciar las diferencias cronológicas existentes en los paramentos de la muralla. Concretamente se distinguen dos etapas constructivas. La más antigua emplea una mampostería de gran tamaño, no mal trabajada en una amplia gama de configuraciones trapezoidales. Los bloques aparecen colocados en seco, siendo tres metros el espesor del muro resultante. Ha sido datada en el siglo V a.C. Las fotografías 3,4, 5 y 6 ilustran perfectamente esta clase de muralla. La foto 6 corresponde a una sección en planta del muro donde se aprecian claramente sus paramentos (externo e interno) y el núcleo interno aparentemente formado por un aglomerado basto de mampostería y mortero de barro.

Foto 12.- Estructura interna de la puerta del sector SO. Mediados del siglo IV a.C. al primer cuarto del siglo III a.C.

La segunda etapa constructiva data de época helenística temprana (mediados del siglo IV a.C. al primer cuarto del siglo III a.C.) y se puede relacionar con las labores de mejora de la capacidad defensiva del recinto amurallado con motivo de la conversión de Neandria en fortaleza que comentamos anteriormente. Se distingue fácilmente de la primera etapa porque, si bien el sistema constructivo es el mismo, emplea bloques mucho más regulares (casi se pueden calificar de sillares) colocados de forma isodómica, esto es en hiladas con todas sus piezas de la misma altura. El resultado es un acabado bastante más fino y aspecto menos primitivo. En el frente septentrional del recinto existen paños enteros de muralla labrados de esta manera (foto 7), en el meridional sólo se puede encontrar en las torres de flanqueo cuadradas (fotos 8, 9 y 10), en algún que otro paño muy corto (foto 11) y en la estructura interna de la puerta del sector SO (foto 12) por donde se accede al yacimiento. Resulta evidente que estas torres fueron añadidas a la muralla preexistente, la del siglo V a.C., que no debía contar con ellas. En la foto 13 se puede ver el acoplamiento entre ambos paramentos a nivel torre-muro.

Foto 13.- Acoplamiento entre la muralla del siglo V a.C. y la torre cuadrada de mediados del siglo IV a.C. al primer cuarto del siglo III a.C.

Aunque la bibliografía informa de la existencia pretérita de un templo dedicado a Apolo, de un ágora con su correspondiente stoa, de un estadio y posiblemente de un teatro, todo ello detectado arqueológicamente, lo cierto es que muy poco de ello, por no decir nada, puede ser apreciado hoy en día en el solar de Neandria. En efecto, el interior de Neandria no es más que una gran meseta vacía de 40 hectáreas cubierta de hierba, unos cuantos peñascos y multitud de mampuestos informes. Tampoco es que esto sea de extrañar pues dado que la única excavación realizada en la ciudad se remonta a 1889 lo normal es que todo lo desenterrado entonces se haya vuelto a cubrir con el paso de las décadas. Por nuestra experiencia en otros yacimientos, nos consta que en 126 años ha dado tiempo más que suficiente para ello. Además, también hay que tener en cuenta que en la antigüedad sólo se llegaron a habitar la mitad de las 40 has disponibles, por lo que muchos puntos del yacimiento que hoy aparecen vacíos de estructuras lo estuvieron así siempre. Sí que es cierto, no obstante, que hacia el extremo occidental del yacimiento, donde una elevación marca el lugar de la antigua acrópolis de la ciudad, se pueden distinguir bastantes alienaciones de mampuestos: vestigio claro de antiguos muros, y también varias concentraciones de aquellos significativamente elevadas que apuntan a la existencia de un edificio de gran tamaño enterrado en esa zona (foto 14).

Foto 14.- Emplazamiento de Neandria. Al fondo la acrópolis. A sus pies las aglomeraciones de mampuestos indican la presencia de edificios mayores sepultados.

Tras un largo rato de exploración decidimos concluir la visita. Lamentablemente no hemos podido examinar Neandria como nos hubiera gustado ya que el tiempo cunde poco en un yacimiento como aquél, verdaderamente extenso, donde se tarda bastante en ir de un lugar a otro. Sea como sea lo cierto es que no nos apetece irnos. No en vano el desolado lugar, lleno de quietud sólo rota por los vientos que surcan libres a tanta altura, posee una magia especial fruto del enorme peso de los siglos que yacen allí enterrados. Pero hay que irse pues el día es corto y todavía queremos visitar un tercer lugar antes de que concluya. El retorno al pueblo se hace fácil pues es conocido y además cuesta abajo. Justo al llegar se nos cruza en el camino un colorido grupo de ocas, pavos y gallinas, estas últimas comandadas por un par de gallos muy flamencos. Inmortalicémoslo en la siguiente foto (15), con la que daremos por concluida esta entrada.

Foto 15.- Algunos habitantes plumíferos de Neandria...

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