Los juegos seculares eran unas celebraciones lúdico-religiosas por las cuales se celebraba el fin de un nuevo siglo de existencia de la civilización romana. Este siglo, saeculum en latín, tenía una duración de 110 años, esto es el tiempo máximo que se estimaba podía vivir un ser humano.
El Consejo de los Quince, también conocido como los Quincedimviros, se reunió varias veces durante los primeros meses del 204 a fin de escoger los días adecuados para celebrar la séptima edición de los Juegos Seculares y definir las ceremonias gratas a los dioses que tendrían lugar antes, durante y después de aquéllos. Una vez fijados todos los procedimientos y fechas se informó a Septimio Severo quien dio el visto bueno a todo lo propuesto. Sólo entonces se comunicó al pueblo lo acordado por medio de un edicto imperial, exhortando no sólo a los habitantes de Roma sino también a las gentes foráneas a acudir a la capital del Imperio y participar en las festividades. Corrían los días finales del mes de mayo y la expectativa de unos maravillosos “ludi saeculares” llenaba de ilusión los corazones romanos siempre anhelantes de emociones fuertes.
Figura 1.- Vista general del anfiteatro Flavio, universalmente conocido como el Coliseo, representada por Giovanni Battista Piranesi en su famosa serie de grabados “Vistas de Roma”. Circa 1757.
Las ceremonias de purificación previas al comienzo de los juegos se llevaron a cabo durante la última semana de mayo. Consistían en sacrificios, oraciones, donativos, ofrendas y cánticos dirigidos a ganar el favor de las principales divinidades del panteón romano (Júpiter, Juno, Diana y Apolo). El primero de junio, justo después de la medianoche, se celebró un sacrificio seguido de una oración a las parcas, responsables del destino de los hombres y los pueblos. Era el comienzo de los Juegos Seculares propiamente dichos.
Mientras el pueblo seguía una serie de representaciones teatrales de cariz religioso propias del evento, un grupo de 110 mujeres casadas, una por cada año del siglo romano, entre las que se encontraba la emperatriz Julia Domna, se reunía en el Capitolio a fin de celebrar los banquetes sagrados conocidos como sellisternia. Los ansiados espectáculos gladiatorios y venatorios dieron comienzo al día siguiente, 2 de junio. Como era de esperar su magnificencia estuvo a la altura de las circunstancias. Durante tres días y dos noches el coliseo y el circo de Roma bullieron con el rugir de las fieras, el tronar de las multitudes y el repicar de las armas al entrechocar. Entre un espectáculo y otro Septimio y sus hijos se encargaban de presidir los numerosos actos religiosos recomendados por los sacerdotes para abrir el nuevo siglo de una manera agradable a los dioses. Caracalla era, al parecer, el encargado de dirigir las oraciones sagradas, Geta el de pronunciarlas correctamente; Septimio se limitaba a observar. En todo momento se respetaron los ritos ceremoniales seguidos por Augusto durante los juegos del año 17 a.C. Esto encaja perfectamente con las ansias de legitimidad de Septimio Severo, nunca satisfechas del todo a pesar del enorme poder y la casi nula discusión a éste de que disfrutaba.
Figura 2.- El gran teatro de Marcelo representado por Giovanni Battista Piranesi. “Vistas de Roma”, circa 1757.
Las ceremonias religiosas duraron tres días con sus noches al término de los cuales se sucedieron siete días de espectáculos en los principales recintos de ocio de la ciudad: el teatro de Marcelo, el Coliseo y el Circo Máximo. La última jornada lúdica dio comienzo con un cántico solemne entonado sucesivamente en el Palatino y en el Capitolio. El himno en cuestión se llamaba Carmen Saeculare y su contenido era una loa a la grandeza del Imperio, con sus campos dorados, sus ciudades, sus grandes flotas mercantes, sus ejércitos, sus gentes y los líderes de éstas, para todos los cuales se pedía devotamente la protección de los dioses de Roma.
La séptima edición de los Juegos Seculares concluyó con la celebración de una movida competición entre muchachos de familia senatorial denominada “el Juego de Troya”. Se sabe que el espectáculo se saldó con varios participantes heridos, alguno de gravedad . Aquellos fueron los últimos juegos seculares que se celebraron. 110 años más tarde los tiempos, y con ellos el Imperio, habían cambiado demasiado como para que Constantino I, flamante vencedor de la batalla del Puente Milvio, tuviera a bien volverlos a patrocinar .
Como no podía ser de otra manera la celebración de los séptimos Juegos Seculares dejó su huella en la numismática del 204. El tipo más elocuente y también el más interesante es RIC 761, un raro sestercio (R3), con leyenda de reverso COS III LVD SAEC FEC S C rodeando una compleja composición escénica donde destaca Septimio Severo estante, velado, realizando una ofrenda sobre un altar encendido. Frente a él, observándolo, se encuentran Hércules y Baco/Liber Pater, los di Auspices, portando sus atributos habituales. Un flautista anima la escena mientras un sirviente sujeta a un cerdo destinado al sacrificio. Completa la escena una representación de Tellus, reclinada sobre una cesta y sujetando un manojo de espigas de trigo. Este tipo también fue acuñado a nombre de Caracalla (RIC 418), con una rareza similar.
Fig. 3.- RIC IV-1 418. COS III LVD SAEC FEC S C. (Mediados del 204).
La leyenda de reverso LVD SAEC FEC es una contracción de Ludi Saeculari Fecit en la que se señala claramente la celebración de los juegos seculares. En cuanto a la composición escénica, nos muestra a Septimio cumpliendo uno de los ritos sacrificiales propios de las ceremonias de cambio de siglo en presencia de las dos divinidades protectoras de Leptis Magna, cuyas imágenes debieron presidir todas las ceremonias religiosas de los ludi saeculares (H.A. Birley). Tellus, la tierra, representa aquí al Imperio cuyo nuevo siglo empezaba y en pos de cuya prosperidad se estaban realizando aquellas ceremonias gratas a los dioses.
Que Hércules y Liber Pater fueron las divinidades escogidas por Septimio para tutelar los ludi saeculares no admite duda a la vista no sólo de los tipos 761 y 418 sino de tipos como RIC 257, 763B, 764A, 765 (Septimio) y RIC 74, 420, 421 (Caracalla), todos ellos coincidentes, con ligeras variantes, en la leyenda del tipo 761 y en los di auspices estantes, mirándose, como iconografía de reverso. El denario RIC 257 no es demasiado escaso, prueba de que fue la pieza escogida por la ceca de Roma para divulgar a escala masiva el capital evento que fue la celebración de los séptimos juegos seculares.
Fig. 4.- Izqda: RIC IV-1 257a. Liber Pater (sosteniendo copa y tirso) y Hércules (sosteniendo maza y piel de león) estantes, mirándose. Pequeña pantera a los pies de Liber Pater – COS III LVDOS SAECVL FEC. Dcha: RIC IV-1 74b. idem que 257a - COS LVDOS SAECVL FEC (Mediados del 204).
Aunque no tan explícitos existen algunos tipos adicionales cuya relación con la celebración de los juegos seculares o al menos con las ceremonias de recepción del nuevo siglo resulta razonable.
El primero de estos tipos es RIC 263 (Septimio, 815 y 823 como As y Sestercio respectivamente) con leyenda de reverso FELICITAS SAECVLI alrededor de Caracalla, Septimio y Geta sentados en sillas curules dispuestas sobre una plataforma adornada. Junto a ellos, estante, hay un ciudadano togado, delante, a los pies de la plataforma, un segundo ciudadano recibe una moneda de manos de Caracalla. La leyenda Felicitas Saeculi, la felicidad del siglo, puede intepretarse como una referencia al nuevo siglo. En cuanto a la escena de reverso, se la debe relacionar con los donativos realizados durante las ceremonias de recepción del nuevo siglo.
Fig. 5.- RIC IV-1 263. FELICITAS SAECVLI (Primera mitad del 205).
Otro tipo interesante es RIC 75 (Caracalla), un denario bastante raro (R3) a la par que atractivo. Su reverso luce la leyenda IMP ET CAESAR AVG FILI COS alrededor de Caracalla y Geta sentados en sendas sillas curules dispuestas en una plataforma adornada con rosetones, de frente al observador así como mirándose el uno al otro. Entre ambos se encuentra una tercera figura humana, visible sólo de cintura para arriba. RIC IV-1 la identifica, no sin reservas, con una alegoría de la Concordia, otras fuentes, por ejemplo el Museo Británico, opinan que se trata de Septimio Severo. Sea como sea, la presencia de Caracalla y Geta sentados el uno al lado del otro y mirándose recuerda poderosamente la descripción de los ritos sagrados descritos un poco más arriba, según la cual Caracalla dirigía las oraciones sagradas y su hermano las pronunciaba. Entretanto, recordémoslo, Septimio Severo observaba sin intervenir en la ceremonia: de nuevo esto encaja perfectamente con la presencia en segundo plano de la tercera figura, potencialmente identificable con el emperador norteafricano.
Fig. 6.- RIC IV-1 75. IMP ET CAESAR AVG FILI COS (Mediados de 204).
Otra emisión conmemorativa de los ludi saeculares fue, con toda probabilidad, la constituida por los tipos RIC 293, 293A, 816 (Septimio) y RIC 462 (Caracalla) con idénticos motivos de reverso. Desde luego su leyenda de reverso es bastante elocuente: SACRA SAECVLARIA (los Sagrados Seculares). En cuanto a la iconografía, se observa una interesante escena: en el interior de un templo brevemente esbozado los emperadores Septimio y Caracalla, velados (atuendo sacerdotal), realizan una ofrenda sobre un altar. Entre ambos, un paso hacia atrás, una figura femenina (la Concordia según RIC IV-1) les observa atentamente. Un arpista y un flautista situados en los extremos del conjunto animan la escena, todo ello en presencia de una alegoría del río Tiber reclinada en el suelo. Qué duda cabe que este motivo de reverso, enfocado desde la óptica de la leyenda SACRA SAECVLARIA, nos habla de una ceremonia religiosa realizada durante los Juegos Seculares o como preparación a éstos.
Fig. 7.- RIC IV-1 462. SACRA SAECVLARIA (Año 206).
Hemos dejado para el final el que sin duda constituye el tipo más espectacular entre los dedicados a la celebración de los juegos conmemorativos del centenario de Roma. Nos estamos refiriendo al espectacular LAETITIA TEMPORVM (RIC 274 –Septimio, áureo y denario--, 133 –Caracalla, áureo--, todos ellos muy raros) rodeando una magnífica composición que pasamos a describir para fascinación del lector: en el centro una gran buque con mástil central y vela al viento, adornado con profusión de altares, estatuas y pedestales. Ocupando la parte superior del campo de la moneda vemos cuatro cuadrigas a pleno galope; por su parte, la inferior se encuentra poblada de animales de diversas especies (bisontes, leones, panteras y avestruces) corriendo nerviosamente de un lado para otro. La composición es ciertamente tan bella como armónica. Indudablemente recuerda al relato del gran espectáculo venatorio presenciado por Dión Casio en el año 202: “fue montado una suerte de buque en la arena del coliseo, cuyos listones cayeron de golpe dejando expuesto ante el público un gran grupo de animales formado por osos, leonas, panteras, leones, avestruces, asnos salvajes y bisontes que empezaron a atacarse llevados por el miedo y la desesperación”. El recuerdo de aquel fantástico espectáculo, todavía muy vivo en la memoria transcurridos un par de años escasos, debió llevar a repetirlo en los juegos seculares del 204. O bien simplemente se recurrió a dicho recuerdo para diseñar un motivo de reverso capaz de transmitir eficazmente la tremenda espectacularidad alcanzada por los séptimos ludi saeculares. Sea como fuere, el caso es que es este tipo monetal debió ser acuñado en algún momento del trienio 204-206 (no es posible datarlo con exactitud) con el objetivo de hacer saber al público la magnificencia de los juegos seculares con los que dio comienzo esa nueva “Edad Dorada” en el devenir del pueblo romano donde todo era alegría y progreso: LAETITIA TEMPORVM - la “Felicidad de los Tiempos”.
Fig. 8.- RIC IV-1 274. LAETITIA TEMPORVM (Año 204-206).
1 comentario:
Estupenda entrada, una maravilla. Lo desconocía. Me ha gustado mucho como has contado esta preciosa historia. No sabía de tu blog. Lo seguiré. Saludos y mi admiración por tu trabajo. Jesús Adame.
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