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kilómetros al norte de Milas, en un recóndito paraje de las montañas cercanas, se
alzan las ruinas del santuario de Labraunda, que fuera centro de máxima devoción
para carios y licios. Es un lugar de gran hermosura no sólo por la belleza
intrínseca de los restos antiguos, que no es poca, sino por su magnífico
paisaje, resumible en un inmenso bosque de pinos desafiando la gravedad allá en
sus enriscados lechos de roca y arena. He aquí el objetivo trazado para la
tarde de nuestro séptimo día de viaje por Asia Menor.
Foto
1 (arriba).- Detalle de la fábrica de sillería empleada en todas las
estructuras de época hecatómnida existentes en el santuario de Labraunda. Foto
2 (abajo).- Muro de contención del primer aterrazamiento.