sábado, 4 de mayo de 2019

Descubriendo Asia Menor II. Día 8, 2ª Parte. Iasos.

Kiyikislacik es un pequeño pueblo pesquero con escaso ambiente fuera de la temporada veraniega. Su desarrollo económico se encuentra lastrado por su excéntrico emplazamiento en relación con la ruta principal más cercana y por estar comunicado con el resto de Turquía por un par de carreteras estrechas y con mucha curva, bastante incómodas de recorrer. Es evidente que poca gente va a Kiyikislacik de ordinario y de hecho apenas encontramos tráfico tanto en el trayecto de llegada como en el de salida. 



Foto 1 (arriba).- Torre cuadrada de la fortaleza del istmo perteneciente a la construcción original del siglo VII d.C. Foto 2 (centro).- Gran torre semicircular localizada en el frente meridional de la fortaleza del istmo. Obra de comienzos del siglo XV. Foto 2bis (abajo).- Fragmento de la muralla hecatómnida de Iasos sobre la que se apoya un sector del frente meridional de la fortaleza del istmo.

El yacimiento de Iasos se encuentra en una prominente península, a la sazón conectada por un estrecho istmo con el tramo de costa anejo, donde se alza Kiyikislacik. Presenta un acceso muy sencillo, trivial; basta con aparcar en las proximidades del istmo y realizar el recorrido andando. Vamos con la historia del lugar…



Figura 6 (arriba).- Planta de la fortaleza del istmo, indicando las distintas cronologías de sus paramentos. Foto 3 (centro).- Torre del siglo VII en la fortaleza del istmo, con su paramento de sillería de buena calidad. Foto 4 (abajo).- Lienzo de muralla de la fortaleza del istmo construido en sillarejo, torre esquinera al fondo.

Los orígenes de Iasos (Íaso en castellano, Iasus en latín) deben buscarse en la Edad del Bronce medio (siglo XVIII a.C.), época en que la arqueología ha detectado un nivel de poblamiento importante en lo que por aquel entonces no era una península sino una isla. No es extraño que dicha isla fuera escogida como emplazamiento de un asentamiento ya que se encuentra ubicada en un lugar muy apropiado para controlar y beneficiarse de la profunda y amplia bahía que realiza la costa anatólica en este área (el antiguo golfo de Iasos –Sinus Iasiacus--, hoy golfo de Mandalya). Si a esto le añadimos la elevada capacidad defensiva proporcionada por el escarpado relieve de la isla la conclusión es clara.


Foto 5 (arriba).- Muralla de mampostería de la fortaleza del istmo. Cronología medieval bizantina. Foto 6 (abajo).- Restos de dependencias abovedadas casi soterrados por completo localizados en el interior de la fortaleza del istmo.

El motor económico de Iasos fue desde un buen principio la pesca: al parecer bastante abundante en las aguas del Sinus Iasiacus. La explotación agrícola y ganadera del terreno tuvo un papel mucho más reducido debido a la aridez del terreno circundante (mayoritariamente agreste) y a la pobreza de las comunicaciones con el interior del país de la que siempre ha adolecido este rincón de Asia Menor. Posteriormente, en época romana y bizantina, Iasos se beneficiaría también de la explotación de unas canteras próximas de las que se extraía un mármol de color rojo y blanco pálidos especialmente decorativo.

Foto 7.- Puerta bizantino-medieval de la muralla de Iasos en las proximidades de la fortaleza del istmo.

La leyenda fundacional de la ciudad, recogida por Polibio (Historias, XVI, 12, 1), afirmaba que Iasos había sido fundada por un grupo de colonos de la ciudad griega de Argos, de filiación doria. Cuenta también Polibio que la gente de Iasos libró una dura contienda con los nativos carios, perdiendo gran cantidad de habitantes en los combates. Resolvieron, entonces, pedir ayuda al hijo de Neleo, el fundador de la cercana Mileto, griego como ellos pero jonio, no dorio, quien ayudó a repoblar Iasos con milesianos, de tal manera que los iasios se jactaban de ser descendientes de Argos y de Mileto o lo que es igual se sentían orgullosos de poseer sangre doria y jónica a la vez. He aquí el origen mítico de los fuertes lazos que tradicionalmente unieran a Iasos con la gran ciudad de Mileto: cabeza de la comarca y una de las ciudades más importantes del occidente microasiático; lazos los cuales se remontan, a tenor de lo informado por el registro arqueológico, a las primeras décadas del siglo VII a.C. 


Foto 8 (arriba).- Torre hecatómnida de la muralla de Iasos. Siglo IV a.C. Foto 9 (abajo).- Detalle del paramento de sillería de alta calidad con el que está construida la anterior torre.

Las divinidades tutelares de Iasos eran Zeus Megistos, Artemisa Astias (epíteto exclusivo de esta ciudad, cuya existencia ha sido confirmada por una inscripción) y la pareja Démeter-Core (hija de la primera). Tres áreas sacras fueron construidas en el siglo VI a.C. en honor a estas deidades. Es también en este siglo cuando las fronteras del imperio aqueménida superan por primera vez la barrera de los montes Tauro, derrotando a Creso de Lidia en el año 546 a.C. y apoderándose de su reino, lo que supuso la extensión del dominio persa hasta la costa del Egeo, Iasos incluida.


Fotos 10 y 11.- Edificios de construcción posterior al siglo VII d.C. anejos a la muralla meridional de la fortaleza del istmo por el lado de dentro de la ciudad.

La disconformidad griega con la soberanía persa estalla en 499 a.C. en forma de una gran revuelta de ciudades jonias encabezada e instigada por Mileto. Las milicias jonias tienen éxito en un principio pero la llegada de refuerzos persas permite a éstos recobrar la iniciativa y recuperar el territorio perdido hasta concluir la campaña con la toma de Mileto en 494 a.C. Iasos, la fiel aliada de Mileto, sería duramente castigada por su participación en la revuelta, permaneciendo postrada durante algún tiempo. No obstante se recuperará lo suficiente para que, llegado el momento de entrar en la liga de Delos a mediados del siglo V a.C., se le asigne una contribución, nada pequeña, de un talento anual (seis mil dracmas).

Foto 12.- Ruinas de edificios de cronología tardía localizados en el espacio otrora ocupada por el ágora de Iasos. En segundo plano se observan los restos de una iglesia cristiana.

Iasos se encuadraría en el bando ateniense durante la primera guerra del Peloponeso. En 420 a.C. Pisutnes, el sátrapa persa de Lidia, se subleva contra el monarca aqueménida Dario II. Atenas, siempre presta a aprovechar los problemas de su ancestral enemigo, brinda su apoyo al rebelde. No obstante, Dario II, en la persona de su enviado, el noble Tisafernes, logra derrotar a Pisutnes. Tras la ejecución de este último en 415 a.C. su hijo Amorges retoma el guión rebelde de su progenitor, levantando la provincia de Caria contra el soberano persa. Su cuartel general será emplazado en Iasos, a la sazón puerto de fácil defensa, aliado de Atenas, fácil de aprovisionar por la flota ateniense: dispuesta a apoyar a Amorges de la misma manera que lo hiciera a su difunto padre. Dueña Atenas del mar Egeo, las fuerzas persas no tenían ninguna posibilidad de expugnar Iasos y capturar a Amorges por lo que la sedición proseguía. Sin embargo la voluble fortuna decidió dar la vuelta a las tornas: Atenas fue derrotada en Sicilia, Esparta reinició las hostilidades contra Atenas (segunda guerra del Peloponeso) y se alió con Tisafernes contra Amorges. Así, a comienzos del 411 a.C. la flota espartana se presenta ante Iasos penetrando en su puerto ante la inacción de los iasios que la confundieron con la flota de sus aliados atenienses. Poco después caía la ciudad en manos espartanas (Tucídides, 8.28-29), siendo capturado Armoges y entregado a Tisafernes. De nuevo sería duramente castigada Iasos por su falta de acierto al elegir bando, ésta vez en forma de saqueo, destrucción generalizada, venta de sus habitantes como esclavos y emplazamiento de una guarnición persa en la fortaleza de la acrópolis (Diodoro, 13.104.7).



Fotos 13, 14 y 15.- Tres vistas distintas de las stoas de la antigua ágora de Iasos.

Hacia el 405 a.C. los ciudadanos de Iasos habían reconstruido ya buena parte de lo destruido y, evacuada de una forma u otra la guarnición persa, vuelto de nuevo los ojos hacia Atenas, su tradicional aliada. En el año 394 a.C. la flota ateniense al mando del navarca Konon derrota a la espartana en las proximidades de la ciudad portuaria de Cnidos. Consecuencia de esta victoria fue que el temor a la poderosa Esparta disminuyó a todo lo largo de la costa del Egeo, sumándose varias ciudades a la alianza formada por Atenas y Rodas un año antes. Iasos fue una de estas ciudades. Dicha alianza –Sinmachia en lengua griega—dejó un vivo recuerdo numismático en la forma de una breve serie de acuñaciones argénteas (tridracmas) emitidas por los diferentes miembros de aquélla. Se caracterizan por un anverso común: leyenda SUN (inicial de Synmachia) y una hermosa representación del Herakliskos Drakonopnigon, esto es Hércules niño estrangulando con sus manos a la pareja de serpientes enviada por la celosa Hera para matarlo. El reverso difiere según la ciudad, mostrando los atributos clásicos de cada una y el nombre de ésta (normalmente sólo la primera sílaba). Son monedas muy raras en todas sus variantes ciudadanas, aparentemente más conmemorativas de la alianza que destinadas a favorecer el comercio (su alto valor liberatorio contribuye a reforzar esta hipótesis). Fueron acuñadas hasta 390 a.C. como pronto, año en que Esparta retoma su control sobre la costa egea de Asia Menor. No más allá en cualquier caso del 386 a.C., fecha de la firma del tratado conocido como Paz de Antálcidas ó Paz del Rey por el cual dicha costa pasara a manos de Persia, eliminando así la amenaza de Esparta que había hecho necesaria la alianza. Como no hemos encontrado ninguna fotografía de tridracma aliado acuñado en Iasos debemos ilustrar esta interesante emisión con este magnífico ejemplar acuñado en Cnidos y subastado por la firma londinense Roma Numismatics el 23 de marzo de 2017 (figura 1):

Figura 1.- Tridracma acuñado en la ciudad de Cnidos declarando su pertenencia a la alianza contra Esparta formada en el año 395 a.C.

La batalla de Cnidos (394 a.C.) no sólo dio paso a una nueva alianza de ciudades pro-atenienses sino que también liberó el comercio en el mar Egeo lo suficiente como para que una ciudad como Iasos decidiera facilitar sus intercambios mercantiles acuñando su propia moneda de plata. Esto, de paso, es prueba de que la ciudad había recobrado la prosperidad tras el saqueo y la destrucción del 411 a.C. El tipo elegido para esta más bien reducida emisión (cierra en 390 a.C. por lo que no dio tiempo a acuñar demasiado) fue el hemidracma, mostrando cabeza de Apolo en anverso y, en reverso, lira y leyenda de ceca IASE todo dentro de cuadrado incuso (figura 2).

Figura 2.- Hemidracma acuñado en Iasos durante el periodo 394-390 a.C.

Los siguientes cincuenta años de historia de Iasos transcurrirán insertos en la satrapía persa de Caria, a la sazón gobernada por la dinastía hecatómnida en nombre del distante monarca aqueménida. Probablemente la muralla de la ciudad (no la de la acrópolis que sin duda es anterior) fue construida durante el reinado del mítico Mausolo (377-353 a.C.): monarca que se preocupara mucho por fortificar adecuadamente las principales ciudades de sus dominios. No fue, sin embargo, una época totalmente pacífica para Iasos, dividida en dos facciones: una proateniense y otra pro-hecatómnida. De hecho un grupo de ciudadanos de Iasos participó en cierta conspiración a nivel de provincia para organizar una revuelta contra los gobernantes hecatómnidas. Descubiertos por los agentes enemigos, fueron desterrados y sus bienes confiscados. 


Foto 16 (arriba).- Capitel corintio perteneciente a la columnata de la stoa suroriental del ágora. Foto 17 (abajo).- Bloque esculpido procedente del entablamento de la anterior stoa.

Iasos contribuiría con al menos un buque a la fuerza naval persa que intentara oponerse, sin éxito, a la flota macedonia que intentaba apoderarse de Mileto en el marco de la campaña de Alejandro Magno en tierras de Asia Menor (334-332 b.C.). Ganada Caria por los macedonios gracias al pacto con la reina Ada, Iasos queda incorporada sin mayor contratiempo al naciente imperio alejandrino. Sucedió por este tiempo un curioso episodio en la ciudad. Un joven llamado Hermias había cultivado tan profunda amistad con un delfín que éste siempre le esperaba para nadar con él cuando salía del gimnasio. Sin embargo un día se alejaron demasiado y aunque el delfín hizo todo lo posible por acercar a Hermias a la costa no pudo evitar que muriera ahogado. Destrozado por la pérdida de su amigo, el delfín se dejó morir, siendo arrojados por el mar los dos cuerpos sin vida. Este monumento a la amistad llegó a oídos de Alejandro Magno, que nombró al difunto muchacho sacerdote de Poseidón en reconocimiento a su demostrado vínculo con el mar y sus habitantes. La impronta dejada por este suceso en la memoria colectiva de la ciudad fue tan grande que la representación de Hermias cabalgando a su delfín constituiría un motivo recurrente en las emisiones iasias posteriores.


Foto 18 (arriba).- Fragmento de inscripción localizada en el friso de la stoa suroriental del ágora de Iasos. Foto 19 (abajo).- Esfinge esculpida en medio de hojas de acanto perteneciente al anterior friso.

Es sabido que Alejandro Magno demostró cierto trato de favor hacia Iasos, concediéndole un importante aumento del territorio bajo su control. La buena impresión provocada por la historia de Hermias pudo ser un motivo, otro la influencia ejercida sobre el héroe macedonio por los líderes “democráticos” de la ciudad, Gorgos y Minnion, a los que aquél apreciaba especialmente. 


Fotos 20 y 21.- Dos vistas distintas de la basílica de época imperial romana localizada en el ágora de Iasos.

A la muerte de Alejandro (323 a.C.), la satrapía de Caria, Iasos incluida, pasa a poder de Asandro, uno de sus generales. Éste conservaría el control sobre Caria hasta el 313 a.C., cuando fuera desalojado de sus extensos territorios por Polemaio, uno de los lugartenientes del poderoso Antígono Monoftalmos. Pero las luchas entre los diadocos proseguían y la paz en Asia Menor continuaba antojándose un anhelo esquivo y lejano. Así, en 301 a.C., con ocasión de la derrota y muerte de Antígono en la batalla de Ipsos, las tropas de Ptolomeo I, rey de Egipto desde 305, entran en Iasos, incorporándola a los dominios del país del Nilo. Por fortuna para la ciudad no sería éste un yugo muy pesado ya que el fundador de la dinastía Lágida le concedió un elevado grado de autonomía, eximiéndole así mismo del pago de tributos y de la onerosa obligación de alojar tropas a sus expensas. De esta manera finalizó el siglo IV a.C. para Iasos, una centuria sin duda muy azarosa pero cuyo balance, a pesar de toda esta agitación, fue realmente positivo, viviendo la ciudad una época de esplendor materializada en la construcción de un buen número de edificios monumentales sacros y profanos.

Foto 22.- Ruinas de una fuente localizada en las inmediaciones de la esquina nororiental del ágora.

El siglo III a.C. transcurrió en Iasos con una cierta tranquilidad bajo la égida, no muy opresiva, de los sucesivos soberanos lágidas. El grueso de las emisiones monetales de la ciudad corresponde a esta época, testimonio éste de un vigor comercial significativo. Se trata sobre todo de monedas de bronce de módulo pequeño y mediano, con Apolo en anverso, algunas veces Artemisa Astias, y el célebre mito de Hermias y el delfín en reverso junto a la leyenda de ceca IASEON más o menos contraída. También fueron emitidas algunas series de dracmas, concretando en ellas el nombre del magistrado monetal. En la figura 3 podemos ver, a la izquierda, un AE20 acuñado en Iasos entre el 250 y el 190 a.C. mientras que a la derecha se encuentra un dracma acuñado en algún momento del periodo 320-250 a.C., a la sazón “firmado” por un magistrado llamado Pantainos.

Figura 3.- Monedas acuñadas en Iasos durante el periodo 320-190 a.C.

Sólo en las décadas finales del siglo III a.C., coincidiendo con el debilitamiento del Egipto ptolemaico, empezará a complicarse el panorama en Iasos. Y es que las posesiones microasiáticas de la dinastía lágida eran un bocado muy goloso para los distintos poderes que se repartían el control de Asia Menor. En efecto, los ataques sobre Iasos realizados por un personaje poco conocido llamado Olímpico llevaron a ésta a solicitar la ayuda de Rodas, quien la acogió bajo su amparo ante la incapacidad de Ptolomeo IV para asegurar su defensa.


Fotos 23 y 24.- Pedestales con inscripciones localizados durante las excavaciones del ágora de Iasos.

 En el año 201 a.C. Iasos es ocupada por el ejército de Filipo V de Macedonia al comienzo de su campaña caria en apoyo de los intereses de Antíoco III y detrimento de los de Ptolomeo V. Una guarnición macedonia queda acantonada en la ciudad, siendo relevada un par de años después por otra enviada por Antíoco III. Derrotado Filipo V en la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C.), Rodas le pide a Roma que Iasos sea devuelta a su protectorado y a la soberanía, más bien nominal, de Ptolomeo V. Roma accede pero su mandato queda sin cumplirse ya que desde 199 a.C. la acrópolis de Iasos permanece bajo control seleúcida y no macedonio. La situación en la ciudad, ya de por sí muy tensa por los continuos vaivenes políticos, se torna desesperada a raíz de un fuerte terremoto que la asola en el año 198 a.C. Por fortuna Antíoco III demostrará saber estar a la altura de la ocasión como gobernante, aprobando la petición de Laodice, su esposa, de enviar ayuda a la ciudad (1000 medidas de trigo y dinero). En agradecimiento Iasos instaurará una fiesta en honor a Laodice y levantará un monumento conmemorativo con una inscripción en la que el pueblo iasio expresaba su fidelidad al monarca seleúcida y su magnánima esposa, a la que identificaban con la diosa Afrodita.


Foto 25 (arriba).- Ruinas del complejo termal romano de la ciudad de Iasos. Foto 26 (abajo).- Uno de los muros del citado complejo termal, con su recia mampostería de tipo romano.

La guerra entre Antíoco III y la república romana se traducirá en un reguero de destrucciones por todo el territorio de Iasos, que incluso llega a ser asediada por las legiones. Muy mal lo hubiera pasado, sin duda, la ciudad ante el coloso latino sin la intervención de ciertos iasios exiliados pro-romanos que rogaron a Rodas que intercediera ante Roma, lo que la poderosa isla hizo, consiguiendo el levantamiento del sitio (Tito Livio 37.17.3-8.). Cuando, finalmente, Antíoco es derrotado en la batalla de Magnesia (190 a.C.), la Caria seleúcida es entregada como botín de guerra a Rodas, aliada de Roma en la contienda. Iasos permanecerá bajo dominio rodio hasta el año 167 a.C. en que Roma decreta la libertad de todas las ciudades carias. Comenzaba así un periodo de independencia tutelada por la gran potencia latina, finiquitado en 129 a.C. con ocasión de la creación de la provincia romana de Asia y la inclusión de Iasos dentro de sus fronteras.


Fotos 27 y 28.- Elementos cristianizadores localizados en el pavimento de una de las stoas del ágora de Iasos.

Como tantas otras ciudades microasiáticas, Iasos apoyaría a Mitrídates VI, rey del Ponto, en su guerra total contra la república romana iniciada en el año 88 a.C. La primera fase del conflicto resulta favorable a los ejércitos mitridáticos que llegan a apoderarse de la mayor parte de Asia Menor y Grecia. Pero la reacción romana es contundente: el ejército comandado por Lucio Cornelio Sila expulsa de Grecia a los pónticos y desembarca en Asia Menor, haciendo retroceder al enemigo con romana eficacia. En 86 a.C. Sila logra recuperar Iasos con ayuda de una escuadra de barcos piratas, aliados de ocasión del general romano. En pago por su ayuda, Sila les autoriza a saquear la desdichada ciudad: nunca muy hábil a la hora de posicionarse en los conflictos. Por supuesto, la derrota de Mitrídates en el 85 a.C., rubricada con la firma de la paz de Dárdanos, deja a sus aliadas microasiáticas totalmente expuestas a la codicia de Roma, la cual se traduce en los años siguientes en unas imposiciones tributarias especialmente duras que lastraron el desarrollo de Asia Menor durante bastante tiempo.


Fotos 29 y 29bis.- Dos vistas de los muros exteriores del Bouleterion de Iasos.

Tras su azarosa participación en la primera guerra mitridática Iasos entra en un periodo de tranquilo y benéfico anonimato, caracterizado por un progreso continuado hasta alcanzar, en época de Trajano y su sucesor Adriano, la prosperidad suficiente como para construir o reedificar con majestuosidad sus monumentos más distinguidos. Acuña algunas series de bronces, pocas, durante los reinados de Marco Aurelio y Cómodo. Esto indica que su comercio se hacía especialmente por vía marítima, pagado en plata, siendo por tanto innecesaria una emisión sostenida de numerario de bronce: propio del comercio local y entre ciudades más o menos próximas. Esto confirma de alguna manera la cita de Estrabón según la cual la ciudad era rica en pesca pero pobre en cuanto a la feracidad de su territorio. En la figura 4 podemos ver un AE28 acuñado a nombre de Cómodo con leyenda de ceca IASEWON y figura estante de Zeus, caracterizado como Hermes, en reverso.

Figura 4.- AE28 acuñado a nombre de Cómodo en la ciudad de Iasos.

La centenaria Pax Romana se resquebraja a mediados del siglo III d.C., golpeada por las primeras oleadas de saqueadores bárbaros que logran superar las defensas fronterizas del Imperio. En el caso de Iasos, es muy probable que fuera tomada, saqueada y devastada en mayor o menor medida por incursores hérulos (circa 268 d.C.). El hallazgo de un tesoro de 3000 monedas en la zona del ágora, con fecha de cierre en el reinado de Galieno, permite realizar esta afirmación.

Foto 30.- Los marmóreos asientos del bouleterion de Iasos.

Superados los difíciles años de la anarquía militar, los periodos bajoimperial y bizantino temprano de Iasos se viven en un ambiente de moderada prosperidad. El culto cristiano se practica en iglesias de nueva construcción, siendo de hecho la ciudad sede de una diócesis episcopal sufragánea del metropolitano de Mileto. Desgraciadamente la situación cambiará a peor en el siglo VII: la ofensiva sasánida primero y los ataques árabes después ponen en grave peligro la supervivencia de la ciudad. Y es que a la debilidad del estado bizantino se le une que Iasos ha dejado de ser una isla: el material arrastrado durante siglos por la corriente de un pequeño arroyo ha creado un istmo que la ha convertido en una mucho más vulnerable península. Es por ello que desde Constantinopla se ordenó, probablemente, fortificar el citado istmo; medida que fue cumplida a conciencia vía la construcción de una recia ciudadela llamada a asumir el papel de centro militar y administrativo de Iasos durante el resto su existencia.



Foto 31 (arriba).- El bouleterion de Iasos. Cávea, muro escena y estrado pavimentado con opus sectile. Foto 32 (centro).- Inscripción localizada en uno de los muros del bouleterion. Foto 33 (abajo).- Acceso abovedado al interior del bouleterion.

No se conoce demasiado bien el periodo pleno-medieval de Iasos. Sí que es seguro que la ciudad retuvo un valor estratégico considerable, pues de otro modo no se explica el agudo proceso de refortificación documentado (siglos XII-XIII). También debió seguir siendo un asentamiento moderadamente rico, con capacidad para erigir algunos edificios de empaque cuyas sugerentes ruinas han llegado hasta nosotros.



Figura 7 (arriba).- Planta excavada del santuario de Zeus Megistos. Fotos 34 y 35 (centro y abajo).- Dos sectores distintos del santuario.

Conquistada Caria por los turcos a comienzos del siglo XIV, Iasos languidece durante algún tiempo hasta su definitivo despoblamiento en algún momento ignoto del siglo XV. La actual localidad turca de Kiyikislacik es ya una fundación posterior, del siglo XVI, no vinculada “genéticamente” con Iasos.


Foto 36 (arriba).- Zócalo de sillería localizado en el sector occidental del santuario de Zeus Megistos. Foto 37 (abajo).- Ampliación de época helenística tardía situada en el sector septentrional del citado santuario.

La narración de la larga historia de Iasos ha demorado ya demasiado el comienzo de nuestra visita. Tomemos, pues, el plano de la figura 5 y sin perder más tiempo lancémonos a descubrir los secretos de la milenaria ciudad…

Figura 5.- Plano del yacimiento arqueológico de Iasos.

Empezamos a caminar, como no puede ser de otra manera, por las inmediaciones del istmo. La fortaleza bizantina del siglo VII, reformada y ampliada sucesivamente durante el periodo medieval (figura 6), se interpone en nuestro camino, custodiando en silencio el acceso al corazón de Iasos (punto “a” del plano). Desde luego se trata de una defensa potente, bien construida, con sus cortinas correctamente flanqueadas por torres de diversa geometrías (fotos 1 y 2) y ángulos en zig-zag así como apoyada en la más que robusta muralla del siglo IV a.C. allá en su frente meridional (foto 2bis). En sus buenos tiempos tuvo que impresionar bastante a los visitantes pacíficos y desanimar no menos a los llegados en son de guerra. 


Foto 38 (arriba).- Ruinas de un edificio romano próximas al santuario de Zeus Megistos. Foto 39 (abajo).- Vestigios de una iglesia de cronología bizantina medieval.

Un examen algo detallado a sus vetustas murallas permite diferenciar rápidamente la estructura primigenia, bizantina, labrada en sólida sillería según la tradición castramental clásica (foto 3 - en blanco en el croquis de la figura 6), de los elementos añadidos en épocas posteriores, empleando sillarejos (foto 4) y mamposterías (foto 5) ligados con mortero de cal (resto de colores). Los restos de dependencias abovedadas (francamente sólidas, de doble rosca) que asoman entre los montículos producidos por el soterramiento de las estructuras murarias (foto 6) son también de cronología pleno-medieval. Si algún día se excava del todo (hoy en día apenas lo está) se obtendrá un conjunto digno de verse ya que la fortaleza, dependencias internas inclusive --en su mayoría soterradas--, tiene aspecto de estar en buen estado de conservación. 

Foto 40.- Edificio no identificado de cronología bizantina situado en la zona septentrional del yacimiento de Iasos.

Rodeando la mole del “castro del istmo” –así aparece mencionado, algo incorrectamente, en la cartelería informativa— llegamos hasta la entrada al yacimiento propiamente dicha. Está vallado, más la puerta está abierta y no hay guarda en la taquilla por lo que “para dentro sin pensarlo dos veces” (no es que nos importara pagar por entrar, lo que no sí que no queríamos era perder el tiempo: que la tarde ya estaba un poco avanzada y la luz no iba a durar para siempre).



Foto 41 (arriba).- Arcos de ladrillo y muros de mampostería en el gran edificio bizantino marcado con la letra b en el plano de la figura 5. Foto 42 (centro).- Otra vista del anterior edificio, exhibiendo el arranque de una bóveda de ladrillo. Foto 43 (abajo).- Estrecho pasadizo abovedado.

El franqueo de la muralla, imprescindible para acceder al interior de Iasos, se realizaba y realiza por medio un de un vano abovedado de cronología bizantina medieval (foto 7) a juzgar por el aparejo utilizado, bastante posterior, por tanto, a la fortaleza del istmo. Su factura es esbelta y armoniosa, sugiriendo un intento, medianamente conseguido, de erigir una suerte de entrada monumental a la ciudad.


Foto 44 (arriba).- Uno de los magníficos muros analemma del antiguo teatro de Iasos. Foto 45 (abajo).- Contrafuertes de sostenimiento del anterior muro analemma.

La mayor parte de la muralla hecatómnida de Iasos fue desmantelada en 1887 a fin de utilizar sus sillares en la construcción de un nuevo malecón para el puerto de Estambul. Según los testimonios de viajeros anteriores se había conservado muy bien por lo que no deja de ser una pena este prosaico final. Lo único que queda de ella son algunos breves tramos de su sector occidental y una torre de planta cuadrada en las proximidades de la puerta bizantina anterior (foto 8 - punto 1 del plano). Esta última es una bella al tiempo que recia estructura, labrada en una preciosa sillería de profundo estilo clásico (foto 9). Durante las excavaciones de esta torre se han descubierto indicios de una reforma considerable fechada en el siglo III d.C., a todas luces vinculada con la situación de peligro provocada por el inminente ataque hérulo. Se puede deducir de esto que la muralla de Iasos, vieja ya de seiscientos años a mediados del siglo III, había sido descuidada durante el periodo de tranquilidad que caracterizara al alto imperio romano, siendo necesario por tanto gastar algo de dinero en ponerla en valor ante la perspectiva de tener que volver a utilizarla.



Foto 46 (arriba).- Escalera de acceso a la parte superior del teatro de Iasos. Foto 47 (centro).- La escena del teatro vista desde lo alto de la cávea. Foto 48 (abajo).- La cávea del anfiteatro, totalmente despojada de sus asientos. 

Múltiples vestigios de estructuras de diferentes épocas pero todas más o menos tardías se adosan al frente meridional de la fortaleza del istmo por el lado de dentro de la ciudad (fotos 10 y 11), extendiéndose hasta la zona de la puerta bizantina. Son los restos de la Iasos medieval, la última antes de su despoblamiento definitivo. La gran explanada aneja, otrora ocupada por el ágora clásica (punto 5 del plano), también se encuentra cubierta de edificios de cronología medieval, entre ellos una iglesia cristiana (foto 12), todos ellos levantados cuando dicha ágora ya no era más que una ruina vistosa, muy práctica como cantera de ocasión.


Fotos 49 y 50.- Dos vistas del área residencial contigua al teatro de Iasos.

Centrándonos un poco más en el antigua ágora de Iasos, el auténtico núcleo vital de la ciudad clásica, cabe decir que fue planificada y erigida por primera vez en el siglo IV a.C. No obstante es muy poco, apenas nada, lo que queda de este ágora original ya que en época de Adriano fue reconstruida totalmente. La prosperidad de la ciudad portuaria sirvió para levantar cuatro hermosas stoas (fotos 13, 14 y 15)  de orden corintio (foto 16), una en cada lado del rectángulo, con su correspondiente entablamento tallado (foto 17) sostenido por un magnífico friso inscrito y adornado con esculturas (fotos 18 y 19) atribuidas, a juzgar por su estilo, a miembros de la célebre escuela de Afrodisias. Dos de estas stoas poseían pórticos dobles, las otras dos alojaban algunos de los edificios públicos más importantes de la ciudad, tales como la basílica (con dos naves y columnata central – fotos 20 y 21), la biblioteca, el heroon o sepulcro de ciudadanos prominentes y el Sebasteion o recinto dedicado al culto al emperador. Un número indeterminado pero presuntamente considerable de elementos menores –fuentes (foto 22), pedestales inscritos (fotos 23 y 24)  con sus correspondientes estatuas, etc-- completaba el conjunto. En cualquier caso lo cierto es que el ágora de Iasos nunca llegó a concluirse posiblemente a causa de la caída en la riqueza de la ciudad provocada por el terremoto que en el año 142 d.C. devastara toda Caria. Esto no quita que el recinto no fuera profusamente empleado en época imperial. Incluso fue levantado un complejo termal de gran tamaño (fotos 15 y 25) al que se accedía desde el muro trasero de la stoa suroriental. Destaca en este último su fábrica de mampostería ligada con mortero de cal, típicamente romana, con sus característicos mechinales destinados a alojar las vigas del andamiaje (foto 26).


Foto 51 (arriba).- Paramento de sillería de alta calidad. Área residencial del teatro de Iasos. Foto 52 (abajo).- Cisterna romana de abastecimiento al área residencial del teatro. 

El triunfo de la religión cristiana en Iasos dejó como recuerdo algunas marcas de cristianización trazadas en el pavimento del ágora, posiblemente en un momento en que ésta ya no estaba en uso dada la tosquedad de su diseño (fotos 27 y 28). De hecho se ha detectado arqueológicamente que para el reinado de Justiniano (527-565 d.C.) el ágora de Iasos ya estaba arruinada y fuera de uso. Es más, se da la situación que parte del trazado de la fortaleza del istmo se alza directamente sobre un esquinazo del ágora clásica, lo que evidencia por un lado la datación tardía de aquélla y, por otro, que dicha ágora llevaba mucho tiempo amortizada cuando se construyera la fortaleza.

Foto 53.- Torre cuadrada del recinto medieval de la acrópolis de Iasos, mostrando en su base varias piezas clásicas reutilizadas. 

A medio centenar de metros de la puerta de la ciudad, protegido de cerca por la torre de la muralla hecatómnida descrita tres párrafos más arriba así como orientado hacia la extinta basílica del ágora, se alza el bien conservado bouleterión de Iasos (punto 6 del mapa). Es un edificio de planta rectangular, levantado en opus quadratum romano, esto es paramentos exteriores de sillería (gran parte de ella expoliada) y núcleo de mampostería tosca argamasada con mortero de cal (fotos 29 y 29bis). Esto permite asignarle una cronología romana, la cual ha sido concretada en los años finales del siglo I d.C. (reinado de Trajano). Su interior se encuentra ocupado por una cávea semicircular con asientos de mármol (foto 30) con capacidad para 960 personas, un estrado pavimentado con losas de mármol ocres y blancas (opus sectile) y los restos de un muro-escena, otrora embellecida por inscripciones, esculturas y una columnata de orden corintio (fotos 31 y 32). Así mismo disponía de dos accesos abovedados, bastante bien preservados (foto 32).


Fotos 54 y 55.- Torres cuadradas localizadas en el flanco Este y Sur del recinto medieval de la acrópolis.

El área antaño ocupada por el complejo sacro dedicado a Artemisa Astias se encuentra a continuación del bouleterión según se avanza por el ágora en dirección sureste (punto 8 del plano). Está poco excavado y, lo peor de todo, invadido por la vegetación hasta el punto de hacer imposible la exploración. Parece ser que aquí se alzó un templo en el centro de un espacioso témenos delimitado por sendas stoas dóricas y un gran edificio con exedras datado epigráficamente en época de Cómodo (177-192 d.C.).


Fotos 56 y 57.- Torres semicirculares flanqueando los frente oriental y meridional del recinto medieval de la acrópolis de Iasos. 

La visita “cómoda y oficial” a Iasos concluye en la esquina nororiental del ágora. Más allá hay una puerta, abierta, que permite el franqueo de la verja que rodea el yacimiento y el acceso al interior de la península. Aunque no cabe duda de que hay más cosas que ver a tenor de la información proporcionada por la cartelería del yacimiento, la realidad es que el camino seguido hasta ahora acaba a pocos metros de la verja. Más allá sólo hay parcelas de terreno, grandes y pequeñas, delimitadas por alambradas y muretes de piedra, en algunas de las cuales pacen tranquilas un puñado de vacas. Cuesta, por tanto, moverse por Iasos a partir de este punto, habiendo de armarse de la suficiente paciencia para ir identificando los “puntos débiles” de cada obstáculo sucesivo y poder así superarlo. Esto supone dejar de explorar ciertos vestigios, especialmente inaccesibles o situados entre el ganado. Nada importante pues se trata de ruinas “menores” si bien no por ello deja de ser una pena. En fin…


Foto 58 (arriba).- Escalera de acceso al adarve de la muralla oriental. Foto 59 (abajo).- Ruinas de un ventanal con saetera localizado en la muralla anterior. 

Tras un poco de paseo y unos cuantos muretes saltados llegamos a donde se abre un área excavada moderadamente extensa. Un cartel nos informa que nos encontramos ante los restos del santuario de Zeus Megistos: la otra gran divinidad tutelar de Iasos (figura 7 - punto 11 del plano). Es obra del siglo IV a.C., consistente en un pequeño templo y un recinto anejo o témenos (fotos 34 y 35), éste último apoyado sobre un elegante zócalo labrado en sillería de granito (foto 36). Numerosas personas acudieron a este lugar a lo largo de los siglos depositando sus exvotos en ofrenda al dios, los cuales cubren un arco cronológico que va desde el citado siglo IV a.C. hasta la época helenística tardía. Tan dilatado periodo de tiempo requirió de frecuentes obras de mantenimiento en el santuario y aún la ampliación de éste (foto 37), ésta última verificada en algún momento del siglo II a.C.


Foto 60 (arriba).- Entrada principal del recinto medieval de la acrópolis, con el arranque del arco de medio punto que la cubría. Foto 61 (abajo).- Primer plano de una de las dos torres cuadradas que protegían la anterior entrada.

Dedicamos un rato a explorar esta zona, a todos luces densamente urbanizada en la antigüedad y posiblemente también en época medieval. Algunos edificios desfilan ante nuestros curiosos ojos. De uno sólo queda un muro forrado de sillares, claramente de factura romana (foto 38). Otro son los restos de una iglesia de cronología presumiblemente medieval bizantina (foto 39 – punto 2 del plano). Pero el más interesante de todos es, sin duda, un edificio bastante entero levantado en ladrillo y mampostería (foto 40 - punto b del plano), con varios arcos de acceso bien conservados (foto 41), algunos arranques de bóveda (foto 42) y, algo muy curioso, una suerte de estrecho pasadizo de ignota utilidad (foto 43). No hemos conseguido localizar la menor referencia bibliográfica acerca de esta estructura. Una iglesia no parece, desde luego, por lo que habría que identificarlo como alguna clase de edificio civil relevante. La cartelería del yacimiento tampoco proporciona ningún dato más allá de asignarle una cronología tardorromana o bizantina (más probablemente a nuestro juicio) algo por otra parte evidente a poco que se observe la forma de combinar el ladrillo y la piedra en su fábrica. Muy, muy interesante en verdad.


Foto 62 (arriba).- Cisterna localizada en el interior del recinto medieval de la acrópolis Foto 63 (abajo).- Detalle de dicha cisterna donde se observa el arranque de la bóveda que la cubría y los restos del revoco de mortero impermeabilizante. 

Más allá de la iglesia del punto 2 el terreno empieza a elevarse a medida que progresamos en demanda del centro geográfico de la península. Un paisano turco que nos encontramos por allí nos revela, con su ejemplo, los puntos exactos por los que hay que franquear los siguientes tres obstáculos: dos muros y una alambrada. Desde esta última se observa ya el siguiente hito de nuestra visita: el teatro de Iasos (punto 13 del plano) al cual llegamos poco después sin novedad. 

Foto 64.- Estos son los únicos restos que quedan de la muralla primitiva de la acrópolis de Iasos.

El antiguo teatro de la ciudad fue construido, probablemente, en el siglo IV a.C. Es de tipo griego puro, con su cávea apoyada en la pendiente de la colina, planta semicircular y ausencia de galerías abovedadas. Lo que más destaca en él son sus potentes muros analemma: labrados en sillería de gran tamaño (foto 44) y reforzados por sendos contrafuertes prismáticos (foto 45). También llama la atención las escalinatas de acceso a la parte superior de los graderíos, una de ellas muy bien conservada (foto 46). En su estado actual ambos elementos son obra del siglo II a.C. y fueron sufragados por un ciudadano llamado Sopatros, el cual los dedicara al dios Dionisio y al pueblo de Iasos. El muro-escena, cuyas ruinas lucen más o menos bien (foto 47), fue ampliamente re-erigido en época imperial romana, empleando para ello bastante material reutilizado. En cuanto a las cáveas del teatro, aquí, lamentablemente, hay poco que ver ya que todos sus asientos, prácticamente intactos durante siglos y siglos, fueron retirados en 1887 y transportados a Constantinopla para su empleo en la construcción del malecón comentado más arriba, al hablar del motivo de la casi total desaparición de la muralla de la ciudad. Hoy en día se puede apreciar la forma semicircular de la cávea (foto 48) y nada más.


Figura 8 (arriba).- Planta excavada de la iglesia del siglo VI d.C. localizada en las inmediaciones del recinto medieval de la acrópolis. Foto 65 (abajo).- Vista general de la anterior iglesia.

Junto al teatro de Iasos hay un área arqueológica donde han sido exhumados los restos, bastante bien conservados, de un espacio residencial, incluyendo en él una calle pavimentada y dos conjuntos de edificios (fotos 49 y 50 – punto 14 del plano). Merece la pena destacar la impecable factura de algunos de los muros, erigidos en sillería de alta calidad (foto 51). También es interesante la cisterna de mampostería hormigonada (foto 52), romana por tanto, situada a una cota ligeramente superior a la del área residencial anterior, a la que probablemente surtía de agua.

Foto 66.- Vista en perspectiva de una de las naves laterales de la iglesia del siglo VI.

Estamos aproximándonos a la cumbre del cerro que ocupa la mayor parte de la península de Iasos. Abundan los afloramientos rocosos por aquí si bien, a cambio, no hay obstáculos artificiales ni tampoco demasiada vegetación por lo que a la postre el desplazamiento resulta más cómodo que a cotas más bajas. 

Foto 67.- Los tres ábsides de la iglesia del siglo VI vistos desde fuera de ésta.

Como se puede observar en el plano del yacimiento, la cumbre del cerro está ocupada por un recinto fortificado de planta aproximadamente trapezoidal (punto 16). Su factura es claramente plenomedieval, habiendo sido datado en algún momento de los siglos XII-XIII así como encuadrado dentro del proceso de refortificación de Iasos detectado en esa época a fin de hacer frente a la creciente amenaza turca. Su autoría ha sido adjudicada tradicionalmente a los caballeros de Rodas, la futura orden de Malta, si bien hay que decir que desde el punto de vista castellológico el recinto es de tipo bizantino. De hecho, en nuestra opinión, es obra bizantina y no de los caballeros rodios. Fue construido con mampostería convencional ligada con mortero de cal, sin que falten muchas piezas de origen clásico reaprovechadas (tambores de columnas y sillares principalmente – foto 53). El flanqueo de los muros fue confiado a 14 torres macizas de moderado tamaño, cuadradas (fotos 53, 54 y 55) y semicirculares (fotos 56 y 57), la mayoría de ellas emplazadas en los frentes norte, sur y este del recinto: los más expuestos. Los adarves están bastante derruidos, no conservando rastro del almenado aunque sí de las escaleras que hasta allí conducían (foto 58) y de algún que otro ventanal con saetera (foto 59). Así mismo el recinto disponía de dos entradas; una de ellas, la principal, consistía en un gran arco de medio punto (foto 60) custodiado de cerca por dos torres cuadradas (foto 61), solución defensiva ésta típicamente bizantina más tarde adoptada por el mundo musulmán. El interior se encuentra sin excavar, pudiéndose observar una gran cisterna rectangular (foto 62 - punto g del plano) otrora abovedada (queda el arranque de la bóveda – foto 63), contemporánea del resto de la obra, cuya función era proveer de agua a la guarnición del recinto.

Foto 68.- Vestigios del atrio situado justo antes de la entrada a la iglesia, con la cisterna excavada en primer plano.

En la antigüedad la cumbre del cerro constituyó la acrópolis de Iasos, por lo que dispuso de su propia muralla independiente de la misma de la ciudad y algunos edificios en su interior. La construcción de la fortificación medieval debió destruir la mayoría de los vestigios de la acrópolis que pudieran quedar. Hoy en día sólo se pueden distinguir los restos, mínimos, de un templete en el interior de la fortificación medieval y un fragmento, casi arrasado, de la muralla de la acrópolis (foto 64), labrada en una primitiva sillería de gran módulo propia de la fortificación griega primitiva.


Fotos 69 y 70.- Dos vistas del área residencial de cronología romana marcada con el punto 15 en el plano de la figura 5.

El sol se está poniendo sobre este hermoso rincón del Egeo. Las últimas fotos las hemos tenido que hacer forzando un poquito la óptica de la cámara. Pronto el dios Helios desaparecerá tras la brillante lámina de agua que invade el horizonte. Pero de momento queda el tiempo justo para explorar los restos de una antigua iglesia bizantina, localizada en las inmediaciones del recinto medieval, a una cota ligeramente más baja (foto 65 - punto 10 del plano). Datada en el siglo VI d.C., época bizantina temprana, poseía planta basilical, con tres naves (foto 66) separadas por sendas columnatas sin acanalar procedentes de algún edificio antiguo. Los suelos de las tres naves estaban cubiertos de mosaicos, incluyendo entre éstos una inscripción alusiva a un presbítero llamado Artemisios. Tres ábsides semicirculares cierran por el sureste cada una de las naves (foto 67), un alargado nártex hace lo propio por el noroeste o lo que es igual, por la entrada de la iglesia. El conjunto se veía completado por un pequeño atrio previo al citado nártex en el que había una cisterna (foto 68), probablemente destinada a surtir de agua a la fuente donde se realizaban las abluciones purificativas preceptivas antes de entrar en una iglesia. Se sabe así mismo que hacia el siglo X d.C. esta iglesia, probablemente ya derruida y fuera de uso en ese momento, fue transformada en una pequeña ermita con una nave central cuadrada y cuatro ábsides laterales, uno en cada del cuadrado. En el croquis de la figura 8 se distinguen claramente la planta de la iglesia del siglo VI y la de la ermita del siglo X.

Aunque aún quedan cosas por ver en Iasos (una torre bizantina del siglo XII-XIII marcada con el punto 20 en el plano y ciertas ruinas importantes de casas romanas --puntos 17, 18 y 19--) nuestra visita concluye aquí ante la inminencia de la anochecida. Ya en el camino de vuelta pasamos junto al área arqueológica marcada con el punto 15, donde tenemos ocasión de examinar las ruinas de un área residencial romana (fotos 69 y 70). El retorno a nuestro vehículo se nos antojará mucho más cómodo que la ida ya que, como suele suceder en estos casos, saber exactamente donde van a estar las dificultades en un trayecto conlleva que éstas lo sean mucho menos. Aquí, caminando de regreso por el ágora de Iasos, damos por terminado nuestro octavo día de viaje. Lo único que queda en el día es conducir sin excesiva dificultad hasta Didim y pasar la noche al borde del mar…

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