domingo, 22 de enero de 2017

Descubriendo Asia Menor II. Día 1, 2ª Parte. Kyme.

Media hora escasa de conducción nos trasladan hasta la costa de la Eólida, concretamente al tramo dominado por la ciudad de Aliağa. Se trata de un área fuertemente industrializada, donde destacan dos grandes áreas portuarias surcadas por abundante tráfico pesado tanto marítimo como terrestre. Un cartel situado en la autovía general que recorre la fachada occidental de Turquía nos indica la salida que hay que tomar para visitar las ruinas de la antigua ciudad de Kyme. Lamentablemente ésa es la única señalización existente de manera que nos perdemos varias veces, preguntamos otras tantas –con escaso aprovechamiento dadas las barreras idiomáticas—y sólo al cabo de cuarenta minutos de trayecto errático, tras el minucioso examen de una foto aérea descargada de internet, damos con la entrada de una pista de tierra que, previsiblemente, conduce hasta las inmediaciones del yacimiento. Nos veíamos ya pateando la ciudad antigua cuando advertimos que nuestras “desdichas” aún no habían concluido. En efecto, apenas llevábamos avanzados unos cientos de metros por la citada pista cuando la pésima calidad del firme –puro barro interrumpido por charcos de ignota profundidad— aconsejó detener el vehículo y reflexionar un poquito… ya que no era plan de quedarse atascados en el barro y camino íbamos de ello. El caso es que decidimos dar la vuelta al coche –maniobra bastante laboriosa dada la gran estrechez de la vía—y deshacer el camino hasta llegar adonde una pequeña explanada permitía dejar el coche estacionado sin bloquear la vía. El resto del camino hasta Kyme había que hacerlo a pie y contrarreloj, casi a paso ligero, dado que la tarde ya estaba avanzada y el sol había empezado a declinar en el cielo. No es que fuera mucha distancia: tal vez un poco más de un kilómetro pero dado que ni siquiera estábamos totalmente seguros de que el yacimiento estuviera por ahí se nos hicieron bastante largos. De hecho íbamos a darnos ya la vuelta cuando divisamos en la distancia lo que parecía ser un cartel explicativo. Y lo era. Y Kyme estaba, de hecho, al lado sólo que a contraluz, razón por la que no veíamos sus ruinas desde lejos.

Aliaga, Turquía, Turkey
Foto 1.- Restos del puerto antiguo de Kyme.

La historia de Kyme (Cyme en latín, Cime en castellano) es larga como pocas. Fue fundada por colonos griegos procedentes de la ciudad de Locris en algún momento del siglo VIII a.C. El asentamiento prosperó grandemente hasta el punto de conformar una suerte de emporio local enfocado al comercio marítimo, con escasa relación con el interior de Anatolia. Con el correr del tiempo sería considerada la mayor y más importante de las ciudades eolias: una apetecible presa, por tanto, para el imperio persa que la conquistara en el año 540 a.C. 

Aliaga, Turquía, Turkey
Foto 2.- Entrada al castillo bizantino localizada en su esquina NO. Cuerpo de guardia anejo.

Durante la soberanía persa el magnífico puerto de Kyme serviría como base naval de la flota aqueménida encargada del dominio del estratégico estrecho del Helesponto. Esto explica que los restos de la flota persa derrotada en Salamina acudieran a refugiarse en la rada cimeana.

A pesar de que Kyme se unió a la gran revuelta jonia contra los persas (499-493 a.C.) no parece que fuera duramente castigada por los victoriosos aqueménidas. Su prosperidad no se interrumpió tras la conquista alejandrina de Asia Menor ni tampoco fue afectada por las guerras entre los diadocos. En un principio formó parte del Imperio Seleúcida si bien tras la muerte de Antíoco III en la batalla de Magnesia --evento que pusiera punto y final a la presencia seleúcida en el oeste de Asia Menor— resolvió declararse aliada de Roma, siendo recompensada por ésta con la exención de impuestos. El hecho de que Kyme dispusiera de margen de maniobra para concertar una alianza con una potencia tan poderosa como Roma en una fecha relativamente tardía del helenismo como el 189 a.C. constituye una prueba fehaciente de su crecida importancia a nivel local cuanto menos. Otra prueba no menos decisiva es la acuñación entre el 165 y el 140 a.C. de varias series sucesivas de magníficos tetradracmas, identificadas por sus respectivos magistrados monetales, cuyo volumen total debió ser bastante elevado a tenor del significativo número de ejemplares que ha llegado hasta nuestros días. La moneda de la figura 1 servirá para ilustrar estas emisiones:

Figura 1.- Tetradracma acuñado en Kyme durante el periodo 165-140 a.C.

Numismáticamente hablando Kyme es célebre entre los coleccionistas “de a pie” por sus acuñaciones de bronces de pequeño tamaño. Aunque sin duda hubo muchas series sucesivas, pueden dividirse en dos grandes grupos. El primero se caracteriza por la vasija tipo “esquifo” del reverso, variando algo más el anverso (caballo, águila, etc). Su arco cronológico se ha fijado entre el 350 y el 250 a.C. El segundo presenta busto femenino a derecha (la amazona de nombre Kyme que fundara la ciudad según la mitología local) en anverso y caballo pasante en reverso. Fueron acuñadas entre el 250 a.C. y el 190 a.C. En ambos grupos las series se diferencian entre sí por los nombres de los magistrados  monetales (iniciales o monogramas) y por las marcas de control, siendo en casi todos los casos monedas bastante comunes, asequibles incluso en calidades medio-altas. Esto indica que fueron acuñadas en cantidades realmente cuantiosas, lo que de paso nos aporta otra evidencia de la gran prosperidad de la ciudad durante la época helenística. En la figura 2 podemos contemplar un bonito ejemplar de cada grupo.

Figura 2.- Monedas de bronce acuñadas en Kyme durante el periodo helenístico, entre el año 350 y el 190 a.C.

En 17 d.C. la ciudad fue gravemente afectada por un potente terremoto (el mismo que afectara a la mayoría de las ciudades del occidente microasiático). La catástrofe se repetiría en el año 94. En ambas ocasiones Kyme demostraría su vigor como ciudad arreglándoselas para reconstruir lo dañado y volver a ser una dinámica ciudad portuaria. Las acuñaciones monetales de la ciudad durante el periodo imperial comienzan en el reinado de Nerón prolongándose hasta el reinado de Galieno, con destacables hiatos de producción entre medias. Son monedas de bronce de pequeño-mediano tamaño, temática religioso-imperial típicamente microasiática y correcto acabado en el mejor de los casos. Resultan significativamente más difíciles de encontrar que los tipos helenísticos del párrafo anterior aunque sin llegar a ser escasas. Está claro que la ciudad, aunque todavía próspera, no alcanzó durante el periodo imperial los niveles de esplendor de épocas pasadas, posiblemente al haber sido eclipsada por el gran emporio mercantil de Éfeso. La figura 3 presenta cuatro bronces acuñados en Kyme durante el periodo imperial. La primera  moneda (arriba-izquierda) es un AE19 acuñado a nombre de Nerón, con la amazona Kyme estante en reverso, portando tridente y fiale/pátera. La segunda (arriba-derecha) es una emisión pseudo-autónoma acuñada en tiempos de Gordiano III. En el anverso aparece un busto femenino representando al senado de Kyme, en el reverso un dios fluvial recostado en referencia al cercano río Hermos. En cuanto a la tercera moneda (abajo-izquierda) es un AE28 a nombre de Valeriano I. Su reverso conmemora cierto hermanamiento entre Kyme y Éfeso en la forma de la amazona Kyme a la derecha y la gran Artemisa de los efesios a la izquierda. Por último el cuarto ejemplar (abajo-derecha) es un AE20 acuñado a nombre de Galieno mostrando en reverso una figura masculina desnuda, probablemente un atleta célebre, con la mano izquierda apoyada sobre el lomo de un caballo (uno de los motivos recurrentes en la iconografía de Kyme como se recordará de los bronces helenísticos).

Figura 3.- Monedas de bronce acuñadas en Kyme en época imperial romana.

Kyme proseguiría su andadura en el Bajo Imperio y la época bizantina temprana como sede de un obispado sufragáneo del metropolitano de Éfeso. Esto indica que seguía conservando cierto vigor económico. Las investigaciones arqueológicas señalan que durante los siglos IV al VI d.C. no se contrajo su área urbana, bastante extensa por cierto. Lamentablemente, las invasiones persa y árabe del siglo VII arruinarían la prosperidad de que pudiera disfrutar la ciudad, que ya nunca se recuperaría, siendo abandonada en gran parte. A pesar de todo la ciudad debió seguir existiendo: así lo indican las referencias a sus obispos a lo largo de los siglos alto y pleno medievales, datando la última conocida en 1229. En sus últimos doscientos años de existencia (siglos XII-XIII) Kyme vio reducida su área habitada a la zona contigua a las instalaciones portuarias. Un pequeño castillo fue levantado en una fecha inconcreta del siglo XII junto a los muelles de puerto a fin de garantizar una cierta protección a los cimeanos. La conquista turca de la zona –primera mitad del siglo XIV-- conllevaría la definitiva despoblación de la ciudad.

sobre el que se apoya la muralla del castillo bizantino de Kyme en Turquía
Foto 3.- Edificio romano con entrada de mármol sobre el que se apoya la muralla del castillo bizantino.

Lo primero que advertimos al penetrar en el solar de la antigua Kyme es que el yacimiento está muy poco excavado. Como además está cubierto de maleza no se aprecian elementos arquitectónicos en superficie. La exploración con georradar ha permitido localizar e identificar los elementos más destacables de la ciudad, entre ellos un teatro, un ágora con sus stoas porticadas, un santuario dedicado a la diosa egipcia Isis y un recinto termal de cronología romana. Una pequeña zona del ágora sí que ha sido excavada pero es muy poco lo que se puede ver debido a la gran altura que alcanza la maleza: algo nada sorprendente habida cuenta que la antigua Kyme es hoy un área pantanosa donde no faltan las zonas anegadas. De hecho, al desplazarse por el yacimiento conviene mirar bien por donde se camina si no se quiere acabar metido en agua hasta la rodilla… y eso habiendo llovido muy poco últimamente en la región, en temporada húmeda debe ser mucho peor.

Foto 4.- Vista del muro septentrional del castillo bizantino. Dependencias de cronología medieval en primer plano.

La parte visitable del yacimiento es la correspondiente al puerto y el castillo bizantino, incluido el interior de éste: totalmente excavado y en donde se agrupan estructuras de varias épocas.

Del puerto de Kyme quedan algunas líneas de sillares in situ pertenecientes a los muelles tanto en dirección paralela a la costa como introduciéndose perpendicularmente en el mar. Resulta más “vistosa” la parte inmediata al castillo (foto 1) pero hay más restos siguiendo la costa hacia al norte.

Esquina suroccidental del castillo bizantino de Kyme
Foto 5.- Esquina suroccidental del castillo bizantino.

El castillo bizantino presenta un acceso en su esquina noroeste flanqueado por sendas torres (una grande y otra pequeña). Anejo al intradós de esta entrada se observa una suerte de cuerpo de guardia en cuya fábrica no faltan bloques reutilizados de andesita y de mármol (foto 2).

La muralla septentrional del castillo transcurre en dirección NO-SE. En esta parte de su recorrido se apoya parcialmente sobre un paramento de sillería de andesita rojiza mucho más antiguo, probablemente de época helenística tardía o romana. La excavación realizada indica que se trata del muro perimetral de un edificio monumental, del cual se ha conservado una escalinata de mármol otrora enmarcada por un pórtico columnado (foto 3). Esto último se sabe porque han sido halladas in situ las bases de dichas columnas.

Entrada al castillo bizantino localizada en las inmediaciones
Foto 6.- Entrada al castillo bizantino localizada en las inmediaciones de su esquina SO.

Anejos al muro septentrional de la fortaleza se encuentran los restos de una serie de dependencias rectangulares, probablemente medievales, correspondientes por tanto al último periodo de habitación del lugar (foto 4).

El interior del castillo bizantino está anegado en buena parte, motivo por el que no es fácil de visitar. Resulta preciso buscar espacios secos desde los que contemplar las ruinas. La esquina suroccidental de la muralla (foto 5) presenta un acceso fácil y por ello la escogemos para examinar la fábrica de la fortaleza. Comprobamos que se ha empleado un sistema de triple hoja con dos paramentos externos de buena factura levantados con sillarejos toscos: la mayoría de ellos reutilizados lo que obliga al empleo de abundantes ripios regularizadores. El núcleo central responde a la habitual aglomeración de mortero de cal y mampostería sin desbastar. 

Torreón de flanqueo del castillo bizantino de Kyme
Foto 7.- Torreón de flanqueo del castillo bizantino de Kyme.

Justo en el ángulo de la esquina SO de la muralla se encuentra el segundo de los accesos al castillo bizantino (foto 6). A su derecha un poderoso torreón cuadrado lo guarda de cerca; el lado izquierda queda a cargo de una segunda torre, bastante más pequeña. Así mismo, se conserva in situ parte del marco de la puerta de acceso, ejecutado con sillares de caliza blanca reutilizados. 

La responsabilidad del flanqueo de la fortaleza descansa en tres grandes torres cuadradas, acusadamente proyectadas hacia el exterior. Dos de ellas no sólo cubren un amplio tramo de cortina sino que también flanquean sus respectivas puertas de acceso (lo hemos visto). La tercera se alza más o menos a la mitad de la muralla oriental del castillo, siendo la estructura más aparatosa de todo el conjunto castral (foto 7).


muralla septentrional del castillo bizantino de Kyme
Fotos 8 y 9.- Área residencial tardorromana o bizantino temprana localizada en las inmediaciones de la muralla septentrional del castillo bizantino.

Llegamos a la esquina sudoriental del castillo bizantino. Las excavaciones han sacado a la luz un conjunto de estructuras habitacionales que se extienden por un área más o menos amplia en las inmediaciones del extradós de la muralla norte, esto es por fuera (fotos 8 y 9). Probablemente se trata de los restos de un área residencial de cronología tardorromana o bizantino temprana. Así lo indica, en efecto, la buena factura de sus muros y su disposición sobre el terreno. Estas estructuras fueron niveladas antes de la construcción del castillo tal y como se puede apreciar en la foto 10 comparando el nivel de cimentación de la muralla de éste y el de las citadas estructuras: claramente situadas a menor cota, por debajo del citado nivel de cimentación. El motivo no fue otro que vaciar de edificaciones los alrededores de la fortaleza, algo totalmente necesario desde el punto de vista castellológico. 

La investigación arqueológica ha detectado la presencia de una red de conducciones cerámicas pertenecientes a la red de suministro de agua a la ciudad. En este momento no se ve ninguna canalización en superficie, sólo algunos fragmentos de tuberías acumulados aquí y allá (foto 11).

Edificio tardorromano excavado al pie de la torre de flanqueo
Foto 10.- Edificio tardorromano excavado al pie de la torre de flanqueo principal de la entrada NO del castillo. Se observa que su parte más elevada estaba a una cota menor que la más baja del castillo, esto es enterrada durante el periodo de funcionalidad de éste.

La tarde se está poniendo sobre Kyme cuando abandonamos sus muchas veces centenarias ruinas. Por delante nos queda un largo rato de conducción: primero hacia el sur hasta llegar a la gran ciudad de Izmir y luego hacia el oeste, internándonos en ese inmenso brazo de tierra que es la península de Çesme. Casi tres horas nos tomó conseguir estacionar al pie del castillo otomano de la localidad de Çesme. Probamos a cenar en un restaurante de la zona. Tiene buena pinta: correctas instalaciones, vistas al paseo por un lado y al mar por otro... bien. Sin embargo, nuestro gozo está condenado a acabar en un pozo: no sólo nos dan muy mal de cenar sino que además nos meten una interesante clavada: 80 liras turcas –un precio altísimo para Turquía— por dos insulsos mini-kebab y una ensalada incomible al llevar más guindilla que lechuga. Menos mal que dijimos que no al postre que sí todavía nos meten un estacazo más gordo. Nuestro fallo fue no desconfiar de la ausencia de precios en la carta. De hecho los precios se los inventaron sobre la marcha tal y como evidenciaba la tosca factura hecha a mano que nos entregaron. Está claro que pagamos la novatada de ser extranjeros. En fin, allá ellos. ¡Ah!, el establecimiento se llama Sahil Restaurant: un aviso para navegantes… menos mal que al día siguiente nos esperaban más maravillas de la antigüedad, más aroma a siglos del Egeo.

pertenecientes a la antigua red de distribución de agua de Kyme.
 Foto 11.- Fragmentos de tubería pertenecientes a la antigua red de distribución de agua de Kyme.

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