El recinto amurallado de Bernardos se ubica en la cumbre de un ancho cerro no excesivamente prominente en altura si bien dominante en relación con las demás elevaciones de los contornos. Para llegar a él hay que coger un camino que tierra que abandona el pueblo segoviano del anterior nombre en dirección norte y seguirlo siempre hacia arriba, tomando como referencia las indicaciones que conducen a una explotación de pizarras contigua al cerro en cuestión, a la sazón denominado en el pueblo con el clarificador apelativo de “Cerro del Castillo”, y aparcar el coche junto a la Ermita de la Virgen del Castillo, de moderna factura así como situada a pocos pasos del yacimiento arqueológico.
Derrumbadas en buena parte de su
perímetro, si bien perfectamente visibles en todos los lados del antiguo
recinto salvo en el del norte, las poderosas cortinas de pizarra están siendo
parcialmente excavadas con gran éxito tanto desde el punto de vista científico
como desde el cada vez más importante turístico dada la espectacularidad de las
estructuras resultantes una vez desescombradas, limpiadas y consolidadas.
Frente occidental del Cerro del Castillo, con su cerca torreada de clara
tipología romana.
Aunque a primera vista, observando tan solo los paramentos derrumbados y no saneados, el yacimiento parece corresponder al de un típico castro de la Edad del Hierro, lo cierto es que no hay más que echarle una ojeada a la zona excavada para certificar la cronología romana del recinto de Bernardos. Así lo indica en efecto la tipología de las fortificaciones, constituidas por una gruesa muralla de unos 4 metros de espesor por 2,5 de altura conservada, flanqueada convenientemente por cubos macizos semicirculares en la más pura tradición clásica y de la cual no faltan ejemplos en la península Ibérica: León, Lugo... Por otra parte el aparejo en que está ejecutada esta obra defensiva, a saber una sobria mampostería de pizarra unida con barro hacia el interior y trabada en seco en los paramentos externos, es también propio de las fortificaciones de época romana tal como atestiguan otros yacimientos españoles como el de Cabeza Rasa en la provincia de Cáceres. Incluso el único acceso al recinto excavado hasta la fecha sirve para corroborar fehacientemente su filiación romana habida cuenta su relativa pero muy funcional simplicidad, sin más complicación que un grueso portón de madera y el amparo de los correspondientes cubos de flanqueo, uno a cada lado del referido acceso.
Aparejo de mampostería en lascas, bien
cogida con barro, habitual en el recinto de Bernardos.
A la luz de todos estos datos,
complementados con las informaciones proporcionadas por las fuentes escritas y
por el registro cerámico del yacimiento, resulta suficientemente coherente la
hipótesis planteada por los arqueólogos excavadores del yacimiento según la
cual el recinto amurallado de Bernardos se fundó en época tardorromana
–concretamente hacia el último tercio del siglo IV d. J.C—con ocasión del
abandono constatado en varias villae rústicas de los alrededores ante la
grave inseguridad ocasionada por la guerra civil entre el emperador Teodosio,
nacido en Coca, muy cerca de Bernardos, y el bando del impostor Constantino
III, así como por la sucesiva entrada de contingentes bárbaros en Hispania a
partir de la segunda mitad delsiglo III. Dicho esto no es difícil imaginar a la
nueva población –cuyo nombre, si lo tuvo, no se ha conservado—como el lugar de
concentración de los antiguos pobladores antaño dispersos en sus villae
y ahora recogidos tras las firmes murallas de su flamante castro, sin duda de
nueva planta pues no hay indicios cerámicos de habitación prerromana en el
cerro del Castillo posteriores a la remota Edad del Bronce.
Sección longitudinal y paramento interno
del recinto amurallado de Bernardos.
Dejando a un lado ahora las
estructuras amuralladas, sin duda principal atracción del yacimiento, resultan
destacables también los restos de edificaciones civiles desenterrados al pie
del lienzo defensivo, esto es anejos a él siguiendo una práctica corriente en
las épocas clásica y medieval. Nuevamente según las conclusiones de los
arqueólogos del yacimiento estos restos corresponden a una cronología visigoda,
continuadora sin interrupción en el poblamiento de la romana original y cuyos
artífices no debieron dejar de mantener en buen estado la cerca tardorromana
por su propio interés.
Así mismo,
ocupando cierta elevación hacia la zona central del cerro del Castillo, se
aprecia un foso excavado en la roca aparentemente dispuesto para separar dicha
elevación del resto de la superficie fortificada. Este detalle, unido a la
existencia de mortero de cal de regular calidad en muchas partes de la obra
principal así como a la existencia de cerámicas musulmanas en la superficie del
cerro permite asegurar un reaprovechamiento del recinto de Bernardos en época
islámica, emiral y califal preferentemente, así como la erección en la elevación
antes citada de alguna suerte de alcázar a modo de sede de gobierno de la plaza
y última defensa de ésta según los bien conocidos usos islámicos.
Entrada simple, entre cubos.
No parece sin
embargo probable que hubiera por aquel entonces muchos pobladores civiles en el
recinto de Bernardos: no en vano situado en plena frontera con el belicoso
cristiano y expuesto por ello a todos
sus ataques. En realidad, lo más probable es que la plaza, dada su evidente
bondad estratégica, constituyera por entonces poco más que un baluarte
defensivo sin más moradores que su guarnición, ya fuera califal o taifal. Así
parece apuntarlo efectivamente el casi inmediato abandono del recinto que se
constata tras la conquista cristiana de la zona –algo antes de 1085-- y el paso
de Bernardos a una condición de retaguardia: exenta ya de cualquier valor
estratégico que asumiera el coste de la manutención de una guarnición en su
fortaleza así como poco atractiva para los posibles colonos cristianos que
hasta allá irían llegando en busca de una nueva vida y que de hecho no
tardarían en fundar una miríada de pueblos destinados a dotar de calor humano
las amplias llanuras que se extienden por esta parte de Castilla.
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