Concluida
la visita a Cízico, dejamos la península de Kapu Dagh y retornamos a las vastas
extensiones turcas. Una vez en la autopista, conducimos en dirección a la
localidad costera de Çanakkale, al pie del Helesponto. 200 kilómetros de costa
del Mármara separan de ella. La carretera es buena y se consumen los kilómetros
rápidamente, siempre hacia poniente. En un momento dado, como a mitad de camino
o algo menos, aparece un cartel que envía hacia las ruinas de Priapos. Aún
queda algo de luz. Calculamos que podemos llegar justo antes de que anochezca,
justitos pero llegamos.
El yacimiento se halla a unos veinte kilómetros por carreteras secundarias, junto a la pequeña localidad pesquera de Karabiga, en
el interior de una ancha bahía con hermosas vistas (foto 1). Los últimos rayos de sol se
están posando sobre los desvencijados muros cuando por fin los alcanzamos,
tiñéndolos de un intenso tono anaranjado. Dichos muros pertenecen a una muralla
urbana jalonada de torres cuadradas que, aunque hoy en día se halla bastante
maltrecha, antaño tuvo que ser realmente poderosa a juzgar por la gran envergadura
de las torres (foto 2) y el enorme espesor de los lienzos de mampostería (fotos
3 y 4). Recorremos una parte del perímetro de muralla, la que más a mano nos
pilla. Tenemos entendido que existen restos de estructuras habitacionales en el
interior del yacimiento pero la noche se nos está echando encima y ya no da
tiempo a más. Ha sido una visita relámpago aunque no por ello menos
interesante.
Foto 1.- La hermosa bahía de Karabiga, vista desde las inmediaciones de la ciudad antigua de Priapos, a la luz del atardecer. Foto cedida por El prisma de Lara. |
Foto 2.- Ruinas de un torreón perteneciente a la muralla tardo-bizantina de Pegai/Priapos.
La ciudad de Priapos fue fundada a finales del siglo IV a.C. por colonos de Cízico o de Mileto. Su nombre procede directamente del dios Príapo, protector de la fertilidad, de los cultivos y de los animales, cuyo culto se iniciara en época remota en esta zona del Helesponto, extendiéndose posteriormente a todo el oriente helénico. Alejandro Magno derrotó por primera vez al ejército persa muy cerca de esta ciudad de Priapos, en las orillas del río Gránico (mayo del 334 a.C.). Conocido el desenlace de la batalla, Priapos abrió inmediatamente las puertas al conquistador macedonio sin oponer la menor resistencia. La ciudad acuñó abundante moneda de bronce durante el siglo III a.C., con Apolo en el anverso y crustáceos marinos en el reverso tales como cangrejos y langostas, claro indicio de la vocación pesquera de la ciudad. En la siguiente figura podemos ver sendos ejemplares de estas acuñaciones:
Figura 1.- Bronces de pequeño tamaño acuñados en Priapos en el siglo III a.C.
En
época romana fue una ciudad de moderada importancia dentro de la región de
Misia, cuyos territorios hacían frontera con los de Cízico, mucho más extensos.
Durante el periodo bizantino Priapos sería conocida por el nombre de Pegai
(también Pegae). Su valor estratégico se verá grandemente acrecentado a partir
de 1302 en que la derrota bizantina en la batalla de Bapheus permite a los
turcos alcanzar la orilla asiática del Bósforo y rodear las plazas clave de Nicomedia,
Nicea y Prousa (Bursa), aislándolas del resto del territorio imperial por lo
que su pérdida era ya sólo una mera cuestión de tiempo. A partir de ese momento
las únicas posesiones imperiales en Asia Menor relativamente libres de la
amenaza otomana se reducen a la franja costera del mar de Mármara encabezada por
las ciudades de Cízico, Lopadion, Achyraios y nuestra Pegai/Priapos. Como es
natural, Constantinopla se apresurará a asegurar tan cruciales cabezas de playa.
Resulta comprensible que el grueso de los recursos bizantinos se concentrara en
Pegai dado que Cízico, su compañera de sector costero, ya estaba prácticamente abandonada
por aquel entonces. Es en este escenario donde encaja perfectamente la
construcción de la poderosa muralla de Pegai/Priapos cuyos restos podemos
contemplar hoy en día: a todas luces tardo-medievales bizantinos, perfectamente
acordes por tanto con la datación que acabamos de proponer. Pegai aguantaría en
manos bizantinas hasta la década de 1370: sin duda sus formidables murallas tuvieron
que ver en este razonable éxito.
Foto 3.- Lienzo de muralla tardo-bizantina en buen estado de conservación.
De
vuelta en la carretera principal que discurre paralela al mar de Mármara,
conducimos sin incidentes hasta Çanakkale: una ciudad costera, con mucha
juventud por todas partes y aire realmente moderno. Poco que ver con el
ambiente tradicional de ciudades como Bursa o Izmit. Disfrutamos de una buena
cena de estilo mitad europeo, mitad turco, en uno de los acogedores
restaurantes del paseo marítimo antes de retirarnos al hotel. No ha estado mal,
desde luego, para un día. Mañana más.
Foto 4.- Fragmentos muy deteriorados de la muralla tardo-bizantina en los que se puede apreciar su enorme espesor.
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