Conducimos durante algo más de media hora por el interior de Jonia hasta cruzar el límite de provincia moderna (Aydin) y el de región antigua: a partir de un cierto punto ya estamos en Caria. Aydin, la capital provincial, una floreciente ciudad de 200.000 habitantes, es nuestro siguiente destino. Concretamente queremos visitar las ruinas de su antepasada: la otrora célebre ciudad de Trales (Tralles en latin, Tralleis en griego).
Foto 1.- Vista general del complejo gimnástico-termal de la antigua Trales.
Aunque tenemos cierta idea de donde se encuentran las ruinas (en la cima de una alta escarpadura al pie de la cual se alzan los edificios de la actual Aydin) y aún llevamos un mapa básico lo cierto es que nos tiramos un buen rato yendo de un lado para otro de la ciudad sin acertar a dar con la senda que conduce al yacimiento. Y eso que divisamos algunos vestigios de la ciudad antigua en lo alto, pero del camino que hasta ellos conduce nada de nada. Probamos a dirigirnos monte arriba con la esperanza de dar con alguna indicación, mas lo único que conseguimos es presentarnos, por error, en el control de acceso a un cuartel del ejército turco, lo que no dejaba de tener su emoción. En honor a la verdad nos trataron bastante bien y, a pesar de las dificultades idiomáticas, nos proporcionaron algunas referencias acerca de la manera de llegar al yacimiento. Lamentablemente no nos fueron de utilidad así que otra vez de vuelta a la ciudad, un montón de paseos más, algún que otro “engaño” por parte del GPS (nos lleva a un jardín de infancia llamado “Tralleis”) y, por fin, casi a la desesperada pues la tarde avanzaba ya peligrosamente y nos quedábamos sin luz, tomamos una carretera algo cutre que conduce al sector noroccidental de la ciudad. Ahí la suerte nos sonríe de una buena vez en forma de cartel indicativo. Desde ese punto ya no resulta difícil llegar al solar de la antigua Trales. Estar atentos al resto de señales indicativas y poco más. La carretera serpentea monte arriba, bordeando los terrenos militares que ocupan la cumbre del monte, hasta llegar a la valla metálica que delimita el yacimiento. Ahí aparcamos y nos disponemos a explorar la ciudad de Trales. Pero antes, cómo solemos hacer en este blog, vamos a conocer un poco su historia.
Foto 2.- Los “Tres Ojos”: denominación popular de la que fuera fachada principal del complejo gimnástico-termal de Trales.
La verdad es que el devenir de Trales no es de los mejor conocidos de Asia Menor. Solamente se sabe lo contenido en las fuentes escritas y lo que han podido aportar las escasas excavaciones arqueológicas realizadas. Tampoco es de esperar que se averigüe mucho más en los próximos años toda vez que gran parte de la ciudad antigua descansa bajo lo que hoy en día es un espacio castrense de acceso muy limitado.
Foto 3.- Detalle del paramento de sillería. Complejo gimnástico-termal.
Cuenta Estrabón que Trales fue fundada por colonos de Argos y de la tribu tracia de los Tralios, de la que tomara el nombre. También fue conocida en época pre-helenística por los nombres de Polyantheia, Erymna, Charax y Euantheia. Tras formar parte del reino de Lidia, la ciudad entra en la órbita del imperio persa aqueménida (mediados del siglo VI a.C.). En el año 400 a.C., ostentando la categoría de capital de la satrapía persa de Caria, es atacada por el general espartano Tibrón, que ya se había apoderado de gran parte de Jonia en su penetración hacia levante. Desafortunadamente para la causa griega la guarnición aqueménida resistiría al amparo de las fortificaciones de la ciudad, a la sazón sublimadas por el elevado valor defensivo del montuoso paraje. Tibrón tuvo que retirarse con las manos vacías.
Foto 4.- Arco adovelado de doble rosca y paramento de sillería. Complejo gimnástico-termal.
Algo más de medio siglo después Trales se rinde sin lucha a Alejandro Magno, victorioso en Gránico sobre el gobernador persa de Asia Menor. Queda así incorporada al naciente imperio macedónico. En el año 313 a.C. es conquistada por las huestes de un Antígono I Monoftalmos en la cumbre de su poder. En manos antigónidas permanecerá hasta la derrota y muerte del diadoco en la batalla de Ipsos (301 a.C.), momento en que pasa a poder de Lisímaco de Tracia. Derrotado éste en Corupedio (281 a.C.), Trales es incorporada a los dominios del gran Seleuco I. En honor a este monarca la ciudad cambiaría su nombre por el de Seleucia del Meandro. Expulsados los seleucidas del occidente de Asia Menor a raíz de su derrota en la batalla de Magnesia (190 a.C.), Trales queda bajo dominio del reino de Pérgamo. La ciudad crece y prospera durante el benéfico periodo atálida. Los monarcas pergamenos visitan con frecuencia la ciudad, alojándose en un gran palacio que han construido al efecto. Escuelas de arte y filosofía se desarrollan financiadas por los muchos ciudadanos pudientes. El culto a los dioses también encuentra su lugar en la dinámica urbe, sobre todo el dedicado a Zeus Larasios, al cual se le dedicara, según testimonios numismáticos, un bonito templo. Y es que la excelente posición de Trales como jalón de la ruta comercial que, con cabecera en Éfeso, enlazaba el oriente microasiático con la costa del Egeo, le está proporcionando continuas oportunidades de enriquecimiento. Prueba inequívoca de este éxito son las sucesivas emisiones de tetradracmas cistofóricos que acuñara la ceca de la ciudad, no demasiado escasos hoy en día, indicio cierto de un volumen de emisión elevado. Iconográficamente son iguales que los de Pérgamo, diferenciándose tan sólo en su estilo, ciertas marcas de control y, lo más importante, en la marca de ceca: TPA o TPAL localizada en el sitio donde Pérgamo tiene la suya. El ejemplar de la figura 1 servirá para conocer este interesante tipo monetal.
Figura 1.- Tetradracma cistofórico acuñado en Trales durante el periodo 166-123 a.C.
Legado el reino de Pérgamo a la república de Roma por expreso deseo de Átalo III, el último monarca atálida, Trales es una de de las ciudades que denuncia este testamento y se posiciona en el bando del rebelde Aristónico. Derrotado éste, Roma castiga a la ciudad imponiéndole un tributo y prohibiéndole acuñar su propia moneda.
Trales volvería a poner a prueba la paciencia de Roma en el año 88 a.C., con motivo del asesinato masivo de ciudadanos romanos y latinos con que da comienzo la primera guerra mitridática. En efecto, Trales fue una de las ciudades en que se produjeron dichas matanzas según señala específicamente el geógrafo Estrabón. Se supone que también sería una de las ciudades en abandonar la causa de Mitrídates VI cuando la estrella de éste empezara a declinar. Eso explica que se librara de ser destruida aunque no, por supuesto, de afrontar el nuevo castigo impuesto por Roma a las ciudades rebeldes: un durísimo tributo a pagar durante los cinco años siguientes. Comenzaba así un periodo de estrechez económica para Trales, ahogada por las exacciones y la imposibilidad de emitir su propia moneda para pagarlas. Por fortuna para la ciudad, Pompeyo el Grande, persuadido por su buen amigo el mercader Pitodoro de Trales, se avino a suavizar tan severas condiciones, devolviendo a Trales en 58 a.C. el derecho a acuñar su propia moneda. Resultado de esto son las diversas emisiones de tetradracmas cistofóricos acuñados durante la primera mitad del I a.C., algunos inscritos con los nombres latinos de los magistrados monetales de la ciudad. Fue así como la ciudad consiguió retornar a la senda de la prosperidad, la cual ya no abandonaría durante el resto del periodo imperial romano.
Foto 5.- Arranque de la bóveda de ladrillo que cubría el primer paso de esta área del complejo gimnástico-termal de Trales.
Trales sería nombrada capital de convento jurídico durante algunos años, luego perdería esa distinción en beneficio de Éfeso. En 26 a.C. es golpeada por un potente terremoto, quedando prácticamente devastada. El emperador Augusto se encargará de financiar la reconstrucción de la ciudad; en agradecimiento los habitantes de Trales deciden renombrarla como Caesareia. Sin embargo este nuevo nombre no llegaría a asentarse y para finales del siglo I d.C. ya había caído en desuso. Durante el reinado de Tiberio Trales solicita a Roma la concesión del preciado Neokorato, el cual llevaba aparejado el derecho a erigir un fastuoso templo en honor del emperador. Según Estrabón la petición fue denegada aduciendo escasez de recursos suficientes por parte de la ciudad.
Foto 6.- Muro de gran empaque, similar a los Tres Ojos, perteneciente al complejo gimnástico-termal.
En el año 129 d.C. Adriano visita la ciudad. Su paso deja tras de sí una estela de beneficios legales a fin de favorecer su comercio. La prosperidad continuará durante el periodo plenoimperial. El comercio en Trales se financia, aparte de con el numerario imperial, empleando las sucesivas emisiones locales. Éstas se prolongan hasta el reinado de Galieno. No son comunes, especialmente en calidades altas, pero tampoco raras. Todo apunta a un volumen de emisión considerable, acorde a una ciudad próspera y con cierta importancia política a nivel regional. Tanto la iconografía de estas emisiones como su estilo son típicamente microasiáticos, destacando quizás un acabado de los cuños mejor logrado así como una mayor inclinación al empleo de temáticas imperiales. También llama la atención que durante las primeras décadas de la anarquía militar Trales emite algunas emisiones de gran tamaño, más medallones que monedas, de muy alta calidad numismática, las cuales apuntan a una economía especialmente próspera y también a un interés por congraciarse de alguna manera con la autoridad imperial. La figura 2 nos muestra cuatro tipos monetales acuñados en Trales durante el periodo imperial romano. Describamos estas interesantes piezas:
Figura 2.- Ejemplos de monedas de bronce acuñadas en Trales durante el periodo imperial romano.
Arriba-Izquierda.- AE18 acuñado a nombre del joven Cayo césar en el periodo 20 a.C. – 4 d.C. Trales aparece nombrada aquí como Caesareia y el reverso, una yunta de bueyes guiada por un sacerdote, hace también referencia a la ayuda prestada por Augusto, la cual es interpretada en este reverso como una suerte de “refundación” de la ciudad. Arriba-Derecha.- AE22 acuñado a nombre de Alejandro Severo (busto radiado). En el reverso se muestra un templo hexaestilo (posiblemente el templo de Zeus Larasios, aún sin localizar) con un caduceo en su interior. Abajo-Izquierda.- AE41 a nombre de Filipo el Árabe. Las dimensiones de esta espectacular pieza corresponden más a un medallón que a una moneda. En su reverso aparece el supremo dios Zeus (probablemente Zeus Larasios), sentado en su trono, sujetando cetro y victoria alada, y la célebre Artemisa de los Efesios: la divinidad autóctona más venerada, con diferencia, en todo el occidente de Asia Menor. En verdad esta pieza constituye un magnífico resumen de la mentalidad helenística. Abajo-Derecha.- Emisión pseudoautónoma (AE21) datada en tiempos de Valeriano I. En el anverso aparece Demos o lo que es igual una alegoría del pueblo, la gente, de la ciudad de Trales. En el reverso vemos una bonita cista mística inscrita.
Fotos 7 y 8.- Estructuras excavadas en los lados meridional y oriental del complejo gimástico-termal.
Trales será sede episcopal durante el periodo tardorromano y bizantino, una de las más importantes de entre las dependientes del metropolitano de Éfeso. Conocemos los nombres de varios de sus obispos a través de los siglos gracias a las listas de participantes en los sucesivos concilios eclesiásticos. El primero conocido, Heracleón, data del año 431, el último, Juan, de 1230.
Foto 9.- Tabiques de ladrillo levantados en época bizantina al objeto de reaprovechar la antigua instalación romana del complejo gimnástico-termal.
La ciudad continúa siendo más o menos prospera durante el periodo bizantino-temprano. Sus ciudadanos, al menos los pudientes, disponen de recursos suficientes para proporcionar una buena educación a sus hijos. Entre estos últimos sobresalen las figuras de Antemio de Trales (nacido hacia el 474 d.C.), coautor junto a Isidoro de Mileto de la celebérrima basílica de Santa Sofía de Constantinopla, y Alejandro de Trales (nacido hacia el 525 d.C.), el mejor médico de su época.
A resultas de la derrota bizantina en Manzikert (1071), los turcos selyúcidas se abalanzan sobre la mitad occidental de Anatolia apoderándose de buena parte de ella. Constantinopla logra retener a duras penas las regiones costeras, dejando el interior a su suerte. Es por ello que Trales permanecerá en manos musulmanas hasta su reconquista por Manuel I Comneno en la segunda mitad del siglo XII. Durante el nuevo periodo de dominio cristiano la ciudad languidecerá con escaso pulso urbano. En 1282 es capturada de nuevo por los turcos, esta vez definitivamente. Por aquel entonces la otrora gran ciudad se encontraba degradada a la triste condición de extenso campo de ruinas; su acueducto hace tiempo que fue destruido por lo que el aprovisionamiento de agua en la cumbre del monte se revelaba difícil e irregular. Es por ello que los nuevos dominadores deciden abandonar el montuoso emplazamiento y trasladar la ciudad a la llanura ubicada al pie de aquél. Aquel fue el nacimiento de Aydin y el oscuro fin de la milenaria historia de Trales…
Fotos 10 y 11.- Vistas del área comercial-industrial de cronología bizantino-temprana aneja al complejo gimnástico-termal.
Al entrar en el yacimiento de Trales lo primero que nos llama la atención es que hay muchas personas en él. Todos son turcos, no turistas sino residentes de Aydin que han ido hasta a las ruinas a pasar la tarde del domingo. No en vano el paraje es bonito, arbolado, espacioso, con una hermosa vista sobre el horizonte… invita en verdad a pasear por él o simplemente sentarse en cualquier lugar a charlar con la pareja o los amigos. No se trata, desde luego, de un yacimiento arqueológico al uso sino, quizás, de algo mejor, perfectamente integrado en la vida de la comunidad que lo rodea.
El principal atractivo del yacimiento son los restos de un complejo gimnástico-termal de época romana imperial (foto 1). Sobre todo destaca la estructura conocida entre los lugareños como “los Tres Ojos” (Üç Gözler en turco), a la sazón un altísimo fragmento de muro, probablemente parte de la fachada principal del citado complejo, atravesado por tres amplias galerías cubiertas por arcos de medio punto (foto 2). De toda la vida los Tres Ojos se han alzado sobre la cumbre del monte de Trales, excitando la imaginación de los habitantes de Aydin y de los visitantes que pasaban por sus proximidades. Forman parte de la memoria histórica de la zona, siendo su valor espiritual aún mayor que el histórico, ya de por sí elevado.
Foto 12.- Dependencia perteneciente al área comercial-industrial bizantina. Conserva una buena sección de la bóveda que la cubría.
Desde el punto de vista arquitectónico, los Tres Ojos muestran una fábrica típica del siglo II d.C. (estimación confirmada por los datos arqueológicos), conformada por unos potentes muros de carga levantados íntegramente en sillería (opus quadratum) de mediano tamaño y tallado mediocre (foto 3). Los arcos de medio punto que cubren los vanos de este muro son adovelados, con doble rosca, construidos mediante un sistema de cimbras (foto 4). Sobre este muro de sillería se apoyaba una bóveda redonda de ladrillo cuyo arranque se ha conservado (foto 5). Existe otro muro de gran empaque, perpendicular a los tres ojos, que forma parte del mismo edificio (foto 6). Así mismo, las excavaciones de los últimos años han exhumado un buen número de estructuras pertenecientes al complejo gimnástico-termal (fotos 7 y 8), permitiendo así trazar su planta. Existen indicios de que algunas de estas estructuras fueron reutilizadas como cisternas durante el periodo bizantino, para lo cual fueron retabicadas en ciertos puntos con materiales de baja calidad (foto 9).
Fotos 13 y 14.- Vistas del área residencial de época tardorromana.
Contiguo al complejo gimnástico-termal se encuentran las ruinas, excavadas y restauradas, de un área comercial-industrial de época bizantino-temprana. Se trata de una hilera de dependencias, antiguas tiendas y talleres, levantadas por medio de paredes de mampostería en hiladas (fotos 10 y 11) y cubiertas por bóvedas de medio punto (foto 12). Parece ser que se mantuvieron en uso desde el siglo V a la primera mitad del VIII d.C.
Foto 15.- Restos de una calle enlosada junto al área residencia anterior. El muro de la izquierda corresponde, en teoría, a un segundo sector.
Caminamos hacia el oeste siguiendo un camino de tierra que discurre entre olivos se llega a una segunda área excavada. Los restos corresponden a un grupo de residencias de cronología tardorromana (fotos 13 y 14). La clase social de sus propietarios no debió ser alta a juzgar por la ausencia de elementos lujosos tales como mármoles, columnas o amplios peristilo. También se observan vestigios de una calle enlosada al lado del grupo de casas (foto 15).
Fotos 16 y 17.- Ruinas de la iglesia-catedral de Trales datables en época bizantino-temprana.
El sendero prosigue hacia poniente, cerca ya de la escarpadura en la que concluye la cumbre del monte de Trales. Allí, en un paraje solitario, se alzan las ruinas de un edificio de planta basilical, con un gran ábside en el extremo (fotos 16 y 17). Tiene todo el aspecto de ser una iglesia de época bizantina temprana o tardorromana como muy pronto (más lo primero que lo segundo a nuestro juicio). Su fábrica es similar a la de las tiendas bizantinas descritas un poco más arriba. Hay también algunos muros en las inmediaciones, pertenecientes con toda probabilidad al mismo plan constructivo (foto 18). Supongo que es por esta razón que se haya identificado estas ruinas con la residencia del obispo de Trales y su iglesia-catedral.
Foto 18.- En primer plano, muro perteneciente a la residencia del obispo de Trales, en plano medio, la iglesia-catedral.
De vuelta a la entrada al yacimiento, nos detenemos a examinar algunos elementos arquitectónicos hallados en las excavaciones que evidencian la pretérita existencia, atestiguada por las crónicas, de edificios majestuosos en Trales. Columnas, capiteles ornamentados, enlosados de blanco mármol, bases de columna… solitarios como están, descansando sobre la tierra, ofrecen un pobre destello de la magnificencia que en otro tiempo debió abundar en este lugar (fotos 19, 20, 21 y 22).
Foto 19.- Fragmentos de columnas de granito exhumadas en las excavaciones.
Salimos del yacimiento no sin antes tener que esperar al guarda de éste pues la cancela de la valla está cerrada y no podemos pasar. Tampoco es que nos pongamos nerviosos porque no somos los únicos: hay lo menos veinte turcos en la misma situación. Y es que con la caída de la tarde ha llegado hora de cerrar en el yacimiento de Trales.
Foto 20.- Magnífico capitel de pilastra de orden corintio compuesto.
Nos consta que los restos del estadio y del teatro de la ciudad, sin excavar y con muy pocas de sus estructuras visibles en superficie, se encuentran hacia el este, siguiendo los caminos que transcurren más o menos en paralelo a la valla del recinto militar. Lo cierto es que no nos animamos a buscarlos ya que no nos parece muy buena idea estar andurreando por los alrededores de una base militar casi de noche. En otra ocasión será.
Foto 21 (arriba).- Enlosado de sillería de mármol. Posiblemente lo poco que queda del ágora de la ciudad. Foto 22 (abajo).- Base de columna hueca.
De vuelta en el coche, no sabemos cómo pero de pronto nos vemos subiendo las sierras que se yerguen al norte de Aydin, comparado con las cuales el monte de Trales no pasa de la categoría de hermano pequeño. La carretera, de dos sentidos, es estrecha, polvorienta y, lo peor de todo, rebosante de tráfico. A los lados se abren profundas gargantas terrosas, cubiertas por una ligera capa vegetal. En ocasiones divisamos al lado de la carretera algún resto de estructura antigua pero al ser imposible detenerse, pues no hay sitio para dejar el coche, no lo podemos documentar. En un momento dado logramos, al alcanzar una cumbre, echarnos a un lado justo al pie de lo poco que queda del acueducto de Trales: apenas un mísero fragmento de pared sosteniendo un canal elevado (foto 23). Ni siquiera lo podemos fotografiar bien pues una profunda caída se abre a pocos pasos de él y no es cosa de jugarse el tipo.
Foto 23.- Pequeño tramo de canal elevado perteneciente al acueducto de la antigua ciudad de Trales.
Por fin, conseguimos dar con una carretera descendente, que nos conduce hasta un ameno valle por donde se circula mucho más a gusto. Lo cierto es que con la noche encima no nos apetecía en absoluto seguir conduciendo por esas alturas. Regresamos, así, a Aydin, donde nos esperaba el descanso en un hotel de las afueras. Hasta aquí el quinto día de viaje. Mañana más.
1 comentario:
Muy buen tu blog y esta colección de monedas muy antiguas me han gustado.
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