viernes, 9 de agosto de 2013

METELLINUM (Medellín). De campamento a ciudad romana.

La Metellinum romana se corresponde con la actual Medellín, provincia de Badajoz, en cuyo casco urbano e inmediaciones se encuentran los escasos pero significativos vestigios que el pasado clásico nos ha legado.
 
Los orígenes de la antigua ciudad romana, hoy población extremeña, se encuentran en cierto asentamiento prerromano localizado en la cumbre del cerro del castillo de Medellín, donde hoy se alza la gran fortaleza medieval que da nombre a este accidente geográfico.

Muralla romana de Metellinum, con su esbelto paramento externo de mampostería regular en hiladas.
 
En el año 79 a.C. desembarca en Hispania Quinto Cecilio Metelo Pío (Quintvs Caecilivs Metellivs Pivs en latín), nuevo procónsul de la Ulterior. Su misión era derrotar al rebelde Sertorio, que bajo su dirección de cuño romano había independizado de facto una gran parte de la península ibérica.
 
Al mando de dos legiones, Metelo se dirige a la provincia Lusitania, en plena efervescencia bélica por aquel entonces al hallarse bajo control de Sertorio todos los territorios al norte del Guadiana. Decidido a afianzar el dominio romano sobre la zona, Metelo establece dos grandes campamentos a manera de puntos fuertes y un número indeterminado pero considerable de puntos fortificados menores. Estos dos campamentos fueron Castra Caecilia (identificado con el yacimiento de Cáceres el Viejo, en las proximidades de Cáceres capital) y Castra Metellinum, la actual Medellín, que iniciaba así su andadura por la senda de la Historia.
 
Sección transversal de la muralla romana de Metellinum donde se observa claramente el paramento externo de mampostería por hiladas y el núcleo de argamasa de cal y mampuestos sin desbastar.
 
La plaza campamental de Metellinum sobreviviría al final de las guerras sertorianas, concluidas en el año 71 a.C. con la derrota del líder rebelde. Reducida en extensión, se extendía por la cumbre del cerro del castillo y su ladera meridional, dejando sin ocupar las otras laderas sin duda ante el temor a las inundaciones provocadas por los frecuentes desbordamientos del Guadiana en época de crecida. No obstante, su importancia político-administrativa era grande al tratarse del mayor asentamiento romano en bastantes kilómetros a la redonda. Este hecho, unido a la existencia de varios epígrafes que indican la pertenencia de los naturales de Metellinum a la tribu Sergia (en menor porcentaje, a la Galeria), permite aseverar el ascenso del asentamiento a la condición de colonia durante el gobierno de César (las colonias cesarianas solían ser inscritas en la tribu Sergia). Nos encontramos, pues, ante una de las colonias romanas más antiguas de la península Ibérica, algo que por otra parte no debe extrañarnos dado que se trataba de una plaza de fundación romana, de cuya lealtad por tanto no había motivos de duda.
 
Metellinum conocería un periodo de gran esplendor durante el periodo republicano tardío y los primeros años del imperio (segunda mitad del siglo I a.C.). Sin embargo, la fundación de la Colonia Augusta Emérita en el año 25 a.C., veinticinco kilómetros aguas abajo del Guadiana, y su rápido crecimiento posterior iban a eclipsar en poco tiempo a la ciudad de Metelo. A pesar de todo Metellinum conservaría un considerable vigor urbanístico a lo largo del periodo Julio-Claudio (14-68 d.C.) tal y como atestigua el culto imperial detectado en la epigrafía, el patronazgo de personajes principales como Druso, hijo de Germánico, o Gaius Caesar, hijo adoptivo de Augusto y, sobre todo, los restos del gran puente sobre el Guadiana, arrasado por una riada a comienzos del siglo XVII y del que sólo quedan las bases de las pilas, así como las ruinas del teatro de la ciudad, erigido en el siglo I d.C. aprovechando la pendiente de la ladera del cerro del castillo.
 
Sección longitudinal de la muralla de Metellinum.
 
Conocemos poco acerca del devenir de Metellinum en los siglos siguientes a su fundación y desarrollo temprano. La falta de excavaciones arqueológicas se une en este caso al escaso volumen de referencias en los textos latinos para componer un panorama en exceso esquemático si bien probablemente correcto. Así, lo más que se puede decir es que no parece que la ciudad pasara nunca de entidad urbana más bien pequeña, sobre todo en comparación con la cercana y mucho más fastuosa Emérita. Sí que poseía, no obstante, un territorium independiente del de Emérita en el que florecían grandes villas agrícolas dependientes de la ciudad, la mayoría de las cuales han sido estudiadas con metodología arqueológica o al menos prospectadas de tal manera que se ha podido reconstruir con bastante precisión los límites de dicho territorium.
 
Muralla romana de Metellinum, en el área del teatro, con el recrecimiento de tapial de época almohade.
 
Los únicos autores antiguos que citan a Metellinum en sus obras son, como suele ser habitual en estos casos de parquedad documental, Plinio el Viejo y Ptolomeo. El primera la cita como Metellinensis Colonia, el segundo como Caecilia Gemellina en las coordenadas 8º 40´ O -- 39º 30´N. La ciudad también es mencionada en el itinerario de Antonino como mansio de la ruta XI que enlazaba las grandes urbes de Emérita y Córduba, la última antes de llegar a Emérita. De hecho, la construcción del puente romano sobre el Guadiana, hoy casi desparecido como se dijo, fue acometida con el objetivo de dar continuidad a esta ruta a su paso por Metellinum. Por último añadir que también aparece citada en el anónimo de Rávena con el nombre de Metilinon.
Aunque la ciudad nunca pudo superar la imponente competencia que suponía la proximidad de la capital de la diócesis hispánica, lo cierto es que a diferencia de muchas otras urbes hispanorromanas no sucumbió a la crisis del siglo III o a las turbulencias de finales del imperio, ni tan siquiera a la invasión musulmana que tantos núcleos antiguos yermara para siempre. Probablemente sea la existencia del puente sobre el Guadiana, imprescindible a la hora de asegurar las comunicaciones entre la capital del emirato y la siempre levantisca Mérida, la razón última de éste éxito, por otra parte motivo de que en lo alto del cerro del castillo haya lucido siempre su estampa una recia fortaleza.
 
Restos, casi arrasados, de una de las puertas de la muralla de Metellinum.
 
Aparte de los maltrechos restos del puente y las no mucho mejor conservadas ruinas del teatro, el único vestigio de la antigua Metellinum que nos ha llegado son unos pocos fragmentos de su muralla y los vestigios, muy degradados, de una posible puerta (aparentemente de acceso directo con una torre de flanqueo a la izquierda). De lo poco que queda de la muralla se puede entresacar una factura simple, poco monumental  --opus incertum--, de formas rectilíneas y con escasa profusión de elementos poliorcéticos como por ejemplo torres. Muestra un aparejo de triple hoja, siguiendo los preceptos del emplecton romano. Los paramentos externos fueron levantados con mampuestos sin tallar aunque de tamaño y forma bastante uniformes lo que permitió una regularización en hiladas ciertamente armoniosa. Todo el conjunto está ligado con un mortero de cal de muy buena calidad, fiel indicio de su origen romano. El núcleo interno, por su parte, lo forma la habitual mezcla heterogénea de tierra y mampuestos, nuevamente ligados con mortero de cal de alta calidad. En la actualidad conserva un alzado máximo de algo más de 2,5 metros en el mejor de los casos. Su espesor, más bien moderado, no alcanza los dos metros. Considerando en conjunto todas estas características, resulta bastante verosímil atribuirle una cronología temprana a esta muralla, de tipo más simbólico que defensivo por tanto. Probablemente se construyera con ocasión del ascenso de la ciudad a la categoría de Colonia, acontecimiento éste datable en algún momento entre los años 63 y 40 a.C., fechas respectivas del nombramiento de Julio César como cuestor de la Hispania Ulterior y de la batalla de Munda.
 
Ruinas del teatro romano de Metellinum. La bóveda de ladrillo se corresponde con uno de los dos accesos principales al edificio.
 
La muralla romana de Metellinum siguió siendo utilizada en los siglos medievales como defensa principal de la plaza, al menos mientras pudo  soportar el embate de los siglos y los conflictos de los hombres. Sin embargo hubo un momento, posiblemente hacia finales del siglo XII, en que los viejos lienzos romanos estaban tan arrasados que ya no podían proporcionar una defensa adecuada. Debió ser entonces cuando se recrecieran con un tapial de cal y canto de mediana calidad, observable todavía en la mayoría de los lugares donde se ha conservado la muralla de Medellín y que, a juzgar por su morfología, debe ser obra almohade.
 
Ruinas de la parte baja de la cávea del teatro romano de Metellinum.