sábado, 1 de abril de 2017

Un repaso por las cecas imperiales operativas a la muerte de Constantino I (337 d.C.), 3ª Parte: la Prefectura de Italia.

La prefectura de Italia se extendía no sólo por la península italiana propiamente dicha sino también por los territorios de la Galia Cisalpina, las islas de Córcega, Cerdeña y Silicia, la provincia de Retia y las provincias africanas de Mauretania Caesarensis y Africa Proconsular. Fue creada a raíz del reparto del Imperio llevado a cabo por los hijos de Constantino I y adjudicada al joven Constante. Se trataba de un territorio no excesivamente extenso aunque de gran importancia económica e histórica, con la ventaja añadida de estar bastante menos expuesto a los ataques enemigos que los mismos localizados a levante y poniente de sus fronteras. Esto último explica que dispusiera de muchas menos tropas estacionadas en su interior lo que a su vez constituye la razón última de que fuera entregado al más joven y menos influyente de los tres hermanos.

A la muerte de Constantino I operaban dos cecas monetales en los territorios de la prefectura de Italia: Roma y Aquileia. La ceca de Ticinum había estado batiendo moneda hasta el año 326, esto es once años antes de la muerte de Constantino I. No obstante la vamos a incluir también en este pequeño trabajo pues así lo amerita la gran calidad y la abundancia de sus acuñaciones. 

Roma. La inmensa importancia histórica de Roma, la Ciudad Eterna, es sobradamente conocida, excediendo de lejos los límites de esta entrada cualquier intento de resumir su historia. Nos vamos a limitar, por tanto, a apuntar solamente algunos detalles de su historia numismática. 

Foto 1.- Arco de Constantino I erigido en conmemoración de la victoria constantinea en la batalla del Puente Milvio.

La gran mayoría de las acuñaciones imperiales anteriores a la reforma de Diocleciano fueron realizadas en los talleres de la ceca de Roma, especialmente en el periodo altoimperial y en el de la dinastía severa. Durante la anarquía militar la ceca continúa trabajando a buen rendimiento si bien asistida –o en competición según la situación histórica— por un número cada vez mayor de cecas provinciales localizadas sobre todo en la mitad oriental del Imperio. Ésta pluralidad de cecas estaba ya relativamente avanzada en el 293, fecha en que Diocleciano decide darle el espaldarazo definitivo, degradando a la ceca de Roma a la condición de “una más”: no mucho más importante –a veces incluso menos— que el resto de cecas distribuidas a lo largo y ancho del Imperio.

Durante el Bajo Imperio la misión de la ceca de Roma ya no será la tradicional de aprovisionar el dinero para las pagas de los legionarios estacionados en las remotas fronteras sino otra más prosaica y gris: surtir de numerario a la península italiana, islas adyacentes e Hispania (esta última en colaboración con las cecas galas). También se encargará del Norte de África (Egipto y Cirenaica aparte) a partir del 307 en que cesa sus funciones la ceca de Cartago. El volumen de acuñación necesario para la nueva tarea, aunque elevado, no era desde luego más que una fracción del otrora requerido para aprovisionar de dinero circulante a todo el mundo romano. Esto explica la disminución del número de oficinas desde nueve a solamente cuatro (año 299). Posteriormente la ceca abrirá una nueva oficina –año 330--, llegando a contar con seis (periodo 348-352) e incluso siete (352-360), si bien en estos dos últimos casos con un volumen de producción unitario, esto es por oficina, probablemente inferior al de los periodos anteriores. A partir del 360, fecha de la subida al trono de Juliano II “el Apóstata”, la ceca proseguirá sus amonedaciones en 4-5 oficinas hasta la caída del Imperio de Occidente en el 476. Se conocen algunas emisiones posteriores, muy escasas, acuñadas por los ostrogodos de modo intermitente entre el 476 y el 518. Reconquistada Italia por los generales bizantinos Belisario y Narsés –circa año 540--, la ceca de Roma batirá moneda de tipo bizantino hasta la caída final de la ciudad en poder de los longobardos (745) y su entrada en la convulsa y oscura Alta Edad Media. 

A continuación podemos observar (fotos 2, 3, 4, 5 y 6) una serie de monedas acuñadas en la ceca de Roma durante el periodo 302 - 352 d.C. 

 Foto 2.- Follis de bronce acuñado en la segunda oficina de Roma a nombre del Augusto de occidente Maximiano Hercúleo en el bienio 302-303. En el reverso, rodeando a una alegoría de la justicia, aparece la leyenda SAC MON VRB AVGG ET CAESS NN que extendida es: SACRA MONETA VRBI AVGVSTORVM ET CAESARVM NOSTRORVM o lo que es igual: “la sagrada moneda de la Ciudad –con mayúscula— de nuestros augustos y césares”. Como se ve, la leyenda cita expresamente la ciudad de Roma –conocida en la antigüedad como “la Urbs”— en lo que supone una deferencia por parte de la autoridad imperial para con la gloriosa capital espiritual –que no política— del Imperio. Y es que en el resto de cecas, con la única excepción de Cartago, nunca aparece el nombre de éstas en la leyenda de reverso, reservándose este honor para la ceca de Roma. 

Foto 3.- Follis acuñado en la tercera oficina de Roma a nombre del usurpador Majencio en el trienio 308-310. Bronce. Majencio intentó compensar su déficit de legitimidad ganándose al pueblo y al senado de Roma para su causa. Para ello fijó su capital en Roma (dominaba los territorios de lo que más tarde sería la prefectura de Italia) e invirtió copiosos recursos en restaurar sus edificios más simbólicos al objeto de devolver a la por aquel entonces ya algo vetusta ciudad parte de su antiguo esplendor. Uno de los edificios que mando reparar fue el templo de Venus y Roma, el cual figura en el reverso de esta moneda representado como un templo hexástilo con la estatua sentada de la diosa Roma (Dea Roma) en el interior de su cella. La leyenda de reverso CONSERV VRBS SVAE hace también alusión a esta labor de Majencio como “Conservador de su Ciudad”.

Foto 4.- Follis acuñado en la primera oficina de Roma a nombre de Maximiano Hercúleo en su calidad de padre del usurpador Majencio. Año 307. Bronce. Maximiano, el antiguo augusto de occidente, había cumplido de mala gana la orden de abdicación promulgada por Diocleciano en el año 305. Es por ello que cuando su hijo Majencio se alzó con el control del tercio central del Imperio, no vaciló en aceptar la oferta de asociación en el trono que le propusiera. Esta moneda refleja esa situación, apareciendo Maximiano, como augusto, en el anverso y el templo de Venus y Roma, propio de Majencio, en el reverso.

Foto 5.- Centenonial acuñado en la segunda oficina de Roma a nombre del césar Constantino II en el año 326. Se trata de una muy rara variante del popular tipo Puerta del Campamento con tres torres y leyenda de reverso VIRTVS AVGG.

Foto 6.- Maiorina acuñada en la sexta oficina de Roma por el usurpador occidental Magnencio en el bienio 351-352. Tras asesinar a Constante en el 350, Magnencio se hizo fuerte en la mitad occidental del Imperio. El tipo de reverso VICT DD NN AVG ET CAES es característico de este usurpador. 

Aquileia. Fue fundada por los romanos en el año 181 a.C. recibiendo el Ius Latii, lo que la señalaba como ciudad amiga y aliada de Roma si bien con un rango jurídico inferior al de las colonias de veteranos y/o ciudadanos romanos. Noventa años después logra el ascenso a la condición de municipio romano, prueba ésta de una gran prosperidad económica, a la sazón basada en su condición de punto de partida de varias rutas comerciales de primer orden y también en su privilegiada situación geográfica: muy próxima a la confluencia entre las mitades oriental y occidental del Imperio.

Durante el pleno Imperio se alza como la principal ciudad del norte de Italia y el área ilírica próxima. Hasta 100.000 habitantes llegaría a albergar Aquileia en esta época, actuando a la vez como motor económico de una vasta región y como plaza fuerte de primer orden: verdadera llave del acceso a la península italiana por parte de cualquier invasor procedente del norte y del este. Esta prosperidad continuaría durante el Bajo Imperio, manifestándose en la construcción de un crecido número de magníficos edificios entre los que destacara un soberbio palacio imperial, al amparo de cuyos muros se alojara Constantino I con alguna frecuencia. Lamentablemente la llegada del funesto siglo V traería graves perturbaciones a la grandiosa ciudad adriática: para su desgracia obligada a servir de defensa avanzada contra los múltiples invasores que ansiaban penetrar en la península italiana a depredar sus todavía intactas riquezas. Así, en el año 401 y de nuevo en el 408 debe soportar sendos asedios por parte de los vándalos del rey Alarico, cayendo finalmente en el 452 ante los feroces hunos de Atila. La destrucción que siguiera a esta conquista fue tan completa que la ciudad nunca más volvió a recuperar siquiera una fracción de su pretérito esplendor. De hecho la mayoría de los supervivientes del brutal saqueo se trasladó a una zona de lagunas situada a 13 kilómetros, fundando un asentamiento que por su carácter eminentemente lacustre resultaba muy difícil de atacar por parte de invasores como los hunos, basados en fuerzas masivas de caballería. Este asentamiento daría lugar con el correr del tiempo a la magnífica Venecia, cuyo señorío sobre la región permanecería indiscutible durante muchos siglos, reduciendo a la Aquileia clásica (o más bien a lo que quedaba de ella) a la condición de pequeña villa feudal dependiente de Venecia.

 Foto 7.- Ruinas de una calle porticada en el yacimiento arqueológico de Aquileia.

Aunque la actual Aquilea bien merece una visita en razón de sus bien conservados edificios eclesiásticos de época medieval, es poco lo que conserva de su pasado romano debido al profundo reaprovechamiento de sus materiales que el crecimiento de Venecia ocasionara. En la foto 7 podemos ver las ruinas de una calle porticada exhumadas durante las escasas excavaciones arqueológicas que se han realizado en el yacimiento, el cual de hecho permanece sin excavar casi en su totalidad.

Las emisiones monetales de Aquileia comienzan en el 294 d.C. con ocasión de la elección de la ciudad como sede de una de las nuevas cecas monetales instauradas por Diocleciano para surtir de numerario al Imperio. Acuña los tres metales, en cantidades moderadas en todos los casos, siendo sus bronces no escasos pero sí bastante menos frecuentes que los de las cecas galas o del levante imperial. Destaca así mismo la buena calidad de su producción monetal, caracterizada por unas piezas bien acuñadas, de estilo ligeramente oriental, balcánico, bastante alejado por tanto del arte occidental, más realista, propio de las emisiones de Lugdunum, Tréveri o Roma.

La ceca de Aquileia dispondrá de tres oficinas durante el periodo tetrárquico, reservando las dos primeras a los augustos y la tercera a los césares. Será cerrada por Constantino en el 324 y reabierta de nuevo por el mismo soberano en 334. Sus tres oficinas continuarán produciendo monedas hasta el 364, en que se cierra una de ellas. En lo sucesivo continuará la acuñación en dos talleres si bien bastante disminuidos en lo que a volumen de emisión se refiere. La clausura definitiva de la ceca acontece durante el reinado de Valentiniano III, en el año 437 a más tardar. Los ejemplares de las fotos 8, 9, 10, 11 y 12 corresponden a monedas acuñadas entre el 300 y el 350 d.C.

Foto 8.- Follis acuñado en la segunda oficina de Aquileia a nombre del augusto de occidente Maximiano Hercúleo en el año 300. Bronce con liga de plata. 

Foto 9.- Follis acuñado en la primera oficina de Aquileia a nombre del augusto de occidente Constancio Cloro en el año 305, esto es en los primeros compases de la segunda tetrarquía. Bronce. El reverso FIDES MILITVM, alusivo a la fidelidad del ejército para con su emperador, es algo escaso así como exclusivo de las cecas del norte de Italia: Aquileia y Ticinum.

Foto 10.- Follis acuñado en la primera oficina de Aquileia a nombre de Maximiano Hercúleo en su calidad de padre del usurpador Majencio. Año 307. Bronce. Al igual que la ceca de Roma, la de Aquileia también batió monedas en nombre del usurpador Majencio y de su padre, Maximiano Hercúleo.

Foto 11.- Maiorina acuñada en la primera oficina de Aquileia durante el trienio 348-350 a nombre de Constancio II: emperador de la mitad oriental del Imperio. La moneda fue acuñada bajo el gobierno de Constante, el emperador occidental.

Foto 12.- Maiorina acuñada en la tercera oficina de Aquileia por el usurpador occidental Magnencio en el año 350. Las primeras emisiones monetales de Magnencio son muy buscadas por los coleccionistas dada su gran calidad, belleza e incluso tamaño. Es obvio que el usurpador intentó legitimarse vía la acuñación de monedas muy vistosas, portando mensajes propagandísticos de más que probada eficacia tales como el emperador a caballo, alanceando a un enemigo de Roma. 

Ticinum. La actual ciudad italiana de Pavía tiene su origen en un campamento militar romano fundado para custodiar el principal nudo de comunicaciones de la mitad norte de la península italiana, del cual partían las calzadas que conducía hacia la Galia, los Balcanes y la propia Roma. Como en tantas otras ocasiones, el campamento primigenio fue creciendo hasta conformar un asentamiento de entidad urbana el cual alcanzara el rango de municipio romano probablemente antes del término del siglo II a.C. 

La privilegiada posición estratégica de Ticinum proporcionaría múltiples oportunidades de enriquecimiento a sus habitantes, convirtiéndola en una ciudad próspera durante casi todo el periodo imperial romano. Los saqueos del 452, a manos de Atila, y del 476, responsabilidad del hérulo Odoacro, podrían haber dado al traste con dicha prosperidad mas no lo hicieron: todo lo contrario Ticinum conocería su momento de máximo esplendor durante el dominio bárbaro de Italia, siendo ornamentada con nuevos edificios por Teodorico el Grande, rey de los hérulos, e incluso elevada a la condición de capital de su reino por los longobardos tras la conquista del 572.

Numismáticamente hablando comienza su andadura durante el reinado de Aureliano (273-275), quien fundaría la ceca de Ticinum empleando el personal de la extinta ceca de Mediolanum (Milán). Su gran importancia estratégica persuadiría a Diocleciano de la conveniencia de conservar esta ceca dentro de la nueva organización monetal del Imperio. La ceca poseía dos oficinas en aquel momento (había llegado a tener hasta seis), tres a partir del año 300 y cuatro desde el 322 hasta su cierre definitivo en el 326. El motivo de su cierre fue, ironías del destino, similar al que ocasionara su apertura: el traslado a oriente de su personal al objeto de conformar la nueva ceca de Constantinopla.

Sus acuñaciones fueron bastante abundantes y sobre todo de muy buena calidad artística. El estilo empleado es bastante característico: menos recio que el de las cecas occidentales pero conservando un punto de realismo que lo aleja de las acuñaciones balcánico-orientales. Los ejemplares de las fotos 13, 14, 15 y 16 servirán para ilustrar el trabajo de esta ceca.

Foto 13.- Follis acuñado en la tercera oficina de Ticinum a nombre del césar de oriente Galerio Maximiano en el periodo 300-303. Bronce con liga de plata.

Foto 14.- Follis acuñado en la segunda oficina de Ticinum a nombre del césar de oriente Maximino Daya en el bienio 305-307, esto es durante la segunda tetrarquía. Ejemplar escaso y de gran calidad donde se aprecia claramente el arte de la ceca. 

Foto 15.- Centenonial acuñado en la primera oficina de Ticinum a nombre de Constantino I en el periodo 322-325. Bronce con liga de plata. Se trata de una moneda de escaso valor liberatorio pero con todo muy bien diseñada y mejor acuñada. No es extraño, a la vista de tan soberbio ejemplar, que Constantino escogiera a sus maestros acuñadores para dotar a la que iba a ser la ceca de la nueva capital del Imperio.

Foto 16.- Centenonial acuñado en la tercera oficina de Ticinum a nombre de Helena, madre de Constantino, en el año 326. Bronce. 

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