sábado, 27 de octubre de 2018

Descubriendo Asia Menor II. Día 8, 1ª Parte. Euromos.

Salimos de Milas en dirección oeste. El sol de la mañana luce alegre sobre nuestro pequeño opel alquilado. La carretera, bien conservada y mantenida, avanza pegada a las primeras estribaciones de una sierra cubierta de árboles. A nuestra izquierda se extiende un valle no muy ancho parcelado en cultivos de varias clases. No llevamos mucho tiempo conduciendo cuando a lo lejos divisamos una airosa columnata de inconfundible factura clásica que rápidamente identificamos como perteneciente al gran templo de Zeus Lepsinos. “Es ahí” comentamos: las ruinas de la antigua ciudad de Euromos, nuestro primer objetivo del día, acaban de ser localizadas. Sólo queda estacionar el auto, pagar al guarda la minuta de entrada (5 liras turcas por persona) y comenzar a explorarlas. Pero antes vamos a conocer, como de costumbre, un poco su historia…

Fotos 1.- Vista general de la gran tumba localizada en la necrópolis meridional de Euromos.

Euromos es el nombre de una ciudad caria, localizada a 13 kilómetros al noroeste de Mylasa (Milas). Las pocas excavaciones arqueológicas realizadas en su solar han permitido determinar los orígenes tempranos del asentamiento en el siglo VIII a.C., datando del siglo VI a.C. los vestigios más antiguos hallados en el área del templo de Zeus. Sí que sabemos, gracias a las listas de tributarios de la liga de Delos, que perteneció a ella en el siglo V a.C., habiendo de satisfacer un tributo de 2500 dracmas de plata que sería elevado en el año 425 a.C. a 5 talentos, esto es 30000 dracmas. Esta cantidad debía pagarse a medias con las cercanas ciudades de Estratonicea e Hymessos; a pesar de ello resulta ciertamente muy, muy elevada, demasiado, de ahí que se piense que su exigencia por parte de Atenas no debió  pasar nunca de nominal. Sea como sea, nos permite afirmar que Euromos era una ciudad de cierta importancia en este momento de la civilización griega pues en caso contrario no le habrían asignado un tributo tan oneroso.


Fotos 2 y 3.- Antiguas tumbas de modesto tamaño localizadas en las proximidades de la tumba monumental.

El nombre cario original de la ciudad era Hyromos (también nombrada como Kyromos). Así figura en la lista de tributarios anteriormente citada. Por su parte el nombre helénico Euromos (Europos, según Herodoto) proviene de la voz rhome: “fuerte”, significado que debe ser relacionado con la construcción de la muralla de la ciudad si se quiere que tenga sentido. Dado que esta muralla ha sido datada a comienzos del siglo III a.C., resulta plausible datar el cambio de nombre en este siglo. Euromos es una ciudad rica y poderosa en esta época, adornada por vistosos edificios. El territorio bajo su control es extenso y fértil, incluyendo en él algunas ciudades de menor entidad. Así mismo forma parte de la liga Crisaoriana, constituida por las ciudades carias para defenderse de agresores externos. Pero no todo es bueno: la cercana Mylasa compite con ella por los recursos de la zona, existiendo de ordinario una cierta tensión entre ambas. 


Fotos 4 y 5.- Sectores septentrional (arriba) y meridional (abajo) de la tumba monumental. 

A finales de 202 o comienzos de 201 a.C. Euromos es ocupada por las huestes de Filipo V en el marco de su expedición por Caria. Una guarnición queda custodiando la plaza mientras el grueso del ejército prosigue su avance. Durante los años de dominio macedonio Euromos es renombrada como Philippoi en homenaje a Filipo V. Derrotado éste en la batalla de Cinoscéfalos por la república romana (197 a.C), las condiciones de paz le obligan, entre otras muchas imposiciones, a evacuar la guarnición de Euromos. La inestabilidad en la región prosigue, enfrentando ahora a Antioco III Megas con Roma y sus aliados. Euromos, que a pesar de su teórica pertenencia al imperio seleúcida, ha logrado retener un elevado grado de independencia decide posicionarse en el bando del monarca sirio. Una mala decisión, sin duda, ya que la victoria romana en Magnesia (190 a.C.) expulsa a los seleúcidas del Asia Menor occidental, dejando a las ciudades aliadas de Antíoco expuestas al castigo romano, el cual se materializará en forma de entrega a Rodas, aliada de Roma, de una gran porción de Caria, Euromos incluida. 

Foto 6.- Cámara mortuoria abovedada. Tumba monumental.

En 167 a.C. Mylasa se rebela contra Rodas, atacando las ciudades de su entorno. El hecho de que, según afirma Polibio, Mylasa se apoderara de algunas ciudades del alfoz de Euromos indica que su poder militar, fiel reflejo del grado de desarrollo alcanzado, era bastante mayor que el de su ancestral rival. Poco después, todavía en ese mismo año, Euromos recobraba su independencia por mandato expreso de Roma junto al resto de las ciudades de Caria.

Sabemos por vía epigráfica que Euromos y algunas otras ciudades menores se unieron en sympolitea con Mylasa en alguna fecha posterior al 167 a.C., lo que implicaba ciudadanía e instituciones compartidas por ambas ciudades. La realidad es que Mylasa dominaba la alianza y no era una relación de igual a igual. Para colmo dicha unión atrajo sobre Euromos las iras de los enemigos de Mylasa, especialmente Heraclea ad Latmos, cuyo ataque supuso considerables quebrantos en el territorio de Euromos, hasta el punto de tener que recurrir a la intervención de Mylasa para rechazar al enemigo. Disgustada por el resultado de su unión con Mylasa, Euromos se separó de ella y volvió su lealtad hacia Roma, lo que le permitiría conservar la independencia frente a su poderosa vecina durante el resto del periodo helenístico. Sabemos también que durante esta época fue sellada una alianza entre Euromos y la ciudad costera de Iasos, ubicada quince kilómetros hacia el oeste.  Finalmente, Euromos queda incorporada a la gran provincia romana de Asia en el año 129 a.C.



Fotos 7, 8 y 9.- Vistas generales del gran templo de Zeus Lepsinos.

La dominación romana trajo un nuevo periodo de esplendor a Euromos, algo nada de extrañar dada su adecuada ubicación en las rutas comerciales que articulaban la región de Caria y la comunicaban con el exterior. Pronto adquiere la condición de ciudad autónoma, lo que la exime de pagar buena parte de los impuestos debidos por las ciudades al erario romano. El templo de Zeus Lepsinos, de lejos el principal y más célebre de los edificios de la ciudad, fue, de hecho, erigido en época imperial romana. Hay que decir, eso sí, que su grado de prosperidad nunca pudo pasar a mayores debido a la dura competencia realizada por la siempre demasiado cercana Mylasa. Evidencia de esto último es que cuando en 166 d.C. la gran peste antonina golpea la parte oriental del Imperio (probablemente una terrible epidemia de viruela) Euromos no consigue levantar cabeza y comienza a ser abandonada. Aunque la ciudad no debió quedar del todo desierta sí que se puede decir que su pulso urbano desaparece en la segunda mitad del siglo II d.C. Lo cierto es que existen algunas evidencias de habitación en los siglos III y IV (cerámicas y monedas) más la ausencia de nuevas construcciones, reformas en las antiguas e inscripciones datables en esos dos siglos hace pensar que el asentamiento que perduró debía ser de escasa entidad y desde luego sin rango de ciudad.

Foto 10.- Capitel corintio del templo de Zeus Lepsinos.

Las emisiones monetarias de Euromos se dividen en dos fases. La primera, temprana, del tiempo de su pertenencia a la liga de Delos (2ª mitad del siglo V a.C.), consiste en repetidas emisiones de hemióbolos acuñados en gran número (son relativamente comunes hoy en día) complementadas con una cantidad menor de divisores tipo tertamorión. La iconografía de ambos tipos monetales resulta ciertamente monótona: mitad delantera de jabalí en anverso y cabeza de Zeus Lepsinos en reverso precedida por la leyenda YPW, inicial de YPWMWS (Hyromos), la cual permite identificar la ceca con seguridad. En la figura 1 podemos contemplar un ejemplar de estos hemióbolos.

Figura 1.- Hemióbolo de plata acuñado en la segunda mitad del siglo V a.C. en la antigua Hyromos, más tarde Euromos.

La segunda fase da comienzo en el año 167 a.C. a resultas de la recién conseguida independencia de Rodas y se prolonga hasta el siglo I d.C. Se trata en todos los casos  de bronces de pequeño tamaño. No son nada corrientes, sobre todo los de época imperial, lo que nos habla de un volumen de acuñación reducido. La mayoría exhiben una iconografía alusiva a Zeus Labraundos, la divinidad titular de la ciudad y de buena parte de Caria, fácil de reconocer por la presencia del labrys o hacha de doble hoja. También se observa que el ciervo debía ser un animal representativo de Euromos toda vez que es habitual encontrarlo en estas monedas. La figura 2 muestra, a la izquierda, un AE17 del siglo I a.C. en el que se muestra a Júpiter Labraundos en anverso, sujetando labrys y cetro, con un ciervo a sus pies; en el reverso se observa un águila con las alas extendidas. Por su parte la moneda de la derecha es un AE17 acuñado a finales del siglo II a.C. donde aparece Zeus en anverso y un labrys dentro de laurea en reverso. La leyenda de ceca EYPWMEWN (Euromeon) coincide en ambas monedas.

Figura 2.- Monedas de bronce acuñadas en Euromos durante el periodo de dominación romano.

Comenzamos la visita a la ciudad “armados” con el plano de la figura 3. Pequeños senderos fáciles de transitar permiten ir de un lado para otro y localizar con eficacia, gracias a la oportuna señalización, unos restos bastante dispersos así como relativamente alejados entre sí. Y es que la inmensa mayoría de Euromos permanece todavía sin excavar, dando la sensación de que va a continuar así por el momento.

Figura 3.- Plano del yacimiento arqueológico de Euromos.

La primera zona que examinamos corresponde al punto marcado con el número 1 en el plano. Se trata de una de las dos necrópolis con que contara la ciudad en la antigüedad. Nos dirigimos hacia las ruinas de una gran tumba (foto 1) que destaca por méritos propios entre las múltiples tumbas menores que se observan aquí y allá (fotos 2 y 3). Esta tumba monumental está constituida por una sucesión de siete cámaras mortuorias, ubicadas en línea recta, en dirección Norte-Sur (fotos 4 y 5). Dos de ellas están cubiertas por una bóveda redonda sólidamente construida a juzgar por su buen estado de conservación (foto 6), las otras cinco disponen (o dispusieron) de una cubierta simple realizada con largos sillares adintelados. El material empleado en la construcción de esta tumba, mampostería bien escogida aglomerada con mortero de cal, apunta a una cronología romana, posiblemente de época imperial. Así mismo el conjunto presenta una considerable homogeneidad constructiva tanto morfológica como estilística, lo que permite asignar una datación próxima a todas las partes de la estructura.

Foto 11.- Vista parcial de la magnífica columnata del templo de Zeus Lepsinos.

Desandamos el camino y nos dirigimos hacia el punto 2 del plano, allá donde se alzan las impresionantes ruinas del templo de Zeus Lepsinos (fotos 7, 8 y 9), sin lugar a dudas el principal atractivo del yacimiento. El epíteto Lepsinos, voz no griega de incierto significado, no inédita pero sí muy poco frecuente, ha sido relacionado con nuestro templo gracias a cierta inscripción de cronología helenística exhumada en las inmediaciones del altar adscrito a éste. Parece ser que Zeus fue adorado con este epíteto en época temprana, no sobreviviendo la voz Lepsinos al periodo helenístico. En época romana se prefirió el epíteto Labraundos, algo natural habida cuenta el gran prestigio alcanzado por el vecino santuario de Labraunda. Así lo indica sin ningún género de dudas la iconografía de las monedas de la época. Esto explica también que el actual templo de Zeus, erigido a mediados del siglo II d.C. sobre una estructura anterior de poca entidad, fuera expresamente dedicado a Zeus Labraundos tal y como revelan los labrys esculpidos en diferentes puntos de la estructura.


Foto 12 (arriba).- Parte superior de la columnata meridional, observándose claramente los capíteles y las diferentes piezas del arquitrabe. Foto 13 (abajo).- Tambores de columna acanalada exhumados durante las excavaciones de los años 70.

Morfológicamente hablando se trata de un templo períptero, de orden corintio (foto 10), labrado en sillería de gran calidad colocada en seco. Disponía de 11 columnas en los lados largos y 8 en los cortos, de las cuales han perdurado dieciséis de ellas (foto 11), in situ, sosteniendo los correspondientes arquitrabes (foto 12) así como apoyadas sobre plintos cuadrados. Todas las columnas son acanaladas (foto 13) excepto cuatro (foto 14), lo cual sugiere que el templo nunca fue terminado del todo. Cronológicamente esto es coherente con el gran desplome de la ciudad acaecido en el reinado de Marco Aurelio, habida cuenta que el inicio de la construcción del templo ha sido fechado, siguiendo criterios estilísticos, en el reinado de Hadriano y que una obra de esta categoría tardaba bastantes años en ser rematada. Destacan en la columnata ciertas cartelas con inscripciones identificando a los prohombres que la habían sufragado (fotos 15 y 16). Así, tenemos los casos del médico y magistrado Menécrates y su hija Tryphaena, donantes de cinco columnas y el magistrado Leo Quintus, donante de siete.

Foto 14.- Columnas sin acanalar erguidas en todo su esplendor allá en las inmediaciones de la esquina suroriental del templo. 

Interiormente (foto 17) el templo constaba de pronaos (vestíbulo), cella (foto 18) y un corto opistodomos. Su estado de conservación es moderado. La estatua de Zeus se alojaba al fondo de la cella dentro de una suerte de pequeño santuario rectangular llamada Naiskos, cuya base ha llegado hasta nuestros días (foto 19). El estilóbato está bastante bien preservado, pudiéndose observar la mayor parte del enlosado de sillería original. Justo delante del templo, por su lado de acceso, se observan los restos de un par de pedestales (foto 20) y un poco más allá los de un altar de buen tamaño (foto 21), siguiendo el tándem templo-altar habitual en la arquitectura sacra helenística.


Fotos 15 y 16.- Inscripciones honoríficas identificando a Menécrates y su hija Tryphaena como los benefactores que sufragaron la columna en cuestión.

Avanzamos ahora hacia el noroeste en demanda del punto 3 del plano, correspondiente a la muralla helenística de Euromos. Llama la atención que el templo de Zeus Lepsinos, una obra de gran magnificencia y muy elevado coste, fue erigido extramuros. Qué duda cabe que éste es un elocuente indicio de que en el momento de su construcción no había sensación de peligro en este rincón del Imperio romano. Esta benéfica paz aún habría de perdurar alrededor de un siglo, rompiéndose a consecuencia de la primera incursión de saqueo goda (mediados del siglo III).



Foto 17 (arriba).- Vista general del frente oriental del templo de Zeus Lepsinos, aquél por el que se accedía a su interior, cuyos restos pueden verse bien desde aquí. Foto 18 (centro).- Vista general de la cella del templo, con su escalinata previa. Foto 19 (abajo).- Vestigios del naiskos donde se custodiaba la sagrada estatua de Zeus Labraundos.

La muralla helenística de Euromos ha desaparecido en su mayoría, conservándose tan solo unos breves lienzos de muralla y alguna que otra torre. Suficiente para documentar una fábrica de triple hoja con dos paramentos exteriores levantados en recia sillería de gran tamaño (foto 22) encerrando un núcleo de mampostería basta argamasada con mortero de barro (foto 23). Los sillares fueron colocados mayoritariamente a soga, alternados cada pocos metros con un tizón destinado a reforzar la cohesión entre el paramento exterior y el núcleo interno. Las investigaciones arqueológicas han propuesto una fecha de construcción a comienzos del siglo III a.C. (lo decíamos más arriba), pudiendo ser, quizás, algo anterior. Desde el punto de vista histórico encaja bien esta datación, mejor, quizá, que una en el siglo IV a.C., hecatómnida.


Foto 20 (arriba).- El muy bien conservado estilóbato del templo de Zeus Lepsinos, pedestal honorífico a su derecha. Foto 21 (abajo).- Restos excavados del altar sacrificial  adscrito al templo.

Las torres de flanqueo presentan una factura muy cuidada, típicamente clásica. Las hay cuadradas (foto 24) y redondas (foto 25). La de la foto 25, coincidente con el punto 3 del plano, vigilaba de cerca una de las puertas de la ciudad (foto 26). Aparentemente estas torres eran huecas (foto 27), al menos los pisos superiores; el inferior casi seguro que era macizo. Para estar seguro de esto habría que excavar completamente alguno de los ejemplares mejor conservados.


Foto 22 (arriba).- Paramento de sillería de la muralla helenística de Euromos. Foto 23 (abajo).- Sección transversal de la muralla donde se aprecia muy bien su fábrica de triple hoja.

Un sendero convenientemente señalizado se interna hacia el norte, adaptándose a las líneas de cota del cerro que se alza a levante del solar de Euromos. Resulta agradable pasear durante algunos minutos en total soledad, escuchando el rumor del viento agitando las ramas de los pinos. Finalmente salimos a una explanada donde se encuentran los vestigios del Teatro de la ciudad (punto 4 del plano). Su planta semicircular, cávea apoyada en la ladera del cerro y aparente ausencia de decoración escultórica en el área de la escena delata una fábrica helenística pura, datable estilísticamente en el siglo III a.C. Aunque permanece soterrado en su mayoría es obvio que fue un teatro pequeño, habiéndose estimado su capacidad en 2000 personas. Recientes excavaciones han exhumado una esquina del edificio de la escena, el cual tenía planta rectangular (foto 28); así mismo se pueden observar unas pocas hileras de asientos pertenecientes a la cávea inferior (fotos 29 y 30). 




Foto 24 (arriba).- Torre cuadrada de la muralla de Euromos. Foto 25 (centro-arriba).- Torre redonda de la muralla. Foto 26 (centro-abajo).- Puerta de vano simple excavada en las inmedicaciones de la torre redonda anterior, a la cual ésta tenía la misión de proteger. Foto 27 (abajo).- Sección longitudinal de la torre cuadrada de la foto 24, donde se observa que, al menos en apariencia, fue hueca en la antigüedad.

La visita digamos “oficial” a Euromos termina por este lado ya que la distancia entre los puntos 4 y 5 del plano no es fácil de cubrir a pie al interponerse unos cuantos obstáculos naturales y artificiales. Es mejor volver al coche, salir a la carretera Milas-Söke, avanzar unos cuantos cientos de metros en dirección norte, estacionar en el arcén y examinar lo que queda por ver. Damos, por tanto, la vuelta, aprovechando para echar otro generoso vistazo al gran templo de Zeus Lepsinos y despedirnos de su genio adecuadamente. 



Foto 28 (arriba).- Esquina septentrional de la escena del teatro de Euromos. Fotos 29 y 30 (centro y abajo).- Vistas de las únicas cinco hileras de asientos visibles en superficie.

El punto 5 del plano es una gran explanada rectangular con evidentes maneras de haber albergado el Ágora de Euromos en otro tiempo. Disponía de cuatro stoas dóricas, una en cada lado del rectángulo, de las cuales se han conservado algunos tambores de columna (acanalados y no acanalados), restos del arquitrabe y del friso (fotos 31 y 32). Este ágora fue construida en época helenística, prosiguiendo en uso hasta el abandono de la ciudad. Un sector de la stoa oriental ha sido excavado hace poco, descubriendo un fragmento del muro trasero de ésta en bastante buen estado de conservación (foto 33). También se observa, y desde luego es lo más interesante que se puede ver por aquí, una larguísima inscripción tallada en un enhiesto pilar localizado en la esquina noroccidental del rectángulo (foto 34). Su estudio indica que es obra del siglo II a.C. En ella se agradece a un ciudadano de Euromos llamado Calístenes sus donaciones monetarias a la ciudad. También se menciona la alianza con Iasos referida más arriba, la cual de hecho es conocida gracias a esta inscripción.



Fotos 31 y 32 (arriba-centro).- Vistas de los restos de las stoas que rodeaban el ágora de Euromos. Foto 33 (abajo).- Muro trasero de una de dichas stoas recientemente exhumado.

Junto al ágora de Euromos, al otro lado de una carretera de tierra, en el interior de una pequeña finca agro-ganadera, se alzan las ruinas de un edificio cuya fábrica de mampostería aglomerada con mortero de cal presenta un marcado aspecto antiguo (foto 35). Es el punto 6 del plano, identificado en la bibliografía como un complejo termal de época imperial romana. A juzgar por lo que se aprecia de él en superficie, que no es poco, debe haber bastante más enterrado. La gran fortaleza de los muros de mampostería ha debido contribuir mucho a su relativamente buena conservación a pesar de los siglos pasados a la intemperie y el descuido más absoluto.


Foto 34 (arriba).- Inscripción honorífica tallada en un pilar del ágora. Foto 35 (abajo).- Ruinas de un complejo termal de época romana ubicado en las proximidades del ágora.

El edificio en cuestión resulta complicado de interpretar. Por paralelismos con otras ruinas similares se diría que lo conservado se corresponde con el tepidarium del complejo termal. Lo más vistoso son las dependencias abovedadas típicamente romanas (foto 36). También se puede observar una estructura con forma de ábside, quizás una parte del frigidarium o baño frío (foto 37).


Foto 36 (arriba).- Posibles ruinas del tepidarium del complejo termal anterior. Foto 37 (abajo).- Estructura absidiada perteneciente al frigidarium de dicho complejo (hipótesis). 

Nuestra visita a Euromos termina aquí. Aún es pronto, el día es luminoso y queda tiempo de sobra para conocer una segunda ciudad antigua antes de que se ponga el sol. Tomamos, pues, la pequeña carretera que, abandonando la general, parte en dirección oeste, ascendiendo hacia la cadena de sierras que se observa en el horizonte. Nos consta que al otro lado de dichas sierras (el Monte Grión de los textos clásicos) están el mar Egeo y la pequeña localidad de Kiyikislacik, otrora conocida como Iasos de Caria, cuyas ruinas nos están esperando… ¡allá vamos antigua Iasos!

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