lunes, 17 de marzo de 2014

El Castillo de Moros. Quintana de la Serena (Badajoz). Un ejemplo de Castellum romano de cronología temprana.

Por el sugerente nombre de “Castillo de Moros” son conocidos los restos de un recinto amurallado localizados en un berrocal granítico muy cerca de la carretera que une las localidades pacenses de Quintana de la Serena y Valle de la Serena.

Resulta destacable su proximidad al recinto romano de época republicana (siglo I a.C.) de Hijovejo – 1, del cual no le separan en línea recta más de doscientos metros, flanqueando a la sazón uno por cada lado la citada vía. No obstante su emplazamiento es ligeramente distinto toda vez que Hijovejo – 1 se halla prácticamente en llano, aprovechando unos bolos graníticos poco relevantes, mientras que el Castillo de Moros utiliza un cerrete de escasa entidad pero considerablemente más destacado en el paisaje para ganar algo más de valor defensivo. Sea como sea, en ambos casos se trata de emplazamientos poco apropiados desde el punto de vista defensivo dada su evidente accesibilidad.

Vista general del emplazamiento del Castillo de Moros.

DESCRIPCIÓN DEL RECINTO Y SU EMPLAZAMIENTO. El estado de los restos conservados es bastante malo, al menos en lo referente a las estructuras visibles en superficie. Casi ocultos por la vegetación, apenas se aprecian algunos paramentos exteriores correspondientes a lienzos de muralla, mientras que el intradós de dichos lienzos aparece completamente soterrado. Para colmo la mayor parte del perímetro que indudablemente tuviera en el pasado esta fortificación se encuentra perdido en la actualidad, bien porque yazca sepultado bajo tierra, bien porque simplemente haya desaparecido engullido por los múltiples trabajos agrícolas y ganaderos sufridos por el emplazamiento desde entonces (entre los cuales no faltan algunos cercados próximos verificados con un material pétreo idéntico al del Castillo de Moros). Es por ello que, llegado el momento de reconstruir la traza de este recinto, es preciso dejarse guiar más por la lógica y el sentido común que por la siempre más segura evidencia arqueológica. 

Como ya se dijera anteriormente, el Castillo de Moros se yergue sobre un cerrete granítico de escasa relevancia, similar a muchos otros de la zona. Una primera vuelta alrededor del emplazamiento permite distinguir dos zonas distintas, dispuestas de forma aterrazada según un modelo innumerablemente repetido en lasa fortificaciones de la Antigüedad. Así, elevándose unos dos metros sobre la llana dehesa encontramos en primer lugar una suerte de plataforma (figura 1), con sus taludes poco pronunciados. Esta plataforma, de forma ovoidal y unas dimensiones aproximadas de 20 x 10 metros, rodea la segunda zona del cerrete, a saber un bolo granítico, quedando un espacio transitable en su coronamiento variable entre los cinco y los siete metros de ancho. No obstante dicha circunvalación no es completa, limitándose a los flancos occidental, oriental y meridional del citado bolo, cuyo flanco septentrional, privado de plataforma, se apoya directamente en el suelo de la dehesa. Por su parte, el bolo granítico puede describirse como una reducida afloración pétrea de planta aproximadamente rectangular –unos 10 X 3 metros—orientada en sentido Este-Oeste. Sin acceso sencillo desde la plataforma dada la verticalidad de sus paredes naturales, resulta evidente su carácter de acrópolis diminuta, sin duda utilizado en la antigüedad para incrementar el valor militar del recinto.

Fig. 1.- Plataforma del Castillo de Moros vista desde su sector suroriental. A la izquierda se yergue el bolo granítico.