Por el sugerente nombre de
“Castillo de Moros” son conocidos los restos de un recinto amurallado
localizados en un berrocal granítico muy cerca de la carretera que une las
localidades pacenses de Quintana de la Serena y Valle de la Serena.
Resulta destacable su proximidad
al recinto romano de época republicana (siglo I a.C.) de Hijovejo – 1, del cual
no le separan en línea recta más de doscientos metros, flanqueando a la sazón
uno por cada lado la citada vía. No obstante su emplazamiento es ligeramente
distinto toda vez que Hijovejo – 1 se halla prácticamente en llano,
aprovechando unos bolos graníticos poco relevantes, mientras que el Castillo de
Moros utiliza un cerrete de escasa entidad pero considerablemente más destacado
en el paisaje para ganar algo más de valor defensivo. Sea como sea, en ambos
casos se trata de emplazamientos poco apropiados desde el punto de vista
defensivo dada su evidente accesibilidad.
Vista general del emplazamiento del Castillo de Moros.
DESCRIPCIÓN DEL RECINTO Y
SU EMPLAZAMIENTO. El estado de los restos conservados es bastante malo,
al menos en lo referente a las estructuras visibles en superficie. Casi ocultos
por la vegetación, apenas se aprecian algunos paramentos exteriores
correspondientes a lienzos de muralla, mientras que el intradós de dichos
lienzos aparece completamente soterrado. Para colmo la mayor parte del
perímetro que indudablemente tuviera en el pasado esta fortificación se
encuentra perdido en la actualidad, bien porque yazca sepultado bajo tierra,
bien porque simplemente haya desaparecido engullido por los múltiples trabajos
agrícolas y ganaderos sufridos por el emplazamiento desde entonces (entre los
cuales no faltan algunos cercados próximos verificados con un material pétreo
idéntico al del Castillo de Moros). Es por ello que, llegado el momento de
reconstruir la traza de este recinto, es preciso dejarse guiar más por la
lógica y el sentido común que por la siempre más segura evidencia arqueológica.
Como ya se
dijera anteriormente, el Castillo de Moros se yergue sobre un cerrete granítico
de escasa relevancia, similar a muchos otros de la zona. Una primera vuelta
alrededor del emplazamiento permite distinguir dos zonas distintas, dispuestas
de forma aterrazada según un modelo innumerablemente repetido en lasa
fortificaciones de la Antigüedad. Así, elevándose unos dos metros sobre la
llana dehesa encontramos en primer lugar una suerte de plataforma (figura 1),
con sus taludes poco pronunciados. Esta plataforma, de forma ovoidal y unas
dimensiones aproximadas de 20 x 10 metros, rodea la segunda zona del cerrete, a
saber un bolo granítico, quedando un espacio transitable en su coronamiento
variable entre los cinco y los siete metros de ancho. No obstante dicha
circunvalación no es completa, limitándose a los flancos occidental, oriental y
meridional del citado bolo, cuyo flanco septentrional, privado de plataforma,
se apoya directamente en el suelo de la dehesa. Por su parte, el bolo granítico
puede describirse como una reducida afloración pétrea de planta aproximadamente
rectangular –unos 10 X 3 metros—orientada en sentido Este-Oeste. Sin acceso
sencillo desde la plataforma dada la verticalidad de sus paredes naturales,
resulta evidente su carácter de acrópolis diminuta, sin duda utilizado en la
antigüedad para incrementar el valor militar del recinto.
Fig. 1.- Plataforma del
Castillo de Moros vista desde su sector suroriental. A la izquierda se yergue
el bolo granítico.