martes, 30 de septiembre de 2014

El Castro de Villasviejas del Tamuja y su ceca monetal (TAMUSIA).

El castro de Villasviejas del Tamuja se encuentra a unos 3 kilómetros de la localidad cacereña de Botija, pudiéndose llegar a él por una pista de tierra en buen estado. Destacar que buena parte de sus materiales y aún de sus estructuras han sido reutilizadas para la construcción de corrales para el ganado ovino propio de la zona.

 Ruinas de la muralla exterior del Castro de Villasviejas del Tamuja.

Ubicado en la superficie de una colina ancha pero de escasa altura, la suave pendiente de sus laderas no ofrece especiales ventajas desde el punto de vista de la fortificación con la única excepción de su frente occidental, bastante más agreste al discurrir por su parte inferior la delgada corriente del río Tamuja.

 Recintos inferior (exterior) y superior (interior) del castro.

lunes, 21 de julio de 2014

El recinto amurallado tardorromano de Bernardos (Segovia).

El recinto amurallado de Bernardos se ubica en la cumbre de un ancho cerro no excesivamente prominente en altura si bien dominante en relación con las demás elevaciones de los contornos. Para llegar a él hay que coger un camino que tierra que abandona el pueblo segoviano del anterior nombre en dirección norte y seguirlo siempre hacia arriba, tomando como referencia las indicaciones que conducen a una explotación de pizarras contigua al cerro en cuestión, a la sazón denominado en el pueblo con el clarificador apelativo de “Cerro del Castillo”, y aparcar el coche junto a la Ermita de la Virgen del Castillo, de moderna factura así como situada a pocos pasos del yacimiento arqueológico.

Derrumbadas en buena parte de su perímetro, si bien perfectamente visibles en todos los lados del antiguo recinto salvo en el del norte, las poderosas cortinas de pizarra están siendo parcialmente excavadas con gran éxito tanto desde el punto de vista científico como desde el cada vez más importante turístico dada la espectacularidad de las estructuras resultantes una vez desescombradas, limpiadas y consolidadas. 

Frente occidental del Cerro del Castillo, con su cerca torreada de clara tipología romana.

jueves, 15 de mayo de 2014

VOLUCE. Un recuerdo de Celtiberia.

Con este nombre se conoce a un antiguo oppidum arévaco localizado con cierta controversia a muy poca distancia de la soriana Calatañazor, en el llamado Cerro de los Castejones.

Sabemos de su existencia gracias a las menciones de dos fuentes clásicas: el itinerario de Antonino y el libro de geografía de Ptolomeo.

El cerro de los Castejones, antaño solar de la arévaca Voluce.

Es a través de Ptolomeo que conocemos su situación entre los arévacos, si bien él la nombra Veluca. Las coordenadas de la ciudad celtibérica, según el geógrafo de Alejandría, serían 11º50´ de latitud norte y 41°55´de longitud oeste, estando situada, de este a oeste, entre Tucris (localización desconocida) y Segortia –Segontia—Lanka (en las inmediaciones de Langa de Duero).

El itinerario de Antonino la incluye como Voluce en su Item ab Asturicam per Cantabria Caesaragusta, esto es la ruta entre Caesaraugusta (Zaragoza) y Astúrica Augusta (Astorga) pasando por una Cantabria que no debemos identificar con la Montaña costera. Concretamente la sitúa como sexta parada o mansio partiendo de Caesaraugusta, estando precedida hacia el este por la celebérrima Numancia –Numantia—y seguida (hacia poniente) por un asentamiento llamado Vasamam, identificable con la famosa ciudad de Uxama Argaela, cuyos restos se hallan muy cerca del actual Burgo de Osma.

Muralla principal de la antigua Voluce, en su frente oriental.

lunes, 17 de marzo de 2014

El Castillo de Moros. Quintana de la Serena (Badajoz). Un ejemplo de Castellum romano de cronología temprana.

Por el sugerente nombre de “Castillo de Moros” son conocidos los restos de un recinto amurallado localizados en un berrocal granítico muy cerca de la carretera que une las localidades pacenses de Quintana de la Serena y Valle de la Serena.

Resulta destacable su proximidad al recinto romano de época republicana (siglo I a.C.) de Hijovejo – 1, del cual no le separan en línea recta más de doscientos metros, flanqueando a la sazón uno por cada lado la citada vía. No obstante su emplazamiento es ligeramente distinto toda vez que Hijovejo – 1 se halla prácticamente en llano, aprovechando unos bolos graníticos poco relevantes, mientras que el Castillo de Moros utiliza un cerrete de escasa entidad pero considerablemente más destacado en el paisaje para ganar algo más de valor defensivo. Sea como sea, en ambos casos se trata de emplazamientos poco apropiados desde el punto de vista defensivo dada su evidente accesibilidad.

Vista general del emplazamiento del Castillo de Moros.

DESCRIPCIÓN DEL RECINTO Y SU EMPLAZAMIENTO. El estado de los restos conservados es bastante malo, al menos en lo referente a las estructuras visibles en superficie. Casi ocultos por la vegetación, apenas se aprecian algunos paramentos exteriores correspondientes a lienzos de muralla, mientras que el intradós de dichos lienzos aparece completamente soterrado. Para colmo la mayor parte del perímetro que indudablemente tuviera en el pasado esta fortificación se encuentra perdido en la actualidad, bien porque yazca sepultado bajo tierra, bien porque simplemente haya desaparecido engullido por los múltiples trabajos agrícolas y ganaderos sufridos por el emplazamiento desde entonces (entre los cuales no faltan algunos cercados próximos verificados con un material pétreo idéntico al del Castillo de Moros). Es por ello que, llegado el momento de reconstruir la traza de este recinto, es preciso dejarse guiar más por la lógica y el sentido común que por la siempre más segura evidencia arqueológica. 

Como ya se dijera anteriormente, el Castillo de Moros se yergue sobre un cerrete granítico de escasa relevancia, similar a muchos otros de la zona. Una primera vuelta alrededor del emplazamiento permite distinguir dos zonas distintas, dispuestas de forma aterrazada según un modelo innumerablemente repetido en lasa fortificaciones de la Antigüedad. Así, elevándose unos dos metros sobre la llana dehesa encontramos en primer lugar una suerte de plataforma (figura 1), con sus taludes poco pronunciados. Esta plataforma, de forma ovoidal y unas dimensiones aproximadas de 20 x 10 metros, rodea la segunda zona del cerrete, a saber un bolo granítico, quedando un espacio transitable en su coronamiento variable entre los cinco y los siete metros de ancho. No obstante dicha circunvalación no es completa, limitándose a los flancos occidental, oriental y meridional del citado bolo, cuyo flanco septentrional, privado de plataforma, se apoya directamente en el suelo de la dehesa. Por su parte, el bolo granítico puede describirse como una reducida afloración pétrea de planta aproximadamente rectangular –unos 10 X 3 metros—orientada en sentido Este-Oeste. Sin acceso sencillo desde la plataforma dada la verticalidad de sus paredes naturales, resulta evidente su carácter de acrópolis diminuta, sin duda utilizado en la antigüedad para incrementar el valor militar del recinto.

Fig. 1.- Plataforma del Castillo de Moros vista desde su sector suroriental. A la izquierda se yergue el bolo granítico.

jueves, 23 de enero de 2014

TRITIUM AUTRIGONUM. La Romanización en los confines de Hispania.

Ciudad de los autrigones (no es raro referirse a ella como Tritium Autrigonum) conocida por Plinio y las referencias del itinerario de Antonino. Se la localiza en el paraje conocido como El Alto de Rodilla, un kilómetro escaso al este de la localidad burgalesa de Monasterio de Rodilla, sobre un altozano cultivado de cereal en la actualidad.

El lugar, conocido de antiguo[1], nunca ha sido excavado aunque sí prospectado con notable éxito tanto desde el punto vista numismático como epigráfico y ceramológico. En el siglo XIX se desenterraron algunas canaletas de opus caementicium hoy desaparecidas.


ciudad autrigona de Tritium, Burgos
Vista general del emplazamiento de la ciudad autrigona de Tritium.

Parece ser que la ciudad romana fue antes un asentamiento autrigón, conquistado por los romanos en el marco de las guerras celtibericas. El registro cerámico, caracterizado por abundante presencia de terra sigillata hispánica y sudgálica, indica que la romanización de Tritium da comienzo en época de Escipión (hacia el 130 a.C.), prolongándose sin solución de continuidad hasta el siglo V d.C. en que, al parecer, se abandona sin que se vuelva a ocupar el asentamiento.

Vista área del Alto de Rodilla donde se aprecian claramente, por crecimiento diferencial del cereal cultivado, las trazas de las edificaciones de época clásica soterradas.