El 8 de abril del año 217 d.C. es asesinado el emperador Antonino
“Caracalla”, allá en las inmediaciones de la ciudad siria de Emesa donde se encontraba
camino de la gran plaza fronteriza de Carrae, todo ello en el marco de una
nueva guerra contra el secular enemigo parto. El instigador del magnicidio
había sido el segundo en la escala de mando imperial, el Prefecto del Pretorio
Marco Ofelio Macrino, cuyo mérito principal radicaba en haber sabido aprovechar
en su beneficio el gran odio que la excesiva figura de Caracalla despertaba en
el seno del ejército romano. Fue así como el veterano general se hizo investir
con la púrpura imperial, decisión ésta que nunca sería ratificada por el senado
romano y cuya prosperidad en el tiempo, al carecer Macrino de legitimidad al
trono, dependía en exclusiva de su capacidad para mantener el ascendiente sobre
las legiones bajo su mando directo.
El gobierno de Macrino, al igual que el de la mayoría de los usurpadores
en la historia de Roma, sería bastante breve: apenas 14 meses. Desde el punto
de vista económico este reinado constituiría una mera continuación del
anterior, no así en el plano político donde sí que sería un reinado intenso y
agitado. Numismáticamente hablando encontramos poca o ninguna variedad en los
tipos monetales a lo largo y ancho del Imperio, algo natural habida cuenta la
mínima mudanza en la marcha de la economía. En el caso concreto de la ciudad de
Caesarea, capital de la provincia de Capadocia, prosigue la acuñación de
didracmas y tetradracmas: ahora con el busto de Macrino si bien respetando la
iconografía del Monte Argeo sobre Altar surmontado de estrella en los didracmas
y la de Monte Argeo básico surmontado de alegoría del dios Helios en los
tetradracmas. En cuanto al estilo y arte de las monedas, son lo suficientemente
similares a las de Caracalla como para deducir la continuidad en el puesto del
personal de la ceca de Caesarea. En las siguientes fotografías podemos ver,
primero, un ejemplar de didracma y luego dos de tridracma a nombre de Macrino
(en los que, lógicamente, han desaparecido las letras griegas ANTW --inicial de ANTONINO—en el campo de reverso).
Caesarea, como la gran mayoría de cecas del Imperio,
también emitiría moneda a nombre Diadumeniano, el hijo y sucesor de Macrino.
Nombrado César en mayo del 217, muy pocos días después el entronamiento de su
padre, no sería ascendido a la superior categoría de Augusto hasta mayo del año
siguiente en respuesta a la proclamación de Heliogábalo como emperador por
parte de la facción del ejército romano hostil a Macrino. La derrota final del
ejército de Macrino el 8 de junio a manos de las fuerzas de Heliogábalo
supondría la caída en desgracia del padre y el hijo así como su no inmediata
(pues intentaron huir) pero sí inevitable ejecución a finales de junio o
principios de julio del 218. Debido a que Diadumeniano apenas pasó un mes como
Augusto (en una situación muy precaria además, con el régimen de su padre ya
fuertemente desprestigiado a la par que debilitado), todas sus monedas fueron
acuñadas durante su condición de César lo que explica su busto desnudo o lo que
es igual, sin laurea. Por lo demás la emisión caesarense es idéntica a la de su
padre: didracmas con Monte Argeo sobre altar y tetradracmas con Monte Argeo
básico surmontado por alegoría del dios Helios. Los siguientes ejemplares
corresponde a un didracma y a dos tetradracmas respectivamente.
Además de las acuñaciones mayores, en plata de baja
ley, Caesarea también emitió moneda fiduiciaria de bronce a nombre de Macrino y
Diadumeniano. Monedas siempre bastante escasas –indicio de que las series no
debieron ser muy grandes-- predominan los bronces de generoso tamaño –alrededor
de 27 mm de diámetro--, de presumible gran valor liberatorio, sobre los de
módulo mediano. En ambos casos se suele emplear imaginativamente el tradicional
reverso caesarense del Monte Argeo. Así, los módulos medianos incorporan una
nueva variante de reverso que habremos de ver más veces en reinados
posteriores: Monte Argeo en el interior de un templo dístilo. Esta iconografía
supone un obvio intento de enfatizar el carácter sagrado de la “Montaña de
Júpiter”. También se emplea otra variante en el que se muestra una reducida
representación del Monte Argeo en el interior de un esquemático altar sobre el
cual se alzan, enhiestas, cuatro espigas de trigo. Los de las fotografías
siguientes constituyen un par de buenos ejemplares de esta acuñaciones.
Por su parte los módulos grandes emplean también una
iconografía destinada a resaltar la sacralidad del afamado Monte Argeo. En ella
aparece una representación del Argeo de gran tamaño relativo respecto al campo
monetal disponible a la que da acceso una espléndida fachada porticada con
cuatro columnas cuyo objetivo es asociar el concepto de “Templo” al citado
Monte Argeo. Flanqueando el conjunto observamos dos cistas místicas (ónfalos),
elemento éste que ya pudimos encontrar en acuñaciones anteriores de la ciudad y
que refuerza aún más el carácter sacro del Argeo (los ónfalos eran unos
artefactos pétreos cuya mera colocación en un lugar profano permitía su
sacralización, utilizándose también para recalcar la sacralidad de lugares con
carácter místico preexistente como es el caso del Monte Argeo). Por si fuera
poco el atractivo de esta moneda a fuer de fijarnos solamente en el reverso,
también el anverso resulta sumamente interesante toda vez que presenta los
bustos enfrentados de Macrino y Diadumeniano, el primero mucho mayor que el
segundo en razón de su superioridad jerárquica. Esta representación imperial,
aunque no exclusiva de esta ceca, no es nada habitual en la numismática romana
por lo que serviría, por sí sola, para diferenciar esta moneda del grueso de
las acuñaciones romanas de todos los tiempos. Conozcamos un ejemplar de esta
magnífica moneda:
El ascenso al trono de Heliogábalo y su posterior victoria sobre Macrino
fue poderosamente favorecida por su condición de descendiente indirecto de
Septimio Severo (concretamente era nieto de Julia Maesa, hermana de Julia
Domna, la esposa de Septimio Severo), lo que implicaba la restauración de la
dinastía Severina: todavía muy prestigiosa a ojos del Ejército y el Senado
romanos a pesar de las escasas simpatías despertadas por el que fuera su último
miembro, el difícil Caracalla. Lamentablemente las expectativas puestas en el
joven emperador no se cumplieron (principalmente por su extravagante y vicioso
comportamiento al que no era ajeno su condición de sumo sacerdote del dios
Helios), viéndose progresivamente deteriorado su prestigio hasta el extremo de
ser asesinado el 11 de marzo de 222 con tan solo 18 años de edad, víctima de
una conspiración orquestada por su antaño valedora, Julia Maesa, y el prefecto
del pretorio.
En el plano numismático las acuñaciones de tiempos de Heliogábalo son
bastante similares a las de sus predecesores desde el punto de vista
iconográfico, ligeramente inferiores en el plano artístico (esta decadencia se
aprecia especialmente en las acuñaciones orientales) así como de una ley un
poco inferior en lo que a plata se refiere. Ciñéndonos ahora a la ceca de
Caesarea, lo primero que salta a la vista es la ausencia de acuñaciones en
plata tanto en el reinado de Heliogábalo como en el de su sucesor y primo carnal,
Alejandro Severo (222-235), algo cuanto menos extraño toda vez que ponía final
a una tradición que se remontaba a los tiempos de Tiberio nada menos. Aunque no
se conoce con precisión el motivo de este hiato, parece estar relacionado con
la fuerte disminución en la amonedación en plata que se detecta en toda la zona
de Asia Menor en relación a los volúmenes de tiempos de Septimio Severo y sus
hijos. En efecto, la práctica totalidad de los mayores tesoros numismáticos
localizados en la actual Turquía exhiben un porcentaje de monedas a nombre de
Heliogábalo y Alejandro Severo muy inferior al de sus familiares antecesores.
Como, a juzgar por el registro arqueológico, no parece que la región sufriera una
crisis por aquellos tiempos, al menos lo suficientemente grave como para
reducir el comercio y por tanto el trasiego de monedas de plata, podemos
deducir que se acuñó menos plata durante los Severos menores por no ser
necesaria al disponerse de un volumen en circulación suficiente para garantizar
la estabilidad del comercio y los pertinentes pagos a las tropas. En el caso
concreto de Caesarea esta disminución en los índices de acuñación debió
alcanzar el extremo, suspendiéndose las emisiones en plata hasta el reinado de
Gordiano III, momento en que todos los estudios señalan un fortísimo incremento
de las emisiones argenteas tanto en oriente como en la propia Roma.
Caesarea sí que acuñaría
bastante bronce durante el reinado de Heliogábalo siendo estas piezas, junto a
las de su sucesor Alejandro Severo, las más asequibles hoy en día de entre la
nómina de bronces imperiales capadocios. Se trata de monedas de muy correcta
factura técnica y un módulo de alrededor de 17 mm las de módulo medio y de
entre 24 y 28 mm las grandes, pudiendo llegar a verdaderos medallones de 35 mm.
El busto de anverso suele aparecer mirando a derecha (no siempre), figurando
las más de las veces laureado aunque hay también monedas radiadas de módulo y
grosor similar a las laureadas correspondientes por ello, en principio, a un
mismo tipo monetal. Aunque hay varios tipos de reversos, predomina
abrumadoramente el del Monte Argeo a su vez con unas cuantas variantes, de
entre las cuales, nuevamente por amplia mayoría, destaca la de Monte Argeo
sobre altar que se remonta a los primeros grandes bronces comodianos. También
podemos encontrar la variante básica de Monte Argeo surmontada por corona de
laurel (más propia del bronce que de la plata) e incluso alguna variante
extraña aunque no inédita del tipo dios-diosa (en este caso la diosa Tyche) sentada
entre dos ónfalos así como sujetando una representación reducida del Monte
Argeo (es el caso del medallón de 35 mm). Por último, merece la pena destacar
un curioso tipo de reverso, empleado en los bronces medianos, en el que se
muestra un busto a derecha de la diosa Tyche coronado por un pequeño Monte
Argeo. Este tipo de reverso es propio de la ciudad siria de Emesa, patria chica
de Heliogábalo y sus augustas antecesoras –Julia Maesa, Domna y Mamea--, si
bien en él la diosa Tyche aparece sin el coronamiento del Argeo: lógicamente
empleado en las acuñaciones capadocias para reflejar el origen de la monedas
así como diferenciarlas de las emisiones de Emesa. En las siguientes
fotografías podemos ver, por orden de arriba a abajo, cuatro ejemplares de la variante
común de Monte Argeo sobre altar, el tercero y el cuarto con busto radiado, uno
a derecha y otro a izquierda. Seguidamente un hermoso ejemplar de la variante
de Monte Argeo básico surmontada por corona de laurel. Después, el medallón de
35 mm con la diosa Tyche sujetando el Monte Argeo y, para finalizar, un
ejemplar de módulo mediano con busto de Tyche coronado por Monte Argeo.
Caesarea también emitiría monedas de bronce a nombre de la influyente
Julia Maesa (el auténtico poder en la sombra durante el reinado de su nieto). De
tamaño grande (26-28 mm) utilizan mayoritariamente el reverso del Monte Argeo
sobre el altar. Menos común es el reverso creado en tiempos de Macrino con el
Argeo flanqueado por dos ónfalos y su acceso en forma de fachada de templo
porticada. Añadir además que aunque predomina el busto simple a derecha,
también existen ejemplares con busto sobre creciente al estilo de los
antoninianos contemporáneos de esta emperatriz así como paralelizables a nivel
iconográfico con los bronces de Heliogábalo con busto radiado. Las siguientes
fotos corresponden a un ejemplar de tipo convencional con Argeo sobre altar,
otro con reverso de tipo Macrino y un tercero con busto de anverso sobre
creciente y Argeo sobre altar en reverso.
Como se dijera anteriormente Caesarea tampoco acuñaría moneda de plata
durante los trece años de reinado de Alejandro Severo. Siendo la situación
económica similar a la del reinado de Heliogábalo, también las acuñaciones
serán muy parecidas lo mismo iconográfica que metrológicamente con las lógicas
diferencias de leyendas de anverso y de busto (escasas, por otra parte, en este
último aspecto). Como en el reinado anterior vuelve a predominar el reverso de
Argeo sobre altar, complementado por el de Argeo básico surmontado por corona
de laurel, el del busto de la diosa Tyche coronado por el monte Argeo (módulo
mediano) y el del monte Argeo en el interior de templo dístilo, éste último
introducido en tiempos de Macrino y que ahora vuelve a hacer acto de presencia.
A continuación podemos ver tres ejemplares del tipo principal con Monte Argeo
sobre altar, un cuarto con el tipo básico surmontado con corona de laurel, otro
más del tipo Tyche coronada y un sexto con la variante de Argeo en el interior
de templo dístilo, de un excelente arte por cierto.
Asesinado Alejandro
Severo junto a su madre Julia Mamea (19 de marzo de 235), se apropiara de la
púrpura imperial un oscuro personaje llamado Maximiano apodado el Tracio en
razón de su origen. De origen bárbaro, nulo refinamiento, mínima preparación y
un exceso de brutalidad que emanaba por todos los poros de su descomunal físico
(más de 2 metros de músculos) ostentaba el rango de general de los ejércitos
del limes germano cuando se le presentó la oportunidad de aprovechar el
descontento originado del ejército por el recorte en los gastos militares
ordenado por el joven emperador para eliminarlo y ocupar su lugar. Se iniciaba
así un turbulento reinado de tres años, pleno de dificultades ocasionadas por
la feroz hostilidad del senado de Roma para con Maximino, cuyos humildes
orígenes y agudo desprecio por la aristocracia romana no podían soportar. Éste
fue el comienzo del periodo conocido como la Anarquía Militar caracterizado por
la rápida sucesión de emperadores salidos de entre las filas del ejército: por
regla general más interesados en atajar los intentos de derrocamiento por parte
de sus conmilitones que en buscar el bien común para los habitantes del imperio
romano.
En comparación con otros emperadores, las acuñaciones a nombre de Maximino
el Tracio en las cecas orientales son bastante reducidas cuando las hay. En el
caso de Caesarea de Capadocia la ceca permaneció cerrada durante todo su
reinado, no volviéndose a abrir hasta el inicio del reinado de Gordiano III, en
238, lo que implica su inactividad no sólo durante el reinado del Tracio sino
también en los efímeros de Balbieno y Pupieno, Gordiano I y Gordiano II.
Aunque los tres primeros años del reinado de Gordiano III fueron
relativamente tranquilos, en la primavera de 241 una oleada de ataques bárbaros
pone duramente a prueba las fortalezas del limes germano. Al mismo tiempo los
persas del monarca Sapor I, enterado o no de los apuros romanos en sus límites
septentrionales, violan la línea fronteriza fijada en el cauce del Eufrates e
invaden la Mesopotamia romana. Consecuencia inmediata de este verdadero estado
de emergencia es un brutal aumento de los gastos militares romanos; toda nueva
leva, toda nueva remesa de armamento, parece poca para hacer frente a la
terrible amenaza doble que aúlla en las fronteras. El estado romano reaccionará
acuñando de forma masiva moneda de plata con la que sufragar tan tremendos
gastos, habiendo de reducir también la ley de ésta a fin de obtener mayor
cantidad de monedas a partir de la misma cantidad de metal noble. Es por este
motivo que el antoniniano acuñado en la ceca de Roma a nombre de Gordiano III es
la moneda de plata romana más económica, aún en alta calidad, que existe en el
mercado actual.
Siguiendo la estela de la ciudad de Roma y por el mismo motivo, las cecas
orientales también conocerán un periodo de fuerte reactivación, volviendo a
acuñarse plata en cecas como Antioquía que no lo hacía desde el reinado de
Heliogábalo o nuestra Caesarea de Capadocia, inactiva en lo que a plata se refiere
desde el reinado de Macrino.
Como en los mejores tiempos de Septimio Severo, ya algo lejanos por aquel
entonces, Caesarea acuñará de nuevo la unidad básica oriental en plata, el
dracma, acompañada de sus dos múltiplos inmediatos: el didracma y el tridracma.
La calidad de las acuñaciones es francamente elevada, con un nivel de detalle
muy bien conseguido. El estilo, bastante realista aunque con cierto sabor
oriental, recuerda mucho al de las acuñaciones argénteas a nombre de Septimio
Severo y familia, de las cuales estas monedas resultan una más que evidente
continuación.
La unidad de menor valor,
esto es el dracma, empleará en exclusiva el reverso del Monte Argeo en su
modalidad más básica con pequeñas variantes: surmontado con estrella, sin
surmontar, con las letras griegas BNE en el campo o con un
aislado punto a izquierda del campo: marca de valor ésta que nos indica que la
moneda equivale a 1 Dracma. Las siguientes monedas corresponden a otros tantos representantes
de las variantes de dracma arriba
descritas.
El didracma es iconográficamente idéntico a la variante de dracma con
Monte Argeo sin surmontar con la sola excepción de la marca de valor: dos
puntos en lugar de uno, situados alternativamente a ambos lados del Argeo. Por
otra parte, su peso y diámetro son considerablemente mayores que los del dracma
de tal forma que difícilmente hubiera podido confundir el usuario las dos
monedas aunque no llevaran marca de valor, lo que no quita que el motivo de su
inclusión fuera el de evitar dichas confusiones. A continuación podemos contemplar un trío de didracmas del tipo de los anteriormente descritos.
Como suele ser habitual
en las emisiones argénteas de Caesarea corresponde al tridracma (o tetradracma
en su caso) el privilegio de exhibir los mejores estilos de diseño y la mayor
variedad iconográfica en los reversos. En cualquier caso el hecho es que vuelve
a predominar el tipo básico de Monte Argeo bien sin surmontar, bien surmontado
con una corona de laurel, con las letras BNE del campo presentas en
unas monedas sí, en otras no. Lo que no aparece en ningún ejemplar es la marca
de valor tal vez por no considerarse necesaria en el tipo superior (estamos
hablando de una moneda que, de media, superaba en un 70% el peso del didracma y
que nadie podría confundir con un didracma, mucho menos con un dracma). Las
siguientes fotografías corresponden, primero, a cuatro ejemplares de la
variante surmontada con corona de laurel (las tres primeras con las letras BNE y la última sin ella),
seguidamente otras tres monedas de la variante sin surmontar, la última con las letras BNE en el campo.
Aparte del tipo principal, Caesarea también emite series más reducidas de
tridracmas con reversos diferentes aunque con la común presencia del Monte
Argeo en ellos. Uno de ellos, el del dios Sol, sentado y con el codo apoyado en
una representación reducida del Argeo, ya había aparecido en las emisiones de
tiempos de Septimio Severo, perteneciendo por tanto al bagaje
histórico-iconográfico de la ceca. El otro resulta algo más novedoso aunque sus
elementos sean viejos conocidos del lector. En él encontramos una suerte de
cista mística (también puede ser una variante de ónfalos) de cuya boca salen
dos ramas de palma sobre las cuales reposa una representación tirando a
reducida así como poco detallada del Monte Argeo. Los siguientes ejemplares
corresponden a las monedas que acabamos de describir.
Una característica que
puede observarse en un porcentaje altísimo de los tridracmas de Gordiano III
que se conservan es esa contramarca rectangular, bastante profunda, que puede
verse en las monedas de las fotos. Localizada siempre en el reverso, las
contramarcas mejor preservadas exhiben un busto femenino en altorrelieve
mirando a derecha. ¿Una marca de revalorización?, ¿un distintivo para permitir
su uso en algún lugar donde antes no estuviera permitido o por parte de
personas que antes no quisieran o no pudieran usar esa moneda?, ¿una señal de
desmonetización? El hecho de que la contramarca aparezca lo mismo en monedas
circuladas como relativamente nuevas indica que debió realizarse no mucho
tiempo después de la acuñación de éstas. En principio esto descarta la
hipótesis de la señal de desmonetización, haciendo también muy poco verosímil
la de la revalorización (por ejemplo, a tetradracma) con la posible excepción
de un escenario de inflación vertiginosa y desatada que no nos consta se
produjera en este momento de la historia de Roma. Nos queda, por tanto, la
segunda posibilidad: factible en tanto en cuenta se conocen casos anteriores de
monedas de tipo local que fueron reselladas por la autoridad competente a fin
de emplearlas para afrontar determinados pagos fuera del área de vigencia de
esa emisión en concreto donde, sin el resello oficial al que nos estamos
refiriendo, la moneda carecía de valor liberatorio al menos teóricamente.
Además de a nombre de Gordiano III, Caesarea acuñaría también moneda de
plata a nombre de su mujer, Tranquilina. Estas emisiones, bastante inferiores
en volumen a las de Gordiano III a juzgar por el número de ejemplares
conservados de cada una, se limitaron exclusivamente a un tipo monetal: el
dracma, en su variante de Monte Argeo sin surmontar las más de las veces con la
marca de valor “Punto” a la izquierda del campo de reverso. Los siguientes tres
ejemplares corresponden, el primero, a la variante básica sin marca de valor,
poseyéndolo en el caso de las otras dos monedas.
El reinado de Gordiano III también traería a la ceca de Caesarea la
reanudación de sus acuñaciones en bronce. Emitidas tanto a nombre de Gordiano
como de Tranquilina predomina, como en reinados anteriores, el reverso del
Monte Argeo sobre altar para los módulos crecidos (26 – 28 mm). También se observa
la interesante variante de busto de Tyche coronado por Monte Argeo aparecida
durante el reinado de Heliogábalo. Como novedad podemos citar un curioso
reverso, poco habitual en la numismática oriental del periodo pero no tanto en
la occidental, como es el de corona de laurel con leyenda en su interior (en
este caso dispuesta en cinco líneas). El omnipresente Monte Argeo de las
monedas capadocias aparece en la parte superior del reverso de la moneda, en
medio de la primera línea, reducido a una pequeña representación poco
detallada. En las siguientes fotografías podemos contemplar cuatro ejemplares
del tipo general de Argeo sobre altar, dos a nombre de Gordiano y otros dos a
nombre de Tranquilina. Seguidamente observamos un ejemplar del tipo Tyche
coronada y por último uno del tipo corona de laurel con leyenda inscrita.
El final del reinado de
Gordiano III en 244 supone el fin de las acuñaciones de Caesarea. A pesar de
que alguna ceca relativamente cercana como Antioquía continuará sus acuñaciones
en plata hasta el reinado conjunto de Treboniano Galo y su hijo Volusiano
(tetradracmas), la ceca de Caesarea no volverá a abrir sus puertas.
Posiblemente se consideró que bastaba con las emisiones antioquenas para
suministrar moneda circulante a toda esa zona de la mitad oriental del Imperio.
Posteriormente cesará toda emisión de moneda de tipo local, con caracteres y
metrología griega, en las provincias de Siria, Capadocia, Asia, etc, siendo sustituidas
por amonedación imperial –fundamentalmente antoninianos—con leyendas en latín.
Nuevamente será Antioquía, asistida por algunas cecas cercanas como Samosata,
la encargada de producir este numerario. Fuera como fuere, esta claro que para
ese momento la ceca de Caesarea hacía tiempo que había dejado de ser una
realidad para empezar a convertirse en un recuerdo que hoy podemos evocar contemplando
sus maravillosas monedas…
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