La Metellinum romana se corresponde con la actual Medellín, provincia de
Badajoz, en cuyo casco urbano e inmediaciones se encuentran los escasos pero
significativos vestigios que el pasado clásico nos ha legado.
Los orígenes de la antigua ciudad romana, hoy población extremeña, se
encuentran en cierto asentamiento prerromano localizado en la cumbre del cerro
del castillo de Medellín, donde hoy se alza la gran fortaleza medieval que da
nombre a este accidente geográfico.
Muralla romana
de Metellinum, con su esbelto paramento externo de mampostería regular en
hiladas.
En el año 79 a.C. desembarca en Hispania Quinto Cecilio Metelo Pío (Quintvs Caecilivs Metellivs Pivs en
latín), nuevo procónsul de la Ulterior. Su misión era derrotar al rebelde Sertorio,
que bajo su dirección de cuño romano había independizado de facto una gran parte de la península ibérica.
Al mando de dos legiones, Metelo se dirige a la provincia Lusitania, en
plena efervescencia bélica por aquel entonces al hallarse bajo control de Sertorio
todos los territorios al norte del Guadiana. Decidido a afianzar el dominio
romano sobre la zona, Metelo establece dos grandes campamentos a manera de
puntos fuertes y un número indeterminado pero considerable de puntos
fortificados menores. Estos dos campamentos fueron Castra Caecilia (identificado
con el yacimiento de Cáceres el Viejo, en las proximidades de Cáceres capital)
y Castra Metellinum, la actual Medellín, que iniciaba así su andadura por la
senda de la Historia.
Sección
longitudinal de la muralla de Metellinum.
Conocemos poco acerca del devenir de Metellinum en los siglos siguientes
a su fundación y desarrollo temprano. La falta de excavaciones arqueológicas se
une en este caso al escaso volumen de referencias en los textos latinos para
componer un panorama en exceso esquemático si bien probablemente correcto. Así,
lo más que se puede decir es que no parece que la ciudad pasara nunca de
entidad urbana más bien pequeña, sobre todo en comparación con la cercana y
mucho más fastuosa Emérita. Sí que poseía, no obstante, un territorium independiente del de Emérita en el que florecían
grandes villas agrícolas dependientes de la ciudad, la mayoría de las cuales
han sido estudiadas con metodología arqueológica o al menos prospectadas de tal
manera que se ha podido reconstruir con bastante precisión los límites de dicho
territorium.
Muralla romana
de Metellinum, en el área del teatro, con el recrecimiento de tapial de época
almohade.
Los únicos autores antiguos que citan a Metellinum en sus obras son, como
suele ser habitual en estos casos de parquedad documental, Plinio el Viejo y
Ptolomeo. El primera la cita como Metellinensis Colonia, el segundo como Caecilia Gemellina en
las coordenadas 8º 40´ O -- 39º 30´N. La ciudad también es mencionada en el
itinerario de Antonino como mansio de la ruta XI que enlazaba las
grandes urbes de Emérita y Córduba, la última antes de llegar a Emérita. De hecho,
la construcción del puente romano sobre el Guadiana, hoy casi desparecido como
se dijo, fue acometida con el objetivo de dar continuidad a esta ruta a su paso
por Metellinum. Por último añadir que también aparece citada en el anónimo de
Rávena con el nombre de Metilinon.
Aunque la ciudad nunca pudo superar la imponente
competencia que suponía la proximidad de la capital de la diócesis hispánica,
lo cierto es que a diferencia de muchas otras urbes hispanorromanas no sucumbió
a la crisis del siglo III o a las turbulencias de finales del imperio, ni tan
siquiera a la invasión musulmana que tantos núcleos antiguos yermara para
siempre. Probablemente sea la existencia del puente sobre el Guadiana,
imprescindible a la hora de asegurar las comunicaciones entre la capital del
emirato y la siempre levantisca Mérida, la razón última de éste éxito, por otra
parte motivo de que en lo alto del cerro del castillo haya lucido siempre su
estampa una recia fortaleza.
Restos, casi
arrasados, de una de las puertas de la muralla de Metellinum.
Aparte de los maltrechos restos del puente y las no
mucho mejor conservadas ruinas del teatro, el único vestigio de la antigua
Metellinum que nos ha llegado son unos pocos fragmentos de su muralla y los
vestigios, muy degradados, de una posible puerta (aparentemente de acceso
directo con una torre de flanqueo a la izquierda). De lo poco que queda de la
muralla se puede entresacar una factura simple, poco monumental --opus incertum--, de formas
rectilíneas y con escasa profusión de elementos poliorcéticos como por ejemplo
torres. Muestra un aparejo de triple hoja, siguiendo los preceptos del
emplecton romano. Los paramentos externos fueron levantados con mampuestos sin
tallar aunque de tamaño y forma bastante uniformes lo que permitió una
regularización en hiladas ciertamente armoniosa. Todo el conjunto está ligado
con un mortero de cal de muy buena calidad, fiel indicio de su origen romano.
El núcleo interno, por su parte, lo forma la habitual mezcla heterogénea de
tierra y mampuestos, nuevamente ligados con mortero de cal de alta calidad. En
la actualidad conserva un alzado máximo de algo más de 2,5 metros en el mejor
de los casos. Su espesor, más bien moderado, no alcanza los dos metros.
Considerando en conjunto todas estas características, resulta bastante
verosímil atribuirle una cronología temprana a esta muralla, de tipo más
simbólico que defensivo por tanto. Probablemente se construyera con ocasión del
ascenso de la ciudad a la categoría de Colonia, acontecimiento éste datable en
algún momento entre los años 63 y 40 a.C., fechas respectivas del nombramiento
de Julio César como cuestor de la Hispania Ulterior y de la batalla de Munda.
Ruinas del teatro romano
de Metellinum. La bóveda de ladrillo se corresponde con uno de los dos accesos
principales al edificio.
La muralla romana de Metellinum siguió siendo
utilizada en los siglos medievales como defensa principal de la plaza, al menos
mientras pudo soportar el embate de los
siglos y los conflictos de los hombres. Sin embargo hubo un momento,
posiblemente hacia finales del siglo XII, en que los viejos lienzos romanos
estaban tan arrasados que ya no podían proporcionar una defensa adecuada. Debió
ser entonces cuando se recrecieran con un tapial de cal y canto de mediana
calidad, observable todavía en la mayoría de los lugares donde se ha conservado
la muralla de Medellín y que, a juzgar por su morfología, debe ser obra
almohade.